viernes, 1 de junio de 2007

EL CINE ACTUAL, UN TRATADO DE PSICOPATOLOGÍA


No sé qué me pasa, doctor, pero cuando alguien me propone asistir al último estreno de la película de moda, empiezan los picores a recorrer mi cuerpo serrano y la urticaria se adueña pronto hasta de mi alma. Como casi siempre suele ser una peli norteamericana, llena de acción, aventuras y tropecientos efectos especiales de ordenador, suelo escaquearme del asunto diciendo el ocurrente…


-Chico, esa ya la he visto.

-¡Pero si la van a estrenar en España pasado mañana!

-Es que me la bajé del interné ese… Además, que ya estoy harto de ver el Capitolio, el puente de San Francisco, los cochazos de los yanquis, las escenas de restaurantes de pega con sabrosas hamburguesas y, sobre todo, harto de ver toneladas de tomate cubriendo decenas de cuerpos despanzurrados por bombazos, tiroteos y otras lindezas.

-¡Tú lo que eres es un rácano, que no quieres soltar los 8 euros que cuesta el espectáculo, más los 5 de las palomitas y la cocacola!

-Uf, encima eso. Soy alérgico al maíz transgénico y con la cocacola me sube la tensión… Estoy hecho un asco, chaval…


Hoy, doctor, quiero decirle que lo mío es más grave. Pienso que casi todos los directores y productores de cine son unos psicópatas, visto que la mayoría sólo se interesan en las terribles historias de los asesinos en serie, del narcotráfico, de la mafia… Yo, que soy un ser absolutamente normal, jamás podré ser el inspirador de un guión para una futura película de éxito. Verás como el De Juana Chaos ese tiene un peliculón en cartelera dentro de unos años. Si hasta el guaperas del Kevin Costner acaba de meterse en la piel de un asesino con una doble vida... Y los hermanos Cohen han presentado en Cannes una cosa “nueva” sobre los amables chicos del narcotráfico, llena de balazos y sangre. Y el Tarantino, otro tanto… A este paso las pantallas cinematográficas van a chorrear sangre de verdad.


El buen hombre me ha mirado de reojo con una sonrisa maligna, ha sacado del cajón un puñal XXL y ha intentado clavármelo en el hueco de la tercera vértebra intercostal. He logrado devolverle la jugada, y la mía ha sido más efectiva. Se lo he clavado en pleno ojo derecho (ya jamás podrá votar al PP) y luego hemos proseguido la danza de muerte y asco hasta dejar la consulta hecha un plató de cine moderno. Alguien ha dicho “corten” y todos hemos aplaudido. Tras salir de aquel garito nos hemos ido a protestar por la guerra de Irak y todas las guerras del mundo bajo una pancarta gigante donde se leía con letras bien claritas: “Violencia, no. Paz y requetepaz”. Pues eso…

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