viernes, 24 de marzo de 2006

EMPIEZA EL CULEBRÓN



Nadie habla de otra cosa.


-Oye, que ETA dice que hace “un alto el fuego permanente”.

-¿Van a dejar de fumar?

-No, tonto, que dejan de matar.


Ya tenemos nuevo culebrón para otro añito. Acabado el numerito del Estatut catalán, del que veremos las consecuencias en un futuro, ahora llegan los chicos de la teta vasca exigiendo más de lo mismo, o un poquillo más, dados los méritos practicados en 40 años de sacrificios y penalidades. Ya he dejado escrito meses y años atrás que alguna vez la barbarie etarra y la de sus acólitos civilizados que ocupan tribunas, marquesinas y púlpitos llegaría a su fin o a su fingimiento y que cuando llegue el caso aquí no habrá pasado nada, pelillos a la mar, el muerto en el hoyo y el vivo al bollo, unos se pondrán las medallas y otros se esconderán debajo de la cama. Lo que siempre ocurre en estos menesteres. Experiencias hay para dar y tomar en otras partes del mundo y aquí mismo si retrotraemos la mirada sin cataratas oculares interesadas.


El fiscal general del Estado, Conde Pumpido, lo ha dicho con esa claridad que sólo poseen los desvergonzados y los oportunistas: “Valoren, señores fiscales y jueces, lo que la nueva situación puede tener de incidencia, sobre todo cuando se trata de medidas de carácter cautelar, no de decisiones definitivas”. O sea, ancha es Castilla y adelante con los faroles que todo el monte es orégano. Si es que con tres pinceladas de sabiduría popular se dicen más cosas que con esa palabrería mojigata y filibustera que tan bien saben usar estos leguleyos del poder.


No sé como acabará el nuevo culebrón. Celebro que se nos llene la boca de paz y de esperanza, hastiados como estamos de tanta violencia sin sentido. Sabemos que las grandes palabras suelen ser antesala de feroces mentiras y desastres, pero alguna vez la historia sorprende grata e inesperadamente. No veo yo a estos tiparracos y tiparracas de ETA doblando la cerviz por unas cuantas monedas y un puesto de trabajo en la policía autónoma vasca. Si algo ha destacado siempre en su currículo ha sido la cobardía, la física y la moral. De manera que hasta en la paz –si es que llega definitivamente- también mostrarán, inevitablemente, su catadura.


Mantengo una tesis muy heterodoxa: desde hace unos años ETA ha dejado de ser el principal problema porque los pistoleros no duran eternamente. La vejez y la policía les acosa finalmente. El gran problema por las tierras vascas es y va a seguir siendo en mayor medida la libertad (su falta) y aquí las pistolas y las bombas no son completamente necesarias. Cualquier imbécil con mando en plaza, sea concejalía, departamento o consejería tiene en su mano –limpiamente- la posibilidad de retorcerle el pescuezo a la doña. Sociedades anestesiadas, domesticadas y cautivas las tenemos a porrillo a lo largo del planeta sin necesidad de que terroristas a sueldo realicen el trabajo sucio. De modo que el Puñetas lo tiene claro: la disolución de ETA y el olvido mutuo que quizás se avecine, no bastarán para que podamos decir eso tan bonito de “aquí paz y después gloria”. El infierno no ha hecho más que empezar, aunque para la inmensa mayoría parece que ahora estamos empezando a tocar el cielo. Qué le vamos a hacer: algunos somos unos bastardos aguafiestas…

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