domingo, 21 de junio de 2009

DE GOLFOS Y OTRAS HIERBAS

Patidifuso y patitieso. Así se ha quedado el Puñetas cuando esta mañana se echaba a la cara la noticia. Le vino a la mente cómo finalizaba su último comentario el viajero Freixo: “Quede con salud, ahora ya en el país de la coña permanente”. Efectivamente, amigo. No se puede definir con más precisión y tino a este país. Un lugarejo donde los periódicos escriben el siguiente hecho, casi inenarrable:

“Dionisio Rodríguez Martín, 'El Dioni', el ex vigilante de seguridad que robó un furgón blindado de la empresa Candi S.A., en la que trabajaba, con 298 millones de pesetas en 1989, celebró los 20 años del robo con una fiesta en la que una tarta de cien kilos reproducía fielmente el furgón robado. 'El Dioni', que ahora trabaja como agente inmobiliario en Lepe (Huelva), cerró para la fiesta una discoteca, en la que amigos y conocidos recordaron anoche juntos su "gesta". Durante toda la semana, en las localidades de la costa onubense se distribuyeron carteles anunciando la fiesta, con entrada gratuita”.

Echemos brevemente la vista atrás. Tras robar el furgón el camarada se largó a Brasil para darse la gran vida. Allí, dos meses después, fue detenido. Pronto las telecacas lo elevaron a la categoría de  famosuelo. En un país de mangantes al por mayor, el Dioni quedó convertido en un héroe. Como el tipo también le echó morro al asunto, su entrada en el mundillo del colorín y del marrón fue triunfal. Del dinero sólo se recuperaron 175 millones, pero eso no fue óbice para que un juez magnánimo le enviase a prisión por el módico precio de tres años y cuatro meses, que como es lógico no llegó a cumplir. (En este país de coña los presos se portan tan estupendamente bien que siempre son puestos de patitas en la calle antes de tiempo, para así agradecerles los servicios prestados. Uno empieza a dudar si el sitio más seguro, confortable y bondadoso de este país no será la trena).

Antes, durante y después, el Dioni siguió apareciendo en los medios demediados contándonos chistes, vomitando un librejo  y hasta grabando gorgoritos musicales. A nuestro héroe moderno (que tiene biografía en la Wikipedia, faltaría plus) le dedicó una cancioneta el Sabina y en las mejores telemierdas se lo rifaron para que asomase su careto en ellas. Su delito (que aunque lo vistan de seda fue un atraco como la copa de un pino) provocó la bancarrota de la empresa Candi y el paro de quien por allí curraba, pero eso a quién demonios le importa. En el país de la coña trae más cuenta ser pícaro que honrado, mamón que digno, cateto que ilustrado.

Al ex ladrón (dice la noticia que ahora trabaja como agente inmobiliario en Lepe –Huelva) todavía le falta una estatua en una plaza, que le harán algún día de estos: “No creo que Roca y Julián Muñoz sean capaces de hacer una tarta con el pueblo de Marbella y celebrarlo allí: la diferencia es que ellos han robado al pueblo y yo a los que nos roban a todos los españoles”.  Sólo le ha faltado decir que el dinero que no ha aparecido lo repartió entre los pobres… Quizás sea un cachondo, pero en el país de la coña algunos estamos hasta el corvejón de gente así.

Tan cachondo –salvando las distancias- como algunos de nuestros gobernantes que, después de dar dinero a espuertas, han decidido aligerar el bolsillo de la ciudadanía subiendo los impuestos de los carburantes y del tabaco cuando mucha gente está con una mano delante y otra detrás. Todavía recordamos algunos (maldita memoria…) cuando don Jetapé afirmaba sin despeinarse que “bajar los impuestos era de izquierdas”.  Claro que la elevación impositiva  actual (y las que vendrán) se produce por nuestro propio bien: la mejora de la salud o la disminución de los gases tóxicos. La nueva política de multas en las carreteras (donde superar la velocidad permitida en un kilómetro puede significar 100 eurillos de dádiva al Estado) es otro ejemplo: el personal bajará la velocidad diez kilómetros menos, por si las moscas, y así ahorrará cantidubi de combustible..

Ya digo, entre los golfos y las otras hierbas, estamos la mar de divertidos en este país de coña. Tanto nos reímos algunos que, como en mi caso, he tenido que pedir cita urgente al cirujano maxilofacial para que me recomponga la mandíbula, descuajeringada de tanta carcajada. ¡Qué mal negocio es ser gente honrada y seria!      

0 comentarios: