viernes, 20 de enero de 2006

UNAS RISAS POR SAN ANTÓN



Hace unos días acaba de celebrarse la festividad de San Antón, patrono protector de los animales. De toda clase de animales, menos de los humanos, los más animales de todo el reino animal. Pero hoy no voy a teclear sobre el debido respeto y amparo que hay que tener a los cerdos, cabras y ovejas. Lo haré sobre una tradición relacionada con San Antón, mucho más original y divertida.


Resulta que por Mijas, ese bello pueblo malagueño donde todavía siguen existiendo los burros-taxis, durante la festividad del famoso santo, las mocitas de la localidad se acercan a la ermita para buscar su bendición, “en la creencia de que les ayudará a encontrar novio, si arrojan una piedra contra su imagen”. Tiene guasa que a estas alturas de civilización todavía andemos con estas mojigaterías, pero traigo a colación el asunto por lo curioso y cachondo pues la cosa no queda sólo en pedirle al tito Antón un buen mozo, inteligente, guapo, sonriente, pachorras y con bastante morro con el que hacer buenas migas casaderas.


La tradición (porque en España todo lo hacemos en función de una ancestral tradición, costumbre o uso que se pierde en la noche de los tiempos) consiste exactamente en hacer lo que ya desde el siglo XV vienen realizando las mujeres que se acercan a la capilla san-antoniana para pedir maridito: apedrear al santo, intentando atinar con la piedra en su entrepierna.


Así que, todos los años por estas fechas, las mozas casamenteras del pueblo afinan la puntería pedrusquera, ya que sólo tienen tres oportunidades para atinar en los cataplines hueveros del Santo, si es que quieren conseguir el novio deseado. Leo en la prensa malagueña que son bastantes las mozuelas y zagalas ansiosas por acudir a ver si tienen suerte gracias a San Antón. Algunas mujeres casadas hacen un buen reclamo y propaganda a favor del santo pues dicen que a ellas les fue muy bien: “La boda con mi marido fue producto de la puntería el día que acudí a la ermita”. (Recogido de “La Opinión de Málaga”, igual que la afoto de arriba)


No me digan, amables y ocasionales lectores, que no tiene bemoles cachondeísticos el asunto del antón pirulero, con su entrepierna milagrosa. Si es que luego sales a la calle, oyes la radio o ves la telecaca y cuando te enteras de cómo va la política, el deporte o la economía, no te sorprendes de nada. ¡Todo es un puro y milagroso delirio!


Más, seamos honestos. Las mozas van a apedrear al santito no por devoción o creencia, si no por ganas de juerga y meneo. No todos los días se puede golpear en los güevines a un santo varón. Y encima, tras los lanzamientos, ponerse hasta las tetas degustando los “callos de San Antón” y los típicos “palmitos” y cañas de azúcar elaborados para tan magna ocasión. Reír, comer y follar (si se puede y lo auspicia el santo). La trilogía del buen vivir y mejor dormir que cada año hacen tradición las sanotas y divertidas chicas de Mijas. Eso es entender la vida y no lo de esos pelmazos con el Estatut de las narices, el salivazo de Etoo o la última memez de los soplapollas esos de Gran Fulano. A todos éstos sí que habría que arrearles unas buenas pedradas en salvas sean sus partes.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía la tradición esta de Mijas, que me parece divertidísima. Aunque estoy casada, no me importaria un año de estos acudir allí para tirarle las piedras a San Anton y despues ponerme morada con los callos y los dulces. Te leo a menudo porque me encanta la originalidad e independencia de tus comentarios.