viernes, 9 de junio de 2006

PUEBLOS ABORREGADOS


Cuando un pueblo es gobernado a través de una dictadura, es lógico que por el miedo y la represión, responda casi ciegamente a las demandas y expectativas de sus hijoputiles gobernantes. Pero cuando lo que hay por medio es una democracia, la cosa ya no está tan clara. Se supone que los ciudadanos son libres para tomar decisiones en los momentos en que se les consulta o en aquellos especiales en que hay que tomar posición colectiva ante un tema crucial. Y, embargo, esta posibilidad –que a menudo significaría contrariar la opinión de sus gobernantes- habitualmente no la veo por ninguna parte. En España no la he visto desde que en 1978 se reinstauró el modelo democrático, aunque muchos pensamos que tiene más de “crático” que de “demo”.


No pretende el Puñetas que el país sea ingobernable porque sus ciudadanos ejerzan de hooligans a la menor oportunidad de consulta popular, pero sí que es altísimamente sospechoso que en todos los referendums que hasta ahora se han celebrado en España, siempre haya ganado la opción gubernamental. ¿Tan difícil es meterle el dedo en la nariz al gobierno de turno cuando a través de una consulta popular pretende hacernos tragar con carros y carretillas?


Dos referendums anteriores fueron paradigmáticos. El primero, aquel en que Felipe González –después de haber dicho su partido por activa y pasiva que iba a sacar a España de la OTAN- consultó al personal sobre el tema, propugnando lo contrario de lo que hasta ese momento había mantenido. El PSOE, con el careto y el morro que le caracteriza, propugnó seguir en la OTAN, y los ciudadanos, obedientes y borreguiles, dijeron amén. O sea, beeeee. Aquel fue un momento pinpitaparado para decirle a los mandantes de turno (después pasaron a ser mangantes) que aquel cambio hipócrita de estrategia merecía una calabaza como doce soles. Pues nada, oportunidad perdida para demostrar que en democracia quien manda es el pueblo y tras ese barrizal llegaron las toneladas de estiércol que todos sabemos: corrupción, trinqueo y mamoneo. Natural: si te meas en la gente mintiéndole de la A a la Z y, en una consulta, encima te aplaude, es normal que consideres que estás legitimado para hacer lo que te da la gana. Menudo patinazo se dio el pueblo español con aquel referéndum para votar lo contrario de lo que siempre había sostenido mayoritariamente.


El otro gran momento borreguil llegó (oiga, también es casualidad) con otro gobierno psocialista, el que actualmente padecemos, y eso que sólo llevamos dos añitos de nada. El referéndum fue convocado por don Zapatero para aprobar lo que cínicamente se dio en llamar “la constitución europea”. Teníamos que ser el primer país de la UE que hiciese el referéndum y lo ganase para que don Zapa y sus huestes demostrasen al mundo lo chulos y guapos que son. Y lo lograron, claro. Pan comido. Fue otro momento histórico desaprovechado por el “sabio” pueblo español para demostrar a sus gobernantes que para “chulo”, él. Sin saber ni lo que votaba, se tiró a las urnas a decir que sí, simplemente porque el talentoso nuevo mesías se lo decía. (Meses más tarde varios países europeos, de población menos borreguil políticamente hablando, votaron que no a la propuesta de sus gobiernos respectivos. No fue el fin del mundo.). Así que tras aquella bajada política de pantalones los chicarrones del gobierno se dijeron miel sobre hojuelas, a estos pringaos los tenemos en el bote y van a tragar todo lo que les echemos y se nos ocurra. Y en esas estamos.


Ahora llega otra buena oportunidad para demostrar que ante las tomaduras de pelo no tragamos. Y le llega a la “civilizada” Cataluña con el próximo referéndum sobre el Estatut recientemente aprobado en el Parlamento tras un largo proceso en el que hemos asistido a una representación antológica de esperpentismo, funambulismo y maniqueísmo político. No se trata de que el Estatut sea o no un bodrio (que para muchos, sean de izquierdas o derechas, nacionalistas o no, lo es), si no de darle en todos los morros a Zapatero y Maragall por el cachondeo y la desvergüenza que han demostrado en todo el proceso. Un NO llevaría a un reinicio del tema a ver si esta vez actúan con más cordura. Un NO ni acabaría con la prosperidad de Cataluña ni con el Barça en segunda división. Un NO es la última oportunidad que les queda a los catalanes en su conjunto para no ser tratados como felpudos a partir del SI y el trágala, como ya sabemos que marca la tradición.


Pero quiá. La oportuna ocasión de oro va a demostrar –salvo sorpresas inesperadas de última hora- que en Cataluña la población también mira a la política y a los gobernantes con careto borreguil y vacuno. Después llegará el turno de valencianos y andaluces para demostrar –al hilo de la consulta sobre sus respectivos estatutos- que a ellos no los torean tan fácilmente sus políticos respectivos. Pero ya verán como volverá a repetirse la historia. Aquí el jefe dice SI, y la mayoría del personal sale corriendo al grito de tonto, el último, a depositar el SI en la urna.


Ay, pueblos mentecatos que, cuando de higos a brevas les piden que se expresen directa y libremente, van y se arrodillan diciendo sí, bwana, lo que usted diga, señor, no faltaba más, a sus pies, excelencia. Ay, vulgares corderitos, lamiendo la cara y el culito de quien habitualmente os trata a patadas. Para una vez que os dan la oportunidad de afirmar rotundamente que NO, y que NO y mil veces NO, y que a pesar de la negativa no va a ocurrir una catástrofe, y que el bofetón político va a actuar de vacuna en los gobiernos de turno para que se lo piensen cantidad antes de tomar a su querido pueblo por idiota, imbécil y subnormal, para una vez –ya digo- le replicáis con la bajada de pantalones habitual. En fin, no hay dicho político más sabio que ese que afirma que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Trisssssstísimo Sr. Puñetas, pero con todo es preferible un referéndum con independencia de cuestiones de rebaños borreguiles (todo se andará y los borregos pueden alguna vez dar una sorpresa), pues YO si quiero decir algo DE MODO DIRECTO sobre cualquier cuestión fundamental para mi vida en sociedad, ya que la representación borreguil (esta si que no va a cambiar, desgraciadamente)que defiende MIS intereses no resulta en absoluto fiable.
Observe, porfa, el panorama de padres de la patria vociferando, gritando, gesticulando en sede parlamentaria y una mesa presidencial impresentable. En cualquier consejo de administración de una empresa los expulsarían. Y encima, cobran.
Disculpas por mayúsculas en refuerzo de las palabras.
Salud.

Anónimo dijo...

Querido amigo, observa que mi comentario gira en torno a que dada la oportunidad a la gente de manifestarse ante un tema concreto, hasta ahora siempre ha elegido la opción propuesta por el gobierno de turno. No somos todavía un pueblo maduro políticamente hablando que es capaz de decirle a la cara a los gobernantes que no. Soy defensor acérrimo de la participación directa del ciudadano en la toma de decisiones públicas. Es más, ya se dan las condiciones técnicas necesarias para que todos podamos actuar directamente en la toma progresiva de dichas decisiones, aunque la cosa tardará porque a esos padrecitos patrioteros no les interesa, claro. Siguen prefiriendo una mesnada de borregos a los que sacan a la calle cuando se está en la oposición y dejan en casita baboseando cuando se está en el poder.
Así que está claro y creo que coincidimos: más democracia directa, que es posible, y que el personal empiece a pensar por cuenta propia en vez de decir amén a todo lo que les dicen desde el gobierno de turno. Un cordial saludo.