viernes, 13 de abril de 2007

CUANDO LO QUE PREOCUPA NO ES LA PREVENCIÓN EFICAZ DE LA DELINCUENCIA SINO COMO VISTEN LOS POLICÍAS


Pillar la comisión de un delito o de una falta a la convivencia en el justo momento que se produce evita muchos dolores de cabeza. Esa venta de droga a plena luz del día en un banco del parque, ese niñato que está pintando con spray en el muro de la catedral, ese pedazo perro que corre sin bozal por medio de la acera asustando a todo el personal menos a su desgraciado dueño, ese tirón repentino del bolso de la turista distraída, ese desaprensivo tendero que le vende a un chavalillo una botella de ron…


Lo habitual en estos casos es que ocurra la cosa sin ningún impedimento, que la persona afectada agarre un berrinche morrocutodo y que el castigo al infractor quede aplazado para el más allá. Si se llama a la policía, entre que llega y tal, se hace la hora de cenar y encima, como dicen los uniformados, de poco sirve poner una denuncia por estas pequeñas raterías. Los jueces no están para estas bobadas, la ley sólo contempla multas por tales pecadillos veniales y al ciudadano de a pie que le den morcilla, que está muy rica.


Cabreados y asqueados, en algunos sitios las autoridades locales –ante la presión vecinal- han tenido una idea: que algunos de sus policías locales patrullen de paisano, sin uniforme, por las barriadas más conflictivas y los puntos más calentorros de la ciudad. Así, por ejemplo, se ha venido haciendo en los últimos tiempos (no sé exactamente cuantos meses) en la ciudad de Málaga. La gente del montón, la morrallita, señor, oiga, estaba un poco más contenta. El trabajo conjunto realizado entre las unidades de paisano y las uniformadas (que sin las primeras hubiera sido imposibles de realizar) ha llevado a pillar in fraganti a numerosos delincuentes que, como moscas cojoneras, realizaban en pequeñas dosis sus clásicas cochinadas: pequeños hurtos en tiendas, robos a personas mayores, intimidaciones a niños, venta de droga a las puertas de los colegios, etc.


Estás tan tranquilo poniendo la faca en la yugular de la abuelita exigiéndole la guita mientras miras de reojo a un lado y otro de la calle por si ves aparecer a algún madero uniformado, cuando de pronto pasa un señor por la acera de enfrente y ves que se te acerca con malas pulgas. Entonces tiras el cuchillo, sales corriendo ¡y el tío va detrás tuya!, y se chiva por teléfono a una patrulla y cuando vas a girar hacia la izquierda, dos tíos vestidos con gorra y porra te agarran del cuello y te dicen, quieto parao, policía, quedas arrestado y vamos pal calabozo.


Con estos mimbres, los 68 policías locales de Málaga que llevan patrullando de paisano desde hace una temporada, han conseguido realizar “400 denuncias por no recoger excrementos de animales o llevarlos sin bozal, más de 2.300 actas por consumo y posesión de drogas, 60 intervenciones por pequeño menudeo de estupefacientes en los barrios, 35 decomisos por hurtos a turistas, numerosos servicios de seguridad a la entrada y salida de colegios o cientos de inspecciones a establecimientos para controlar la venta de alcohol a menores”. (Diario SUR, 8/04/07).


Pues bien, como tal eficacia policial no se puede permitir en un Estado de Derecho Desechado, el subdelegado del Gobierno, un tal Hilario López Luna, pobre hombre, ha negado la autorización a esos 68 policías locales para que patrullen de paisano. Que vayan vestidos como es reglamentario –ha dicho el politiquillo, con la seguridad de que a él jamás le atracará ningún tío con una faca en medio de una calle desierta pues el hombre siempre va montado en su coche oficial (hasta para mear) y eso da mucha seguridad ciudadana.


Así que los colectivos sociales que no están por la labor de dejarse pisotear por sinrazones de vestuario frente a razones de eficacia y seguridad propia, han empezado a movilizarse, al igual que el Sindicato mayoritario de la policía local, aunque conociendo a don Hilarión, como los ciudadanos no lo cojamos y lo metamos en una patera camino de Honolulú, me parece que lo llevamos claro.


Con la pequeña historia de hoy se pone de manifiesto lo que ya sabemos desde tiempo inmemorial, que cualquier mindundi con mando en plaza (aunque sea esa bobada de Subdelegado del Gobierno, que no sé qué pinta en la cosa de la policía local, con tanta “autonomía” como predican siempre con su casposa lengua estos rancios progres de bolsillo) es capaz de lanzar una coz a todo un pueblo en aras de un hipotético principio de autoridad que no es más que un principio de estupidez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a hacer 2 cometarios del asunto del que Ud. habla en el articulo del "Parido", que me atrevo a titular: "Uniforme si, uniformo no".1º, sobre el tema y 2º sobre la vision del articulo.

1º. Creo que es positivo que los policias locales lleven los uniformes, en este caso en concreto que Ud. expone en el Art., simplemente por 2 razones.

A). Los ciudadanos/a.

El efecto de proteccion que transmite el simple hecho de que los policias lleven puesto los uniformes.

La poblacion que reside o transita por esos barrios, se sentiran mas seguros/as al ver a estos policias uniformados haciendo sus rondas.

A su vez, los ciudadanos puede ver que sus peticiones de seguridad han sido escuchadas y respondidas por parte de sus responsables politicos.

B). Disminucion de actos delictivos o faltas.

Los presuntos/as delicuentes al ver a estos policias uniformados evitará que comentan el delitos, es decir que se corten al atracar, robar, agredir, drogarse, etc., etc.

En resumen, y lo más importante, se trata de que no hayan mas vitimas de actos delictivos y/o faltas.

2º. Puedo estar más o menos de acuerdo con las decisiones de l@s politicos y me puede gustar unos mas que otros, pero lo que creo que no debe hacer nadie, sea quien sea, es hacer comentarios de valoracion, jucios, critcas, etc. la vida personal del otro/a.

Me indiga , ver, leer y escuchar a algunos/as ciudadn@s que inventan, hacen comentarios, juzgan y un largo etc. de la vida personal de los responsables politicos.

No olvidemos que ellos/as estan por y para el beneficio de todos/as los/as ciudadanos/as..

Anónimo dijo...

Estimado amigo, comprendo su razonamiento y en él debe de basarse el hecho de que la policía habitualmente vaya uniformada, aunque también hay cierta policía que va de paisano, incluida alguna que protege a nuestros santos varones de la política.

Lo que me resultó chocante de la información que comento (y a la que aplico mi ácido bisturí, a veces con riesgo de cortarme, pero esas son las artificiales reglas de juego que me he impuesto en esta Bitácora) es que un señor -por muy Subdelegado del Gobierno que sea- cambiase porque sí una experiencia que la propia policía califica de positiva. Y no sólo la policía, como demuestra el cabreo consiguiente de vecinos y organizaciones sociales.

Esta actitud no la comprendo. Parece como si el personal (policía, vecinos, entidades varias) fuese idiota mientras que el gobernante es listísimo. Es, permítame la comparación con la actualidad, como esas declaraciones que hoy leo en la prensa realizadas por Gregorio Peces Barba, ex Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo (para las víctimas, pero sin las víctimas) quien afirma más chulo que un ocho que “las víctimas acabarán entendiendo la decisión de excarcelar a De Juana”. Él ya lo ha entendido, pero es que las pobres víctimas no tienen el altísimo raciocinio de don Gregorio, quien, curiosamente, en junio de 2005 manifestaba a la prensa su confianza en que De Juana siguiera en la cárcel cuando ya la tostada empezaba a oler a chamusquina. Resulta altamente sospechosa la plasticidad que tienen algunos en sus criterios y opiniones, que siempre suelen coinciden milimétricamente con lo que opina el partido al que pertenecen.

Es aquí donde sí discrepo de usted, si le he entendido bien. No en el sentido de justificar la descalificación arbitraria de la vida personal de ningún gobernante, aunque hay algunos cuyo comportamiento personal es altamente censurable, pero sí en lo que respecta a criticar severamente toma de decisiones que afectan a los ciudadanos, sea en sus bolsillos, sea en su vida cotidiana. No comparto con usted (y créame que lo siento) la bondad de que los responsables políticos están al servicio de todos los ciudadanos. No lo están, por ejemplo, aquellos que habitualmente toman al personal por pobre e ignorante (menos cuando les votan, claro), así que suelo devolverles con la misma moneda, aunque la mía tenga escasísimo valor en el mercado. Pura defensa personal, que les entra por un oído y les sale por otro.

Hace falta que cada cual se responsabilice de las decisiones que adopta y, francamente, si las mejoras enumeradas por la misma policía en el control de la pequeña delincuencia malagueña a causa de varias brigadas policiales de paisano, desapareciesen o disminuyesen con la decisión adoptada por el Subdelegado, ¿a quién habría que responsabilizar directamente si no a don Hilario, que contra viento y marea ha decidido imponer su opinión personal amparado en su carguito asignado a dedo? Su toma de postura entra en el terreno de sus responsabilidades laborales, pero las consecuencias podríamos pagarlas todos, y por eso tomamos una actitud de acuerdo o rechazo. De fracasar, a él lo máximo que le ocurrirá es que le pondrán en otro carguete (ya lleva unos cuantos y los que le esperan…). La balanza está demasiado desequilibrada como para que encima no podamos abrir la boca para largar un poquito por ella y desahogarnos. (Es lo que hacemos aquí, además de pasar un buen rato).

El único argumento que he leído al Subdelegado, en una entrevista reciente en el diario SUR, a preguntas del periodista, es que “como criterio general, los miembros de los Cuerpos de Seguridad deberán vestir el uniforme reglamentario, salvo los casos excepcionales. (…) La uniformidad es un elemento más del dispositivo policial y una herramienta para prevenir. Es un criterio del comisario que yo apoyo porque me parece razonable, pero eso no supone que se pueda reconsiderar. Lo que todos queremos es mejorar la seguridad, y si hay que reconsiderarlo, lo haremos”.

La pregunta que cualquier persona modesta y un pelín sensata se hace es que si los datos de la propia policía son correctos y la gente manifiesta su apoyo a que medio centenar de policías municipales de barrio vayan sin uniforme (una gota en el océano de la seguridad), ¿para qué cambiar algo que funciona y de lo que el personal está contento?

Un cordial saludo y gracias por su opinión.