miércoles, 27 de septiembre de 2006

LO QUE NOS FALTABA: CONVERTIRNOS AL ISLÁM


Hace unos días aparecía en los medios de incomunicación una noticia la mar de curiosa: “El número dos de Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, ha llamado a los estadounidenses y a los occidentales a convertirse al islam”. Mi primera reacción al leer la noticia fue: ¡éramos pocos y parió el egipcio!


El tal Zawahiri, un señor con blanco turbante y luenga barba, debía estar ese día bastante cachondo. Cosa rara en especímenes de dicho calibre, pero quién no echa un borrón o cagada en su linda trayectoria. Tal que si Al Qaeda fuese una ONG, pedir a los americanos y a los occidentales que se pasen a la chilaba y se pongan de cara a la Meca, es como pretender que los jugadores del Real Madrid hablen en catalán. ¡Qué aburrido el que todo el mundo sea de la misma religión! Ese monopolio no interesa ni siquiera a los mismísimos dioses. Pero es que el tal Ayman desconoce que entre los occidentales hay muchos millones que no creen ni en el más allá ni en el más acá (el Puñetas, un suponé), y que si pasan de la religión católica en una sociedad con fuertes raíces y poderes cristianos, no digamos qué les parecerá la broma esa del Islam. ¿Y cómo vamos a perder nuestra independencia de criterio, nuestra visión racionalista de la vida, nuestro buen comportamiento por cuestiones morales y éticas en vez de por miedo al castigo divino? Sería como retrotraernos a la época de las cavernas. No, dejemos que sigan allí Al Qaeda y pájaros como el tal Zawahiri.


Con el trabajo que nos costó a muchos desengancharnos y desengañarnos de la comedura de coco, de la mentira, de la burricie que nos enseñaron en nuestros años mozos las gentes de iglesia, como para tener que volver a las andadas. ¡Anda ya, zarrapastroso! ¿Y por qué, ya puestos, no abrazas tú el camino de la duda, del agnosticismo, del ateísmo o de la mismísima razón? Me resultan muy “chocantes” los textos sagrados en los que beben las dos grandes religiones del mundo. (El budismo es otra cosa, mucho más seria). Unos libros que según porqué página los abras, así defenderán la libertad o la condenarán, justificarán la violencia o la negarán, tratarán a la mujer como a un animal o un ser humano. Están escritos de tal manera que todo es justificable con ellos: depende de en qué versículo o párrafo deposites tus ojos. Si hay algo que les define es el espíritu de la contradicción, donde lo negro y lo blanco se mezclan, se confunden y hasta admite interpretaciones. “Sírvase usted mismo”, que dirían en un buffet.


Menos mal que, ante tanta disparidad, se inventaron a sus exégetas. Gente muy preparada para indicarnos al resto de los mortales (unos tontícolas al lado de ellos) que “esto no hay que interpretarlo al pie de la letra pero aquello sí”, que “hay que situar la frase en el contexto histórico”, que “somos nosotros quienes sabemos el auténtico significado”… Con el Corán en la mano, por ejemplo, se está matando a gente inocente hoy día –y se gana el cielo- mientras que otros, con el mismo libro, defienden que quien obra así no es un buen musulmán. Y si hablamos de la Biblia, qué decir que ya no sepamos tras cientos de años de historia ocurrida cerca de casa.


Así que a ver si todos estos clérigos de casulla y chilaba, los de las dos orillas, cierran el pico y se dedican a rezar en silencio para la salvación de su pecadora alma. Y que dejen al resto del personal que crea en lo que les dé la gana. Estamos hasta los cuernecillos de tanto tío listo al que se le ve el puñal tras el birrete o el turbante. Cierto que en la actualidad hay que temer más a los de la media luna, pero como la historia tiene una enorme debilidad por repetirse, a nadie le extrañaría que cualquier siglo de éstos los de la santa cruzada también vuelvan a las andadas. ¿Y qué culpa tienen millones de humanoides a los que repugna estar en el redil de un dios que ni sabe, ni contesta ni se le espera? ¿Qué culpa tienen de no ser creyentes, ni heterosexuales, ni futboleros, ni admiradores de la caja tonta, ni patriotas, ni piratas, ni votantes del primer partido político que pasa por ahí?


Con su estúpida petición el egipcio ese se ha retratado. El día que afirme que le encanta el cochinillo asado acompañado con un vasito de Rioja, prometo que el Puñetas se pondrá la chilaba y echará unas lagrimitas en honor de Mahoma, Alá y quien haga falta. El muy idiota nos toma por idiotas.

2 comentarios:

Jc dijo...

Estoy seguro de que a mi mujer le encantaría el burka. El problema lo iba a tener yo que soy más bien lampiño y no me puedo dejar esas barbas de los talibán.

Como si no hubiéramos tenido bastante en nuestro putiferio local con la inquisición, la censura etc. para caer nuevamente en manos de fanáticos religiosos,

Juan Puñetas dijo...

Seamos justos también, porque a veces por el discurso de la crítica general se nos escapan gestos y maneras dignas de aplauso. Y yo me quito el sombrero (si lo llevara) ante tantas miles y miles de personas que han entregado su vida y su salud para ayudar a los demas, partiendo de sus férreas creencias religiosas: monjas en los asilos, hospitales, misioneros en África... Estoy seguro que esta gente tan entregada a los demás lo haría igual fuera de sus ideas religiosas, por lo que la reflexión me lleva a afirmar que, por encima de las ideologías, las religiones y las fantasmagorías varias que nos meten en el coco desade que nacemos, por encima de toda esta morralla están las personas concretas, sus ideales, sus vivencias, su entrega. Y hay muchas de ellas que merecen matrícula de honor.