domingo, 25 de octubre de 2009

EL ORDENADOR COMO FETICHE



Era por mayo cuando a don Zapatero se le ocurrió otra de sus brillantes ideas. Una noche debió de soñar que el pésimo rendimiento del sistema educativo de Spain se solucionaría introduciendo más ordenadores en las aulas y en las casas de las familias. Y dado que corrían buenos tiempos (¿?) para aumentar los gastos del Estado, pensó que la chavalería de 5º de Primaria a 2º de ESO podría tener su propio ordenador portátil. ¡Seríamos el primer país del mundo mundial donde los críos de 10-11 años tendrían cada uno un ordenata! Y, encima, gratis total. Así lo anunció en el Congreso de los Diputados y tras las pertinentes reuniones con las 17 comunidades autónomas, ya estamos en disposición de afirmar que –como siempre- cada una hará lo que le salga del níspero. La escuela “TIC 2.0” empieza en plan desmadre.

Andalucía ya ha comenzado a repartir ultraportátiles a los docentes y en enero se los dará a los alumnos no sólo para las aulas si no para que se los lleven a casa, incluso en vacaciones. Con un par. En el País Vasco parece que harán lo mismo pero pidiendo antes una fianza por si el cacharro lo estropean manos tan inexpertas. Cataluña los dará en la ESO (luego dicen que lo de ser “agarraos” es un mito). En la Rioja sólo los tendrán los Centros que presenten un plan. En Aragón ya se habían adelantado al plan con los Tablet PC, así que adivina tú qué demonios harán ahora. Otras comunidades todavía están discutiendo con el Ministerio o jugando al ratón y al gato. En fin, que cada una va a hacer lo que le dé gana siguiendo el sabio principio de “en mi casa mando yo”. Lo que uno no entiende es qué pinta a estas alturas de la película el Ministerio de Educación. Podrían suprimirlo perfectamente. Incluso podría suprimirse el Gobierno Central y muchos ni se darían cuenta excepto porque las televisiones –situadas en Madrid- no sabrían de qué informar.

En Andalucía, donde los alegres chicos/as de la Junta siempre están a la vanguardia –aunque casi siempre sea para no ir a ninguna parte- ya han hecho el negocio de la compra de los portátiles que es lo primero –el negocio, me refiero- y casi lo único que les interesa a los políticos. Y es que ya se sabe que en las recalificaciones de terrenos, adjudicaciones de obras y compras centralizadas de material es donde se hacen los buenos negocios. Todo muy legal, por supuesto, aunque escasamente transparente. Comprados los mini equipos (de pantalla de 10 pulgadas, con descuento para la visita al oculista por si los ojos empiezan a volverse miopes), los jerifaltes y técnicos de la Junta no tienen ni idea de qué hacer con los equipos, salvo dárselos a los críos. Esta afirmación no me la acabo de inventar si no que ha sido constatada por un elevado número de profesores que han sido llamados a Sevilla para ver si aportan alguna idea aprovechable. La primera duda es si un USB de 4 gigas con un popurrí de páginas web escogidas al buen tuntún –y al que llaman, en plan cursi, “mochila digital”- debería darse o no a los alumnos. Le podrían trasladar la pregunta a ZP pero mucho me temo que al camarada ya se le ha olvidado para qué quería tantos ordenadores en manos de los tiernos infantes e infantas.

¿Y para qué sirve tanto ordenador en el aula si a los profesores no se les forma convenientemente? ¿Basta un cursillín de doce horas para convertir al docente en un homo tecnológicus? ¿Dónde están esos especialistas encargados de formar a los profesores? ¿Hablamos de informática o de pedagogía a través de la informática? ¿Educa la tecnología? ¿Y qué pasará con el mantenimiento de los equipos, fundamental para que cumplan su cometido previsible? ¿Están preparados los colegios –y el país- para tener una red de internet moderna y medianamente rápida, capaz de absorber y dar respuesta a esta masificación de cacharros y a su demanda de banda ancha? Uf, las preguntas se agolpan y las respuestas, tururú. ¿Qué puede hacer un colegio con un mega de conexión a internet y al menos cien ordenadores portátiles conectados al mismo tiempo, como es norma habitual en muchos lugares? ¿No estaremos desaprovechando estos AVES informáticos al colocarlos sobre vías –la cara y estrecha internet que nos ofrecen las telecos- que son de los tiempos del ferrocarril a vapor? ¿Y qué va a pasar en las casas con el regalito de Zapatero? ¿Podrá usarlo la mami para bajarse el último disco de Bisbal? ¿Podrá el papi tenerlo para jugar on line con la peña de amigos de la oficina o el taller? Uf, cuantas preguntas y qué pocas respuestas…

La verdad más verdadera es que el deficiente sistema educativo que tenemos en este país de las mil y una autonomías es un reflejo del pobre papel social que tiene la cultura, el saber, la inteligencia, el buen trabajo y el sentido común. Nunca ha destacado España por ser un país donde se concediera –de hecho, no de boquilla- una relevancia suprema a la educación de sus nuevas y viejas generaciones. De hecho siempre hemos sido un país muy mal educado, tanto en el sentido intelectual-manual como en el de la urbanidad. Pese a las trolas que en la tierna democracia que tenemos nos han contado los sucesivos gobernantes, los gastos en educación siguen estando muy por debajo de la media europea y –lo que es peor- cualquier cosa que huela a tinta impresa, libro, saber o cultura, tira para atrás. No en balde somos uno de los países europeos con menor número de bibliotecas, premios Nobel, investigadores, patentes, etc aunque, a cambio, disponemos del mayor número de bares y garitos por habitante. (¡Menuda visión del ocio enriquecedor!). Ahora les ha dado por convertir a una herramienta más de las que puede ayudar a mejorar los aprendizajes –el ordenador- en un fetiche sin el cual parece que un profesor medianamente cualificado es incapaz de provocar aprendizaje en sus habitualmente desatentos alumnos.  Aprovechando el lado oscuro del negocio, están convirtiendo en fetiche lo que no deja de ser una posibilidad técnica más para que el sistema educativo no naufrague. Ningún  medio técnico logrará desasnar a las jóvenes generaciones si antes no se desasna a la sociedad que está fuera de las aulas, empezando por la política, la economía, las malas costumbres, los pésimos horarios, la descomposición del lenguaje, la estupidez televisiva y el pensar que –como dicen los de la Junta andaluza en su folletín para mediopensionistas- hay “un impulso innato de aprender por parte del alumnado”. ¿Habrán pisado estos ceporros un aula?

Vengan ordenadores y fuera pizarrones de tiza. Modernicemos digitalmente nuestros centros educativos y consigamos que los miles y miles de profesores se hagan devotos del ratón y la interné. ¿Nos apostamos algo a que seguiremos tan cenutrios como siempre si no cambiamos otras variables de la superestructura mucho más determinantes? Y es que, repitámoslo una vez más, el problema de las aulas está localizado básicamente  “fuera de ellas”. Vamos, que no es sólo cuestión de didáctica, de planes de estudios y de proyectos de Centro. Estando en la izquierda política el camarada ZP, algo debería saber de esto, salvo que su posicionamiento ideológico sea –como en tantas otras cosas- otro brindis al sol.  

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