domingo, 25 de enero de 2009

DEL OBSCENO CULTO AL LÍDER


Prefiere el Puñetas mil veces a una persona independiente, crítica, medianamente objetiva y serena de ánimo a una aplaudidora, partidista, claramente subjetiva y fácilmente irritable. Uno no sabe por qué paisajes deambula la verdad y la razón, pero sí intuye que bien lejos de los habituales meapilas, cantamañanas, aplaudidores, pelotas y babosines del poder, que cada vez abundan más que las malas hierbas.

Leo hoy una entrevista en el diario EL MUNDO a un tal Tomás Gómez, del que el periódico resalta el siguiente titular: “En España ya hay un Obama. Se llama Jose Luis Rodríguez Zapatero”.  Hete aquí a un pelotillero de campeonato –me dije- antes de comprobar que quien decía semejante sandez era el Secretario General del PSOE de Madrid. Otra entrevista : “Zapatero es un líder en la lucha contra el hambre”. Así pelotea  la camarada Soraya Rodríguez, Secretaria de Estado de Cooperación Internacional.  Digámoslo alto, claro y hasta con mayúsculas: EL CULTO AL LÍDER ES, SENCILLAMENTE,  OSBCENO. (En esta línea, lo que estamos viviendo estos meses con el nuevo Presi de los EEUU es rigurosamente patético).

Uno comprende los méritos que los subalternos han de hacer ante el jefe y que el deslumbramiento  que produce estar en un cargo o puesto político/laboral probablemente inmerecido (el mayor mérito suele ser “pertenecer al partido gobernante y ser amigo de un amigo del líder”) obnubila la mente y convierte en rey a quien es un simple paje, pero cuando el halago riza el esperpento entonces la natural comprensión deviene en puro cachondeo e irritación.

Emparentado con lo antedicho recojo un artículo de Jose María Carrascal, publicado hoy en el diario conservador ABC, que ilustra sobre ese esperpéntico culto o idolatría al líder, haciendo de la cruda realidad una mentira piadosa, cuando no convirtiéndola en simple fantasmagoría.   

“(…) Una actriz de cuyo nombre no quiero acordarme declaraba hace poco que «en derechos civiles, España gana a Francia». Demostrando no saber qué ocurre en España, donde ha nacido o qué ocurre en Francia, donde ha rodado alguna película. Aunque lo más probable es que no sepa lo que son los derechos civiles. Derechos civiles no es tener unas leyes audaces y rutilantes como joyas que se exhiben ante las amistades. Derechos civiles es que no le dejen a uno tres días, o tres horas, tirado en un aeropuerto sin darle explicaciones. Derechos civiles es contar con una justicia que resuelva nuestras demandas en un plazo razonable, sin tener que esperar años a verlas resueltas. Derechos civiles es poder enviar nuestros hijos a una escuela pública donde se enseñe en el idioma común a todo el Estado. Derechos civiles es poder elegir el diputado que va a representarnos en el Parlamento, al que podamos dirigir nuestras quejas, con la garantía de que serán atendidas.

Derechos civiles es tener asegurado el descanso nocturno, sin que se vea disturbado por un local ruidoso en las inmediaciones, por una panda de adolescentes vocingleros o incluso por la algarabía organizada por las autoridades de nuestro barrio o municipio, financiada encima con nuestro dinero. Derechos civiles es disponer de una enseñanza pública de calidad, que permita a todos los niños y niñas del país alcanzar una preparación suficiente para obtener un empleo al nivel de su inteligencia y aplicación. Derechos civiles es que todos los ciudadanos paguen los mismos impuestos y no haya partes del territorio nacional que aporten menos a los gastos comunes. Esos son los derechos civiles en Francia y en todas las democracias desarrolladas, mientras en España pueden estar en la letra de las leyes, pero no en la práctica de la calle, y algunos de ellos, ni siquiera eso, ya que hemos consagrado constitucionalmente la desigualdad tributaria, algo que va contra la esencia misma del estado de derecho (…).

En cualquier caso, reducir los derechos civiles a los matrimonios homosexuales y a la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, como hace la aludida actriz, no es tomar el rábano por las hojas, que sería hasta cierto punto disculpable dado su horizonte intelectual, sino confundir el culo con las témporas, dicho sea sin segundas.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo del peloteo es consustancial a la idionsincrasía hispánica, y eso lo hemos practicado todos -con mayor o menor intensidad, duración, desvengüenza, etc. Lo hacíamos casi siempre bis a bis con el "edulcorado", por aquello de que teníamos todavía cierta vergüenza.
Pero...esto de los politicos es una coña, porque los tíos, no solo lo publicitan urbi et orbe si no que nos toman por imbéciles.
Y ¿para que hablar de los derechos civiles, si hasta nuestra Constitución casi habla siempre de derechos y muy poco de obligaciones, como si todos los derechos no llevasen en la alforja alguna obligación?.
Así nos luce el pelo como si fueramos todos alópetas.
Salud.

Juan Puñetas dijo...

El primer derecho civil que debería estar marcado a fuego en el frontispicio de la democracia española sería -ya lo dice usted claramente- que no nos tomen por imbéciles. Espero que en estos días de viento y cortes de electricidad por el norte español no haya sido afectado porque esa es una prueba de la tomadura de pelo a que solemos estar sometidos: caen cuatro copos de nieve, el viento pasa de los 100 kms hora, sin llegar a la categoría de huracán, llueven cuatro gotas y es que se paraliza parte de la vida cotidiana de esta octava potencia económica mundial. Dios mío, qué pasará en la que ocupa el puesto número 50.

El peloteo es consustancial al bichejo humano, pero debe practicarse con cierta gracia e inteligencia. Lo que hacen algunos especímenes conocidos más que peloteo entra dentro del baboseo o lameculeo, que es una variante que entra ya en la perversión no sólo intelectual sino -si me apura- moral. Salud igualmente y que no nos pase ná...