martes, 8 de mayo de 2007

EL POLLO DE LA PANTOJA


Hay hechos, noticias o situaciones que definen perfectamente, con precisión casi milimétrica, el enorme putiferio en que andamos engolfados en estas Españas de nuestros pecados y majaderías. La detención de la Pantoja, allá en Marbella, dentro de la Operación Malaya (un entramado de corrupción que hasta el más idiota sabía de su existencia desde hace la tira de años, aunque han esperado a que se muriera su cabecilla, un tal Gil y Gil, para empezar a tirar de la manta, -y para que el tiparraco no tirara de la suya…), ha sacado a la luz tres de los males más desastrosos que acucian a nuestra sociedad: los políticos y sus tejemanejes, la basura de las teleles y las enormes tragaderas que le echamos a esta perra vida.


A cuenta de la detención de la tonadillera, ha vuelto a quedar claro que los políticos tiran cada uno para su corral hasta en las cosas más nimias. Es vergonzoso que el mismísimo Presidente del gobierno anunciase la detención de la cantante en un mitin previo dado en Marbella, aunque sin citarla. Sabía lo que iba a ocurrir y, como un vulgar bocazas, no supo mantener en secreto la información que debió pasarle previamente su ministro del Interior, quien a su vez conocía la decisión del juez de empaquetar a la cantante con la antelación que marcan los protocolos establecidos en estos casos. Incluso el Presi se permitió el recochineo de acudir de manera imprevista a la sede de la Comisaría, seguramente para echarse unas risas y unos cantes pantojianos con los jefes más afines de la policía.


Como era de esperar, los alegres chicos del PP (esta vez acompañados de los de IU de Andalucía, que no suelen chuparse el dedo) han salido acusando a Zapatero de conocer y utilizar la detención de la Pantoja, aunque en el afán de meterle el dedo en el ojo al bocazas se han pasado cuatro pueblos, sobre todo los chicos de don Mariano, pero bueno, ya estamos acostumbrados a sus numeritos… De modo que la clase política -en general- ha demostrado que sigue, cada uno con sus matices, con el pelo de la dehesa colgándoles de la cintura. Respecto al Presidente, vamos, es que yo no le contaba un secreto ni harto de cerveza sin alcohol: a los diez minutos lo sabrían hasta en Disneylandia.


Ni qué decir tiene que la noticia de la detención pantojiana (a las once de la noche, para que la pasase en Comisaría y añadiese así una capítulo más a su rocambolesca biografía) fue la comidilla de desayuno, almuerzo y cena de todas las telecacas del país, las cuales efectuaron el despliegue de basura al que nos tienen acostumbrados. Todas. Es que no se salvó ni una. Es que todos los que ese día asomaron el careto por la caja imbécil se hartaron de despotricar de la Isabel más famosa de la democracia. (No, no me refiero a una conocida marca de conservas…).


Tertulianos de medio pelo y mucha pela, de todos los colores y meadas políticas, dieron su opinión, insultaron a la detenida, se metieron en su vida privada –como, por otra parte, vienen haciéndolo desde tiempo inmemorial- y no la colgaron de un palo porque la señora estaba bien custodiada por la policía. ¡Qué hedor debió de salir de las televisiones ese día! Cuando la Pantoja -en esas horas tontas que todos tenemos- vea todo el escarnio, el morbo, la befa, la mofa y la verdulería entera que le han dedicado los cagamandurrias y las bragaslocas de los programas de la peste porcino-famosil, lo mismo le da por coger una ametralladora y no deja en pie a nadie que se gane las habichuelas y el chorizo en un plató telecaquil poniendo a parir la vida íntima del prójimo.


El Puñetas (por higiene mental) no ve la televisión más que con receta médica pero por noticias de la prensa, interné y gente cercana, sabe perfectamente lo que se cocinó esa mañana en las telecacas a cuenta del pollo de la Pantoja, al cual añadieron los clásicos SMS que ahora les ha dado a todas por poner en rótulos, argumentando conciencia democrática (habla, pueblo, habla), pero que no es más que un medio de sacarse unos euros extra y, de paso, echar más cagarrutas al invento. Es aquí donde entra esa querida ciudadanía desnortada y aburrida, que por las mañanas y tardes no tiene otra cosa más importante que hacer que ver a la puñetera televisión vomitando cosas tan impresentables como ese “Aquí hay tomate” o el finolis “Channel nº 4”, donde un tipo gritón, con más cara que espaldas, se las da de enterao junto a damiselas recauchutadas.


En fin, ha sido todo un acontecimiento que a las cuantas horas quedó en nada, con la Isabelita en la calle tras pagar una modesta fianza, los políticos enzarzados en la enésima polémica estéril y el pueblo drogado hasta las cejas a cuentas de una señora de la que ya sabe hasta los pelos que tiene en salva sea su parte gracias a la ímproba labor de investigación de esos abnegados y sacrificados seres tan fotogénicos que escupen basura encerrados en un televisor. El mejor retrato de este esperpento lo ha reflejado un chiste gráfico de Idígoras publicado en el Diario SUR, en que una voz que sale de un televisor afirma: “¡¡¡Interrumpimos las noticias sobre Irak para informales de que ¡¡¡el perro de la Pantoja se ha hecho pis en el sofá de la tonadillera!!! ¡

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