miércoles, 14 de mayo de 2008

ETA: LA VIDA SIGUE IGUAL

Hace unas horas la serpiente de ETA volvía a hacer patria poniendo una bomba en un pueblo de Álava, acabando con la vida de un joven sureño que se ganaba el pan trabajando en la Guardia Civil y soñando con regresar en unos meses a tierras más cálidas y generosas donde le esperaban su mujer e hijo. Con su cobarde asesinato (otros guardias salvaron la vida porque afortunadamente los milagros existen) los orates etarras han santificado a los piratas somalíes que no hace mucho secuestraban a un pesquero vasco: todavía hay clases en el mundo del hampa.


Dentro de unos días, semanas o meses los asesinos serán encontrados y encarcelados. Al fin se habrá hecho justicia, pero el guardia –como tantos cientos de víctimas inocentes- seguirá pudriéndose bajo tierra. Si estos fanáticos del terror alguna vez consiguen su objetivo bien podrán presumir de haberlo alcanzado pasando sobre los cadáveres de centenares de muertos inocentes. Hasta es posible que los futuros libros de historia de un cortijo vasco independiente se vanaglorien de semejante hazaña. ¿Cómo comparar la irrepetible vida de unos vulgares seres humanos con la gloria celestial de una patria “en libertad”? La libertad dulce y bella que disfrutan los muertos que vos matásteis…


Pero todo sigue y seguirá igual tras el bombazo y la carnicería. Los políticos repiten (se las saben de memoria) las mismas frases, las mismas promesas, las mismas bobadas. Y el coro de los medios de masas se une plañideramente, aumentando los ecos de las voces. “Las fuerzas políticas, unidas ante ETA” Qué proeza, ¿verdad, señores diputados? “Si estamos unidos, el final de ETA está más cerca”. Sí, don Zapatero, ya sólo faltan otros cuarenta años y otros mil muertos más. “La banda terrorista quería cometer una masacre”. ¿Y eso le parece novedoso, señor ministro? Todos a coro: “La democracia se impondrá”. Pues sí, ya se ve…


En el lado de los llorones vascos se repite la misma cantinela, pero con matices. El gran Lendakari dice a sus hijos descarriados: “¡No digáis que es por la patria vasca”! ¿Por qué lo hacen entonces, cínico Ibarreche, por amor al arte? Los vecinos del pueblo afectado afirman, compungidos, que nunca imaginaban que esa barbarie podría ocurrir allí. Otros que se caen del guindo. ¿En qué país se creen que viven? Los chicarrones de ANV, Batasuna y restante patulea andarán todavía con la resaca del champán celebrando el éxito de la misión liberadora. ¿Violencia? ¿Qué violencia? ¿Cómo van mañana a condenar la muerte de ese guardia si eso no arregla ni soluciona nada? Y en esto, mal que nos pese, tienen razón. Pasarán los días y todo volverá de nuevo a la rutina. Los vivos y vivales al bollo y el muerto al hoyo. Y hasta la próxima. La vida sigue igual. Un eterno sin sentido, una circular estupidez, una vulgar masturbación política a cuatro manos: los asesinos, sus palmeros, los polichinelas de ambas orillas y el público que ve la representación sin enterarse de nada, salvo cuando la bomba les estalla en sus mismas narices y les produce cierto dolor de oído.


A ver si nos enteramos de una vez: ETA no existiría sin la cobertura que les ofrecen sus palmeros y parte del público circundante que vive en el País Vasco. Los asesinos matan con la cobertura de miles de cómplices morales, económicos, políticos y hasta religiosos. ETA aún existe por el miedo, la improvisación, los particularismos, el laissez faire de muchos gobernantes y fuerzas vivas españolas y francesas que han optado desde siempre porque el problema se pudra antes que cerrarlo en falso, con ganadores y perdedores. Como si el campo de batalla no estuviera ya cubierto de perdedores de todas las especies. Quinientos procesos de paz, tropecientas treguas, miles de exiliados, millones de declaraciones de buena voluntad, paisajes arrasados pero vueltos a reconstruir, miles de guardaespaldas en una tierra sangrienta donde a la libertad ni se la conoce ni se la espera, consultas a la gente que o son trucos de magia o jamás se realizarán porque a nadie interesa saber la cruda realidad, ni siquiera a los asesinos. Lo que ocurre en el País Vasco viene siendo una indecencia desde hace varias décadas -en realidad la cosa es indecente desde mucho antes de inventarse ETA- y aunque quisiéramos hacer abstracción de los violentos, los mafiosos y los asesinos, jamás podríamos borrar la miserable actitud de ese PNV meapilero, ni el crimen de Estado del Gonzalato ni la entrega de más carnaza estatutaria que sólo es una huida hacia delante.


En eso llevan años y años los unos y los otros: en una permanente huida hacia ninguna parte, sin llamar a las cosas y a las gentes por su verdadero nombre, sin tomar medidas drásticas en una u otra dirección… o en las dos direcciones. En política un cuerpo social enfermo irremediablemente conduce al horror. Demasiado tiempo llevamos instalados en ello como para que podamos soportar más años la misma imbecilidad. ¡Que se vayan! –gritan muchos desde dentro del cortijo. Quizás es hora de plantarse y empezar a dejarlos solos. O quizás es hora de suspender temporalmente la autonomía o de recuperar ciertas competencias para el Estado. Quizás ha llegado el momento de plantarse y cerrar definitivamente las transferencias y el hacernos cada vez más desiguales. O quizás ha llegado el momento de consultar al pueblo vasco desde el mismísimo Estado, de cerrar fronteras con Francia para controlar el tejemaneje etarra, de conceder ayudas para que los vascos que lo deseen se marchen a vivir fuera de aquel infierno, de hacer un boicot económico a todo lo que huela a Mondragón o de retirar las fuerzas de seguridad y que sea la policía y el gobierno vasco los que carguen exclusivamente con el mochuelo. El abanico de actuaciones, en una u otra dirección, es enorme aunque siempre será discutible. Más discutible es que llevemos tantos años con la misma cantinela: asesinatos, detenciones, nuevos asesinatos, nuevas detenciones, palabritas del niño Jesús, mentiras y “ya pasará la tormenta”. El cáncer se cura, por si no lo saben…


PD: En Málaga, la ciudad a la que el guardia asesinado quería regresar en unos meses, la Junta de Andalucía acaba de parar el derribo de un edificio en ruinas porque en él los pájaros han hecho de ella su casa habitual. Hay 43 nidos en plena reproducción y los aviones y vencejos, catalogados como Especies Protegidas, no pueden ser molestados de ninguna de las maneras. Cuando termine la época de nidificación y se compruebe sobre el terreno (allá por el mes de agosto) se verá qué se hace con el inmueble ruinoso. Tras esta noticia, al Puñetas se le caen las lágrimas de la emoción. Y ahora que el sufrido lector haga las metáforas pertinentes, saque las conclusiones comparativas que le salgan del níspero y se una también a la emoción puñeteril. ¡Qué bello es vivir en ciertas partes de España! Sobre todo, si eres un vencejo o un avión en tu nidito de amor. En otras, según algunos, lo bello es morir. ¿Será esto la España plural o diversa?

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