jueves, 22 de enero de 2009

LO QUE TENEMOS, Y LO QUE SE AVECINA, VECINA...

Dice muy sabiamente el refranero que “cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Sólo son las primeras pero vendrán más. El Estado de California, uno de los más ricos de los EEUU, ha entrado en bancarrota: no tiene un puto dólar para devolver impuestos, subvenciones a familias necesitadas, becas, costear servicios públicos… La insolvencia de las cuentas públicas es total, adeudando casi 4.000 millones a los ciudadanos. El déficit fiscal es superior a los 42.000 millones de dólares. El gobernador del Estado, un tal Arnold Schwarzenegger (que mejor regresase al cine, donde tiene más éxito) está con la soga al cuello y ningún guionista de Hollywood va a conseguir que la peli de terror acabe bien por arte de magia. La interrogación es clara: ¿Quiénes seguirán el camino de California, dentro y fuera de los USA?

Claro que si un Estado tan rico como el californiano se ve con estos harapos, echen cuentas de cómo podemos vernos en Spain muy pronto. Andalucía, por ejemplo, cuyos gobernantuchos siempre han visto en California el modelo al que aspirar. “Andalucía será la California de Europa” –decían año tras año para embaucar al personal, habitualmente creyente. Queridos trileros, ya os  falta menos para conseguirlo.

El porvenir, no es por nada, se avecina más negro que Obama. Cada día cientos de empresas cierran o despiden a personal. Como la cigarra de la fábula, en los numerosos años de bonanza económica no ahorraron nada (los beneficios se los gastaron en farras y salvas); llegado el crudo invierno  aquellos que debieron ahorrar cuando las vacas gordísimas, no tienen fondos en la caja fuerte.  Ahora la solución es la clásica de toda la vida: usar a los trabajadores como si fueran colillas o pañuelos de limpiarse los mocos. Los que deben tomar medidas para controlar y enderezar el entuerto –evitando que se aplique el capitalismo más salvaje- sólo tienen como genial idea que compremos productos de la tierra. Si piensan igual los millones de turistas  extranjeros que nos visitan cada año (milagrosamente el turismo todavía se mantiene vivito y coleando), se quedarán en su casita y nos vamos a enterar de lo que es el hundimiento del Titanic.  Así que, dales ideas, Miguelito, ministrito de Industria sin Industria, dales ideas…  Del que se encarga (es un decir) de la macro economía nada se espera salvo que un día aparezca extraviado en alguna Oficina de objetos perdidos. (¿Y qué se sabe de los 17 ministrillos de Economía de las respectivas autonomías? Ni arriman el hombro ni se les conocen grandes ideas o actuaciones. Ellos se limitan a cobrar a fin de mes, que no es poco esfuerzo).  A lo sumo, la colorida y atiborrada troupe de politicastros o parásitos que padecemos, pierde el culo por controlar las Cajas de Ahorros o concentrarlas en beneficio propio y de sus respectivas sectas (partidos). En Madrid, hay un cacao tremendo por mangonear en exclusiva Caja Madrid como si fuera propiedad de los gobernantes. En Andalucía, andan buscando la fusión de las cajas para asegurarse todavía más el control, aún a costa de disminuir la competencia y la oferta al ciudadano. 

El día que estalle la burbuja autonómica (ese dragón con 17 espumosas y gastonas cabezas), lo de California va a ser de juguete, aunque auguramos que –llegado el caso- los máximos responsables del desastre seguirán dando muestras del cinismo habitual mientras los curritos seremos quienes nos comeremos las piedras. Un ejemplo es lo que está pasando con la próxima huelga de jueces. Quienes tienen más responsabilidad en el caos judicial (gobiernos, legisladores, consejos del poder judicial y mandamases varios) se lavan las manos y tachan de irresponsables a los jueces de a pie, que son quienes tienen que bregar todos los días con las infraestructuras decimonónicas aún vigentes por culpa de aquellos. Eso sí, el ministro del ramo, no hace mucho, se gastó un pastón del erario público para arreglar el pisito en que vivirá gratis total hasta que lo cesen. En fin, el mundo al revés, donde los golfos se las dan de juiciosos y los que sufren el caos encima tienen que aguantar que les echen la culpa de todo.

Mientras tanto, que no falte carnaza al personal para que se distraiga y no vea que Roma se quema mientras la lira tañe bellas trolas. El Parlamento sigue de vacaciones (en realidad está casi todo el año) y lo que priva es el sucedáneo del intercambio televisivo con cien ciudadanos hábilmente filtrados y decantados para que –en la telecaca pública- pregunten al Presidente Profidén las cosas más peregrinas: ¿Cuánto vale un café? Y mientras a la madre que dio un bofetón al niñato de su hijo de doce años le aumentan a 67 los días de cárcel y a un año y 67 días la prohibición de ejercer de madre, España aparece como el país predilecto por la Camorra. Y es que, para las minucias son muy exigentes y "echaos palante" pero para los asuntos de comer y de la seguridad se la cogen con papel de fumar. ¡Qué país y qué paisanaje, que decía el clásico!

2 comentarios:

FREIXO DE ESPADA A CINTA dijo...

¡Vaya cabreo que tiene, egregio Profesor¡
Veo que, ante tanto desafuero, ante tanto choriceo, ante tanto politicastro,..comienza a perder su habitual flema británica....perdón, digo andalusí.
Convénzase: Esto no tiene arreglo.
Sigamos, pues, todos juntos, por la senda de dar la vara a todo pasto.
Yo también sigo dando el coñazo en mi página, tan vitriólico como siempre.

Juan Puñetas dijo...

Uno ya no tiene fuerzas ni para cabrearse. Prefiere, como señala, la crítica ácida, mordaz y hasta britanizada, más como defensa personal que como un buen ataque. Simplemente hay cosas de las que uno ya está hasta el tupé. Seguiremos por la senda que nos hemos marcado -la primera, pasarlo bien- mientras el cuerpo aguante y que no es otra que cachondearnos un poco de los que se ríen de nosotros. Más que nada para no agarrar una úlcera de estómago (la salud es lo primero) y para que la mollera siga discerniendo claramente entre lo que es cabal y sensato y lo que clama al cielo. Uno no pretende tener la razón ni la busca: simplemente no quiere ser un panoli que se trague carros y carretas sin el más mínimo espíritu crítico. Si es así y nos engañan como a chinos (los últimos timos me lo están dando Telefónica y Gas Natural, por ejemplo), ni le cuento lo que harían de ser -a nuestras maduritas edades- unos correctísimos tragaldabas.