domingo, 15 de junio de 2008

LA MIENBRA DEL GOVIERNO SENTRAL QUE SÍ SAVE DE QUÉ ABLA (1 de 2)

Por parte de la prensa y fuerzas mediáticas localizadas en “Madrid” se ha tomado a cachondeo la famosa frasecita de “los miembros y miembras” leída por la Ministra de la Igualdad en su primera comparecencia ante sus Señorías y Señoríos. Desconocen cual es la realidad que tiene lugar en los distintos reinos de Taifas de este país de mierda. Es más: cuando alguien saca el pañuelo en Madrid o Barcelona, a todos nos salpican sus mocos, pero muy pocos se enteran de qué resfriados y gripes ocurren en los territorios autonómicos, donde caudillos y caudillitos imponen sus miserias a la ciudadanía sin el más mínimo rechistar. Primero porque el jornal de mucha de esa ciudadanía depende directamente de los gobernantes de turno y segundo, porque es fácilmente controlable por el poder un número relativamente pequeño de habitantes. Así que lo que se proclama e impone a siete millones de personas, cuando quiere extenderse a 40 millones ya provoca más chirridos y graznidos. No son banales los de las fuerzas mediáticas centralizadas en la capital de las Españas, aunque ello nos permite glosar su más supina ignorancia sobre lo que ocurre en los cortijillos autonómicos varios –dejando a un lado Cataluña, claro-, de los que se suele informar mal y escasamente.


Valga el anterior preámbulo para comprender el injustificado cachondeo organizado con la ministra Bibiana Aído, cuando no ha dicho nada nuevo que no haya expresado antes (ella y sus camaradas) en Andalucía, tierra de promisión de bellísimas ideas “progres” y autosuficientes, con las que se pretende enmascarar el enorme fiasco político de los que la vienen gobernando desde hace 30 años: Andalucía sigue siendo la comunidad autónoma económicamente más retrasada de España, a pesar de varias “Modernizaciones” y miles de mentiras que el pueblo traga porque todos los días hay que comer y el gobierno andaluz (con la complicidad de una oposición subnormalizada) ya se encarga de ello a través del subsidio, la subvención, el enchufismo y la compra de voluntades a cambio de unas pocas lentejas. Y si no las quieres, las dejas y por ahí te pudras.


Señalaba Ignacio Camacho en ABC lo que unos pocos medianamente informados saben: “Existe desde hace tiempo un lobby femenino en el socialismo de Andalucía, a cuya influencia concede Chaves especial relevancia y cariño, empeñado en utilizar el amplísimo poder de la Junta para promover una silenciosa revolución de hipercorrección política en el lenguaje. El que crea que se trata de una mera frivolidad que repase las partidas presupuestarias destinadas a reciclaje de los funcionarios (y funcionarias) para adiestrarlos en el uso del doble plural, y las circulares doctrinales que reciben a menudo enseñantes, sanitarios y demás personal de servicio público”. Más claro, el agua de Lanjarón.


No niego que hay una parte muy considerable de razón cuando ese lobby escribe cosas como éstas: “Las y los hablantes de una lengua, heredan, junto con la fonética y la morfosintaxis, la ideología que se ha ido depositando en ella a través de los siglos. (…) Si queremos colaborar en el enraizamiento de la igualdad entre mujeres y hombres, el lenguaje se nos presenta como un instrumento poderoso para modificar las maneras sexistas de sentir, pensar y expresarse, y, por tanto, nos ayuda a profundizar en ella. (…) Es una necesidad, además de un acto de justicia, que la lengua recoja el papel activo de las mujeres en el ámbito social, profesional, académico, y de representación política pues durante siglos, dichos ámbitos les estuvo vedados; una sutil manera de mantener dicho veto es ocultar su presencia usando un lenguaje que no las refiera”. La tesis en el ámbito del lenguaje es clara: Puesto que las mujeres existen, mencionémoslas en al hablar y escribir.


El problema surge cuando desde el poder se pretende imponer unas medidas lingüísticas absurdas para intentar resolver un problema que hunde sus raíces más profundas en otros ámbitos mucho más importantes y decisivos. Pero como no saben como intervenir en ellos, ni probablemente quieren, se contentan con la propaganda del lenguaje que queda muy guay, muy fetén, muy “comprometida” y muy “moderna”. Pretender combatir los comportamientos sexistas (que en última instancia se dan en el lenguaje, pero que antes habría que perseguir en otros muchos ámbitos) adoptando una absurda teoría que rompe la economía natural del lenguaje –ese “miembro y miembra”, por ejemplo- no sólo demuestra la ignorancia lingüística de sus defensores y defensoras, si no que los/las retrata perfectamente: déspotas desilustradas/os. Todavía no han hecho nada más que asomar la patita (y el patito, en el caso de ellos, que también los hay) pero si se les deja –como ya pretenden de hecho en Andalucía- acabarán diciéndonos cómo tenemos que hablar. Y si no se les hace caso, multa o tentetieso.


Veamos ejemplos concretos porque el Puñetas, ciudadano de la República Chaviana Andalusí, sabe de qué pie cojean estos y estas cantamañanas. Si empiezan por leer el burrículum de la señora ministra Aido, comenzarán a ponerse en ambiente y a entender algo. En los EEUU cualquiera puede llegar a Presidente, y en España cualquiera puede ser ministra. Basta simplemente con tener muy buenos padrinos y enchufes (ZP, Chaves, Felipe González…). Y si encima es guapa, joven y no se corta un pelo, entonces miel sobre hojuelas. (PASEN A LA SEGUNDA PARTE, SI QUIEREN SABER LO QUE VALE UN PEINE).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dice usted en su artículo: "[…]no sólo demuestra la ignorancia lingüística de sus defensores y defensoras, si no que los/las retrata perfectamente: déspotas desilustradas/os".

Desdobla usted en esta frase (supongo que irónicamente) "defensores y defensoras", "los/las", y al final "desilustradas/os".

¿Y qué pasa con "déspotas"? Si a estas feministas de medio pelo, o corte de pelo con laca, les molesta que se utilice el masculino como neutro, a un servidor le molesta que se utilice un femenino como neutro.

Y usted en su artículo no ha desdoblado "déspotas". Para referirse a mí quiero y exijo que se me denomine "déspoto".

Pero como a estas feministas de pancarta se las coge antes que a un cojo, si cualquier reportero está atento a las conversaciones off the record apuesto que pillamos a la señora o señorita Aído en menos de un mes diciendo "esto está COJONUDO" para referirse a algo que le guste, y "esto es un COÑAZO" para algo no sea de su agrado.

Esto sí es machismo en el lenguaje, señoras feministas y señores feministos. Sólo que no se vé... O al menos hay que ser un poco más listo para darse cuenta.

Juan Puñetas dijo...

Tomo nota de su aguda observación, carísimo amigo. En efecto, puestos a repartir mandobles sexistas, no podemos olvidarnos de lo contrario: déspoto, electricisto, ebanisto, periodisto, psocialisto, tonto el habo y otras miles de perlas que pongan de manifiesto la visibilidad varonil, enmascarada y ninguneada por la terminación femenina -a.

Menudo coñazo tan cojonudo nos están liando. (Observe que he establecido una paridad lingüística entre ambos palabros tan sexistas, para así no quedar mal ante tanto respetable y respetabla que se lo/la coge con papel de fumar o de periódico).

Jc dijo...

Yo lo que me pregunto es si a esta buena señora, podríamos indicarle que, siguiendo su propia lógica, ella no es un cargo público, sino un carga pública.

Juan Puñetas dijo...

Genial tu aportación, JC. Con tu permiso pienso hacer una viñetas con ella antes de que acabe la temporada, aunque no sé si la publicaré aquí en las Paridas o en mi otra casa, el Arco del Triunfo. A quien se la cuento se parte de la risa.

Jc dijo...

Por supuesto que te autorizo a publicarla donde quieras.