Ha sido muy comentado en tabernas y mesones el hecho de que la hermana de la mujer del hijo del rey de España haya puesto una demanda en los juzgados contra un montón de medios de comunicación (¿) pidiendo que no sea fotografiada cuando sale a la calle a comprar el pan, o el periódico, o simplemente cuando se toma una cerveza. Todos sabemos que doña Telma (que así se llama la señora hermana de tal y cual) es un personaje capaz de dar noticias a todas horas, razón por la cual los buitres de la prensa y televisión rosa, verde y marrón pierden el culo por fotografiarla y darnos la buena nueva. Esa buena nueva sin la cual los comunes mortales no podríamos vivir en paz y armonía ni conciliar el sueño por las noches. Pero resulta que la doña es muy suya y está hasta el copetín de que la persigan por tierra, mar y aire cuando ella no quiere saber nada de cámaras, de fotos ni de mafias desinformativas. Los mamones paparazzi han llegado a perseguirla en coche intentando emular aquellas bellas escenas que acabaron con la vida de Lady Di, la han obligado a parar en el arcén para hacerle fotografías (menos mal que no le han quitado antes la ropa para mostrárnosla en cueros vivos) y han conseguido que por tres veces doña Telma se haya cambiado de domicilio a ver si así despistaba a los moscones de mierda, pero ni tu tía, ni tu hermana, ni el príncipe ni el mismísimo rey. Tiene que joderse con ser personaje “público” porque ha tenido la desgracia de tener una hermana ascendida a princesita por amor. Con su vida sencilla y accesible, sin escoltas ni chófer, los defensores de la “libertad de expresión” han visto que el beneficio superaba con creces al riesgo: un buen negocio con el que llenar la faltriquera. Que es a donde va a parar su cantamañanera libertad de expresión y su no menos hipócrita “derecho a la información”. (Si es “información” capturar con las cámaras a una tía con una barra de pan bajo el brazo, paseando por la calle, que venga entonces un regimiento de profesores de Primaria y desasnen a esta pandilla de analfabetos e ignorantes).
En vista de todo lo cual, doña Telma Ortiz se ha ido a los juzgados, creyendo la pobre que en este país la justicia no es ciega e idiota. Y se ha encontrado, claro, con que la señora juez la ha catalogado de “personaje público”, así que no se hable más: a aguantarse tocan. Y si no estás de acuerdo, rica, siempre te quedará el exilio o el suicidio. Pero antes, si no te importa, pagas el coste económico de todo el lindo berenjenal que has montado. Y ahora, ñoras y ñores, enchufen Telepingo y rebobinen con el bello vídeo que el Puñetas les ha buscado por el Youtube, donde verán que la hermana de la ilustrísima Leticia no tiene razón alguna. (Veánlo en la Videoteca de más abajo). En él, cuando estaba embarazada, se observa cómo una jauría de hienas, cámaras en ristre, acosa a la hermanísima y su querido, hasta que consiguen hacerse un hueco entre las fieras y pueden salir huyendo. Una escena muy didáctica. Y vean a la tal con su barrita de pan bajo el brazo, siendo perseguida por una cámara porque “el pueblo quiere saber si la doña lo come integral o de mantequilla”. Y vean hablar, poco después, al rey de los fulaneos, los chismorreos y los compadreos, un tal Jaime Peñafiel, cuya vida periodística se la ha currado siempre con este tipo de mamoneos, sentando cátedra con un aire tan suficiente que dan ganas de darle un Valium.
Menudas fortunas y sueldos llevan sacándose muchos a costa de los famosos, los personajes de proyección pública, aquellos que se desnudan en cuerpo y alma para también auparse al carro y ganar fama y dinerín y aquellos que pasaban por ahí, pero a los que también cogieron por banda. Un negocio perfectamente lícito y legal, disfrazado de “libertad de expresión” y de “libertad de información”. Pena de millones de árboles que hay que talar para hacer revistas como Hola, Semana, Diez Minutos y otras bazofias. Pena de energía eléctrica gastada para que en los estudios de radio y televisión la noticia de portada (y el debate) sea que la Anita Obregón ayer llevaba las bragas a media asta o que la Belén Esteban se casa con Periquillo el de los Palotes. Lo ha dicho muy clarito Ana Belén, que hace años se las tuvo tiesas con estos tipos de la prensa marrón: "Esta mujer (Telma) no pertenece a la familia real, no es su trabajo y no cobra por ello y, por tanto, tiene derecho a tener una vida privada como todo el mundo, tiene derecho a que se le respete". Pero claro, ésto no es Inglaterra, donde por hacerle fotos en las Maldivas a una pareja de bufones del cine, en plan vacacional, han multado a la agencia pirata de “prensa” con 75.000 euros del ala. Esto es Spain, ñores y ñoras, donde el deporte nacional es pasarse por el arco del triunfo el derecho a la intimidad de cualquier mindundi, desde el rey al indigente que duerme sobre unos cartones en medio de la acera. Eso sí, de lo único que no informan estos buitres es de sus señoras madres y santas esposas, que supongo también tendrán sus devaneos y cosillas. Por ejemplo, también saldrán a comprar el pan, ¿no?
No está claro qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero sí que primero fue la mierda y luego vinieron las moscas. Hay millones de cotillas y chafarderos que compran y ven los programas y revistas del “colorín”, exigiendo diariamente su ración de carnaza, pero habría muchos menos si estos fabricantes de basura se dedicaran a barrerla de las calles en vez de publicarla a través de sus megáfonos mediáticos. Claro que entonces su jornal y negocio no sería tan boyante… Es de lo que se trata, artistazos, que sois unos artistazos…
== VIDEOTECA ==
UN DERECHO HUMANO: EL DERECHO A LA INTIMIDAD
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