miércoles, 17 de enero de 2007

DE CULO Y CUESTA ABAJO


Acaba de caer en mis manos un informe de la revista de educación “El Magisterio español” en el que se analizan algunos indicadores educativos recientes, partiendo de los datos oficiales publicados por el Instituto de Evaluación Pública. Tras repasarme el asunto, las lágrimas brotaban de mis miopes ojos y he tenido que echar mano del pañuelo, qué digo, de una sábana completa para enjuagármelos. ¡Dios mío, qué desastre! Y eso que los datos son “oficiales”, que siempre barren para casa. ¡Qué no será si le quitamos la desviación benefactora y mentirosa que se acompaña en estos casos!


Lo más sangrante y llamativo es que la actual Ley de Educación - Logse acaba de conseguir un logro histórico: por primera vez aparece una generación que “tiene menos nivel educativo que su antecesora”. O séase, “la población adulta entre 20 y 24 años consiguió tener menos porcentaje de titulados en 2005 que la población un tramo de edad mayor (entre 25 y 34 años)”. El indicador suma los porcentajes de titulados en Secundaria y en Educación Superior. Hablando con números: mientras en 2005 un 62,4 % de la población entre 20 y 24 años tenía al menos un título de Secundaria posobligatoria, un 63,9 % de la población entre 25 y 34 años lo tenía también. Más clarito, el agua. Y eso que ahora los títulos si no se regalan, sí al menos se ponen más fáciles por aquello de evitar traumas, depresiones y agujetas mentales a los pobres estudiantes.


Bueno, alguien pensará que este retroceso se debe a que no hay mucho dinero dedicado a la educación. Pues, no da una el bienpensante, porque leve pero progresivamente ha ido aumentando el gasto público en dicho sector, aunque aún estemos lejos de los países de nuestro entorno. Otro puñetazo más en los higadillos a todos aquellos (políticuchos insensatos, sindicatos que comen del pesebre y profesores desnortados) que defienden como gato panza arriba el sistema educativo actual. Quince añitos tiene mi amor y muchos paniguados siguen pensando que la chica de la Logse debe durar otros quince más, por lo menos, aunque sea con los retoques de bisturí y cirugía plástica que periódicamente deban realizarse. Por mucho photoshop que le pongan, asnalfabeta se queda, la pobre. Y anoréxica.


Un indicador curioso es la “tasa de idoneidad”, palabrejas que señalan el porcentaje de alumnos que están matriculados en el curso que les correspondería por edad, o sea, que no han repetido nunca. Con la anterior Ley de Educación, aquella famosa de la EGB, había cierta exigencia académica pues era necesario aprobar todas las asignaturas para obtener el título de Graduado y en cuanto un alumno tenía varias materias pendientes, a repetir. Con la actual Logse las exigencias se fueron al garete, se pasa de curso aunque no sepas hacer la o con un canuto y –encima- hay menos alumnos por aula, así que la atención individual es superior a la etapa anterior. Pese a tantas facilidades, la tasa de idoneidad va disminuyendo cada año, o sea, que cada vez más alumnos repiten pese al empeño que se pone desde las más altas instancias en que sólo lo hagan los casos perdidos: el tonto de la clase, el del barrio o el del pueblo.


Otra sangrante paradoja, que da la medida del enorme fracaso de la Logse, la aporta este dato: “al aumentar la escolarización obligatoria con la llegada de la Logse hasta los 16 años, se han estancado e incluso disminuido las tasas de escolarización a los 17 años: en 2004 es la misma que en 1997”. Hablando en el lenguaje de los papafritas, que es el que todos entendemos: el porcentaje de alumnos que continúan estudiando pasados los 16 años equivale al porcentaje que había en la misma edad hace diez añitos. Qué lindo, ¿no? Y si descontamos los que no entran en la estadística porque con 17 y 18 años todavía están repitiendo algún curso de la ESO (antes que irse al paro, al menos que estén entretenidos en el instituto), entonces podemos asegurar que nos movemos en unos niveles de porca miseria.


Y claro, con estos lastres, cómo no va a caer el acceso a la universidad. En la actualidad accede, en porcentaje, menos población que hace diez años. Como señala el informe de la revista “una de las misiones de la Logse era conseguir que el entonces fracaso escolar se incorporara a la Formación Profesional, pero lo que está logrando es aumentar ese fracaso escolar y sacar alumnos de la universidad para llevarlos a la FP”.


A todo esto, aún faltan por publicarse por el citado Instituto de Evaluación Pública al menos un 40 % de los indicadores educativos. Lo hacen así para que no nos atragantemos en el lloro y la indignación. Y también porque los políticos que lo teledirigen intentan que la caquita educativa sólo florezca gota a gota por aquello de cuidar nuestras pituitarias. (Están en todo, los tíos) O sea, que de transparencia e información al público, más bien poquita. Y es que, claro, donde no hay qué presumir, ni aún con elecciones a la vista, hágase la media luz y el cerrojazo a cal y canto. No, si de tontos no tienen un pelo. Será porque no han estudiado en la Logse…, aunque pavor nos debería dar cuando se vayan incorporando los que sí han pasado por las aulas de la Ley más igualitaria, solidaria, moderna y tal y cual que ha parido madre. Eso dicen estos cantamañanas del poder, para los que una visita a Ulloa Óptico o al Psiquiátrico más cercano les vendría de perlas. Y a nosotros, claro…

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