martes, 19 de junio de 2007

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA: NI MILAGROS NI SECTARISMO


Andan las aguas revueltas sobre la nueva asignatura que el Gobierno pretende meter con calzador en el pie semidesnudo de la educación obligatoria: Educación para la Ciudadanía. Como en casi todas las reformas de este tenor, hay quienes las ven como panacea que alumbrará un hombre y un mundo nuevo, mientras que para otros la cosa es otra vuelta de tuerca a favor de la ideología de los gobernantes. Para unos, bastará con impartir un par de horas semanales de esta asignatura para que, como por arte de magia, desaparezcan ciertos comportamientos incívicos de nuestros jóvenes, hartos de todo aunque porten una maleta repleta de nada. Para los detractores de la nueva asignatura, lo que se pretende es adoctrinar a las futuras generaciones en valores discutibles o, cuando menos, que no son patrimonio sino de una parte de la sociedad.


El Gobierno, con esa meapilez que le caracteriza, lo dejó clarito en la presentación de la asignatura: “Enseñará a los alumnos a aprender a reunirse desde muy pequeños, a discutir aceptando la opinión del contrario y a elegir a sus representantes, entre otras cuestiones. Se trata de educar a los niños y adolescentes en el ejercicio de sus derechos y de sus libertades”. A lo que el Puñetas responde con el famoso grito de guerra de los escépticos y descreídos: tururú… Ni hará mejores ciudadanos ni hará mejores borregos, como dicen los fanáticos de uno y otro signo.


No hay quien se lo crea. Ni el nuevo tenderete será una reedición de aquella famosa “Formación del Espíritu Nacional” del franquismo, ahora en versión democrática y progre. Ni será pura y lisa “comedura de coco” de las mentes infantiles. Los que saben de la tiza, las aulas y esas cosas, conocen la cruda realidad: no hay magia potagia en la educación, porque esta es un fiel espejo del sistema social. En los coles e institutos, hasta en las clases de matemáticas, se intenta inculcar en los alumnos valores tan nobles como el diálogo, el respeto, la amistad y esas cosas que hoy día han quedado casi obsoletas. Frecuentemente los buenos deseos docentes quedan en el simple intento porque en la vida real esos valores no se viven en los mass media, en el famoseo, en la política, en las finanzas, a veces, ni siquiera en la familia.


La asignatura de Educación para la Ciudadanía es otro ejemplo más de propaganda gubernamental y de contra-propaganda de las sotanas y aledaños. Es como empezar la casa por el tejado. Los autistas del poder terrenal y celestial (los unos, sólo escuchan en periodos electorales; los otros, sólo cuando llega la declaración de la renta) se creen que nos chupamos el dedo. Que se lo digan a los profesores, por ejemplo.

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