El 15 de mayo dábamos la entrada al circo de la campaña electoral que el día 27 concluirá como siempre: todos ganarán, nadie perderá y hasta la próxima, beibis.
Elecciones municipales y en algunos sitios, también autonómicas. El despiporre. Allí anunciábamos lo que iba a pasar pero nos quedamos cortos. Creía que la cosa iría de circo pero al final ha sido de psiquiatra. Un verdadero manicomio donde no han faltado ni los expresidentes para echar su ya desvencijada oratoria al fuego de las majaderías habituales de campaña. El menda lerenda que esto escribe seguirá ejerciendo de consumidor político responsable, es decir, que no votará a ningún partido que no le represente como mínimo en un 70 % y que no le traicione más de un 30 %. Eso sin contar que con esta ley electoral, el funcionamiento interno escasamente democrático de los partidos, lo de las listas cerradas y bloqueadas y el chalaneo post-electoral, mi hipotético voto quedaría hecho unos zorros. No soy yo el que tiene que cambiar en esta cuestión sino “ellos”, los que viven de la política a nuestra costa, los que mienten, los que manipulan, los que nos tratan de imbéciles porque todavía piensan que al país le faltan otros treinta años de rodaje democrático para tomarnos en serio como ciudadanos cabales. Así que abstención tenemos… Quizás en un futuro, con Ciudadanos presentándose en las generales y anunciándose un nuevo partido a través de Fernando Savater y Rosa Díez, quizás entonces pueda existir alguna alternativa (aunque sólo sea testimonial, con aires nuevos y no contaminados) a la que darle un voto de confianza.
Hoy mismo escribe Teodoro León Gross en el diario SUR de Málaga un articulo que resume mi estado de ánimo político en este fin de campaña y, pienso, el de mucha gente. Aunque emplea nombres de políticos de la ciudad y provincia, cámbiense por los de otros lugarejos y todo seguirá igual. Consuela saber que aunque nos toman por idiotas, no estamos solos. Y que el domingo habrá mucho voto en blanco y mucha abstención cabreada y desalentada. Ya está bien que encima nos quieran echar las culpas de sus pésimas políticas y procederes. Y si, ocasional lector, lees esto tras conocer los resultados, dinos si es que al final no teníamos razón. Desgraciadamente… no caerá esa breva.
Y una duda más: ¿ninguno se califica de modesto?
Al fin.”
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