miércoles, 17 de junio de 2009

ABUSANDO DE LOS ABUELOS

 
La mayoría de ellos tuvieron una infancia pobretona, cuando no pasada por hambre. Muchos de ellos apenas pudieron acudir a la escuela por lo que sus saberes se redujeron a los  que la calle y la familia les pudieron aportar. Pronto tuvieron que ponerse a trabajar para echar un cable en casa. Como el porvenir era incierto y demoledor, un gran número de ellos cogió el petate y se marchó a otras tierras, de España o del extranjero, en busca de una vida mejor. Algunos se quedaron en el camino aunque una mayoría consiguió enraizarse (llevándose incluso a otros miembros familiares) en su nueva tierra de adopción. Estaban acostumbrados a sufrir así que lograron soportar los duros trabajos y las difíciles condiciones del nuevo horizonte.

Con el tiempo formaron una familia. Les empezó a entrar algo de morriña, especialmente cuando los hijos se fueron haciendo mayores. Tuvieron que estar al cuidado de sus padres, gente que había vivido y padecido una guerra. Mal que bien lograron ir tirando para adelante. En esas que les llegó la jubilación. Encallecidos, quemados de tantas preocupaciones y dificultades, con una paga casi siempre miserable, pensaban que ahora podrían descansar un poco. La vida, si la salud acompañaba, podría alegrarles un poco los últimos años. Pero no sabían que los tiempos ahora habían cambiado. Los hijos tienen también sus preocupaciones: pagar la hipoteca, divertirse un poco, descansar del estrés cotidiano… Y en medio están los nietos. Esos enanos que apenas ven a sus padres porque estos salen de casa a tempranas horas y regresan al atardecer gracias a unos horarios laborales infernales a los que ningún gobierno (ni siquiera “progresista”) se atreve a meterle mano. ¿Qué hacer con los críos? ¿Quién los llevará al colegio, les dará de comer al mediodía, los recogerá al final de la jornada laboral y los entretendrá hasta que sus adorados papis regresen con el sueldo suficiente para pagar el cuchitril del adosado (o pisejo), la televisión de plasma y el viajecillo a Canarias? ¡Pues el abuelo, la abuela o ambos!

Y ahí los tenemos. Son miles y me quedaré corto: algunos millones. Todos los días se encargan de ocuparse de sus nietos –sin su ayuda estarían medio huérfanos- e incluso, en época vacacional, para que sus papis puedan tomarse unos días de asueto. Los ves cogidos de la mano de sus nietos, preocupados, algunos enormemente estresados porque hoy día estos críos no obedecen a nadie y en cualquier momento se les puede ocurrir cualquier majaronada. Lo que iba a ser una jubilación de júbilo se ha convertido en una obligación más, casi en un trabajo. Sus hijos saben que nunca les dejarán en la estacada y por eso algunos abusan. Y los abuelos, qué van a hacer, a fastidiarse porque al fin y al cabo ellos ya lo han sido todo pero esos niños pequeños no tienen porqué padecer las incomodidades ni excentricidades de unos tiempos que han convertido a los chaveas en los reyes del mambo (pura ilusión) a costa de no pertenecerles la calle, de ver a sus padres menos horas de las necesarias y de vivir con unos horarios de “trabajo” cercanos a los de sus progenitores. A costa de no tener infancia. Algunos, pobrecillos, entran al cole a las siete y media de la mañana, a lo que ahora se llama Aula Matinal; luego pasan a las clases a las nueve y tras cinco horas –si no hay abuelos que lo remedien- digieren algo prefabricado en el comedor colegial, con un ruido ensordecedor, para luego seguir con actividades extraescolares, que a ver dónde demonios vamos a meter al niño si todavía nosotros estamos dándole al pico y la pala. Ante tal panorama no puede extrañar que si hay un abuelo o abuela cercanos, intenten echar una mano al mocosete (ojo, a veces hay más de uno), cuya vida futura será muy dura, pero no es plan que la empiece tan temprano. Y en esas están muchos de nuestros abuelos queridos: acortando su propia vida en beneficio de la de sus hijos y nietos. Lo que debería ser una ayudita circunstancial, esporádica o amorosa, para muchos se ha convertido casi en una obligación, en un deber, en un trabajo.

El final de esta croniquilla social lo dejaremos en blanco. Muchos de nuestros abueletes no recibirán siquiera el premio que merecen: el calor de un hogar cuando los nietos vuelen por sí solos. Si no la palman antes, podrán comprobar cómo los hijos se volverán aún más egoístas –cuántos ancianos son abandonados en hospitales o residencias cuando llega el verano, como si fueran perros…- y ya ni siquiera los vecinos podrán ser una ayudita en momentos críticos porque hoy día la vecindad ya no es lo que era en sus tiempos mozos. Hay generaciones que nacieron con mala pata y  mucho nos tememos que acabarán con igual sino. Claro que, siendo optimistas, no veas el panorama que les espera a sus hijos y nietos… ¿Empezamos, por ejemplo, por el divorcio de los papuchis del mocosete?

PD: También existe la versión romántica pero en las Paridas no nos dedicamos a esas cosas…

2 comentarios:

Freixo dijo...

Mi querido Don Juan:
Esta forma de vida (niños desquiciados por horarios infernales, padres desquiciados por trabajos estajanovistas, abuelos desquiciados por verse a si mismos al final de su vida, como esclavos de la familia) la ha propiciado una sociedad en la que yo (y Vd., creo) poco hemos hecho ó podido hacer, y eso sí precisaba un ministerio zapateril sustitorio del aidiano igualitario que nadie pide (salvo Bibí, que chupa del bote a cuenta de ello). Pero nada....tienen (tenemos) el IMSERSO que contribuye con su gastronomía a equilibrar (mejor, reducir) los costes derivados del incremento de la esperanza de vida. Y si no que se lo pregunten a una porrada de vejetes diabéticos por adquisición en la tercera edad.
Quede con salud, ahora ya en el pais de la coña permanente.
Freixo.

Juan Puñetas dijo...

A esta forma de vida recuerde que le llaman "calidad de vida". Que para calidad, digo yo, el modus vivendi de los pingüinos, que ni tienen que fichar, ni coger el coche, ni tienen diabetes.

Le tomo prestada su última frase referida a España como el país de la coña permanente. En el siguiente articulillo lo entenderá.