viernes, 8 de diciembre de 2006

SI CARLITOS MARX LEVANTARA LA CABEZA...


Todavía hay mucha tropa por el mundo que habla maravillas de las teorías políticas y económicas de aquel señor tan barbudo y tan rojo (aunque en el fondo era simplemente un burgués ilustrado) llamado don Carlos Marx, en cuyo honor se han cometido millones de atrocidades, al igual que en el nombre de Cristo, Mahoma o bajo el pretexto de palabras grandilocuentes como “libertad”, “igualdad”, “patria”, “felicidad” y otras que prefiero no recordar. Si a Carlitos le llegan a decir que llegaría el día en que la clase dominante iba a estar formada, entre otros especímenes, por bufones a sueldo (señoras caricatas y machos almibarados), agarra un cabreo y nos deja sin “El Manifiesto Comunista” y, lo que es peor, sin “El capital”, ese libro divertidísimo en el que –entre otros pintorescos personajes de la actualidad- ha bebido la fuente de la sabiduría el señor Llamazares, ese genio de la política de “izquierdas” que nunca nos cansaremos de merecer.


¿Cómo imaginar en aquellos tiempos atribulados, de luchas intestinas por conquistar el favor de la clase obrera, peleando en buena y mala lid contra el barbudo libertario de Bakunin, que en un futuro no muy lejano las masas menesterosas, la clase trabajadora y hasta el mismísimo lumpenproletariado iban a perder el culo y la sesera por una pandilla de niñatos y niñatas, millonarios/as a fuerza de regurgitar gorgoritos ante un micrófono, dar más saltos que un saltimbanqui encima de un escenario, enseñar muslamen o pechamen ante el pajarito de unos señores fotógrafos o hacer cucamonas en una pantalla grande o pequeña, a la que inteligentes y torpes, gordos y flacos, mirarían sin pestañear un día detrás de otro?


Todavía le dura al Puñetas la resaca del último bodorrio de unos cantamañanas ilustres. Me refiero al Tom Cruise y la Katie Holmes. Un evento al que acudieron los moscones más virgueros del firmamento famosil y bufonesco: actores, cantantes, deportistas, periodistas y otros diablillos. A uno se le abren las carnes (de la cochina envidia, claro), al saber que esta pareja de mosquitas muertas se ha comprado otra casita para su colección de ladrillos, al módico precio de cinco millones de euros, al sureste de Inglaterra. Un pisito para los recién casaditos con seis habitaciones, piscina cubierta, garaje subterráneo, gimnasio, una habitación de juegos y hasta un invernadero. Cosas normalitas que ya quisieran tener en mi pueblo como propiedad municipal. Y es que estas pequeñas fruslerías y caprichos de nuestra clase bufonesca, que en tiempos de Carlitos Marx hubieran llevado al pueblo soberano a pegarle fuego a la casita con sus adorables y tiernecitos dueños dentro, hoy día sólo da para treinta mil horas de información veraz y objetiva de las telecacas y revistas del cardio, gracias a las cuales la plebe aburguesada se va tranquilita a la cama para dormir a pierna suelta antes de que a las siete de la mañana el despertador les rompa el hechizo.


Y es que los bufones de alto copete ganan el dinero a espuertas, a diferencia de esos desgraciados que investigan sobre el cáncer, el sida o el cambio climático, cosas de poca monta que en nada benefician al populacho. Donde se ponga una interpretación del Cruise haciendo de hombre bueno en “Misión Imposible”, que se quite esa memez de estudiar el genoma humano, por ejemplo. Así, la ex del Tom, una tal Nicolasa Kidman, se embolsa 17 millones de dólares por película, lo que le da a la pobre para al menos poder pagarse unas bragas para cada día del año. No está mal meterse en el bolsillo 13 millones de euros por poner cara de pava delante de las cámaras, tras repetir la escena tropecientas veces hasta que al psicópata del director le parece válida la cosa. Una cosa de mucho mérito.


Como se saben muy bien tratados por el personal moliente y corriente, ese al que ni tocándole en propiedad el Gordo navideño, logrará liquidar todas sus deudas, muchos ni se cortan un pelo y lo publicitan todo a la luz de la Luna, como está mandado. No sólo el Cruise de las narices. La última ha sido esa gachí llamada Liz Hurley (más conocida como la ex de Hugo Grant, otro que tal), quien piensa casarse el año entrante en la India, en un palacio de maharajá, con una fiesta de cinco días para que no digan de la chica que es aburrida y sosaina. Llegará al evento vestida de rojo y montada sobre un elefante. El novio lo hará en un corcel blanco. En un país en que la renta per cápita es de 3.400 dólares anuales, la bufona se gastará por noche mil dolarillos de nada para que no decaiga la fiesta. Entre los invitados, viejas glorias del careto audiovisual: Elton John, la Beckham, la Anderson y hasta el expaisano, ese Grant con cara de póker al que más de uno se la rompería gratis. En el fin de fiesta o traca final habrá unos cinco mil invitados. Buen momento para echar un poco de polonio en sus copas, je, je, y dejar a la plebe huérfana de un buen montón de modelos sociales a los que don Carlos Marx -de pulular en sus tiempos- habría fusilado sin remordimiento alguno ante la tapia de un cementerio, para evitarse así los gastos de desplazamiento de los cadáveres. Afortunadamente, los tiempos han cambiado una barbaridad y ahora los desgraciaos y los revolucionarios –menos el Fidel- somos mucho más inteligentes y comprensivos. El odio marxista de las clases sociales lo hemos trocado en el placer de la alianza de las civilizaciones.


-Tendrá 41 años pero a la Hurley le ponía un piso –masculla por lo bajini el obrerete que tiene pendiente de pago una hipoteca de 40 años, pero que no olvida los aires de grandeza propios de su histórica clase social, tan alabada por el viejo Marx.


Ya lo dijo don Carlos hace la tira de años: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Si hoy levantara la cabeza y viera los fantasmones que nos adornan (eso sí, con muchos efectos especiales, algo de silicona y mucha peluquería), le pegaba fuego a toda su aburrida obra. Y se volvía a morir de nuevo, lleno de asco y de vergüenza ajena. O a lo peor, pedía a Woody Allen un papel en su próxima película…

2 comentarios:

Jc dijo...

Si Marx, o cualquiera de los grandes pensadores de los siglos XIX y XX, levantaran la cabeza, la volverían a agachar inmediatamente para evitar que se les viera.

Porque no creo que ninguno de ellos fuera capaz de soportar más de 10 segundos el botellón, la telebasura, la prensa de casquería, y tantas otras de las lindezas que nuestra "moderna y civilizada" sociedad han creado.

Anónimo dijo...

Y lo peor es que el más laureado, el que más dinero gana, el modelo a imitar no es un sabio o un profesional cuyo trabajo representa una mejora incuestionable de la realidad y de la sociedad: un ciéntifico, un político, un intelectual... Viendo lo que ganan y el pedigrí que tienen los personajes del mundo del espectáculo (a los que, sarcásticamente, llamo "los bufones") me sonroja que sean el ideal al que aspira cualquier bichejo bípedo en cuanto tiene algo de uso de razón. ¡Y así nos va!