viernes, 13 de enero de 2006

UN PAÍS EN PORCIONES



En este país llamado "El coño de la Bernarda"... (perdón, quiero decir España) tenemos una gran ventaja respecto a otros muchos del orbe terrícola. Mientras que en bastantes lugarejos se aburren soberanamente pues sólo hay un gobierno y un parlamento, aquí -cosas de nuevos ricos- nos lo pasamos de coña con un gobierno y un parlamento nacionales y encima 17 autonómicos (si no he perdido la cuenta, que todo puede ser). Todas las regiones, nacionalidades y villorrios tienen su chiringuito político que gobierna y legisla en muchas ocasiones a su aire y libre albedrío.

Hemos pasado en 30 años de ser un modelo de Estado excesivamente centralista a ser el Estado más descentralizado del orbe, donde -sólo es un ejemplillo- los funcionarios de educación pública, o de la sanidad, cobran 17 sueldos diferentes, según en qué Comunidad Autónoma se encuentren. Pasas de una comunidad a otra y te cambian las leyes, las normas, los visados... Si quieres instalar una empresa te volverás loco pues cada Autonomía tiene unas normas y requisitos diferentes.

No es que esté exagerando. Estoy caricaturizando, que no es lo mismo. Y basta verse en cualquier disyuntiva -traslado de una Comunidad a otra, por ejemplo- para darse cuenta del guirigay en que andamos metidos. Todo un montaje, el ya clásico "café para todos", que aparte de cómico, aparte de carísimo, no se puede decir que haya ayudado mucho a la igualdad entre los ciudadanos, incluso a la descentralización, porque ahora tenemos 18 centralizaciones administrativas: la clásica de Madrid y las nuevas de las capitales autonómicas. Hemos creado un nuevo intermediario político que idealmente está muy bien pero que en la realidad veremos a qué cenagal nos lleva cuando se aprueben la patulea de nuevos Estatutos Autonómicos al alza que andan preparándose y haciendo cola. Encima, cada dos por tres, andan peleándose unos con otros (especialmente con el gobierno central, al que todos tildan de señora Rotenmayer si es de un color político contrario). Mientras, las múltiples Heidis y Pedros campan libremente por la playa, el campo y la montaña, apuntándose todos los tantos agradables. En las desgracias y desastres, la culpa la tienen siempre las otras Administraciones. ¿Y qué hace el abuelo, teórico Rey de la casa, mientras tanto? Lo tienen de adorno, como es natural a su edad: esquía, felicita las pascuas, saca a pasear a los nietos...

Siempre he dicho que el poder (que es bastante cochambroso por naturaleza, aunque la menos mala sea la democrática) debe de estar lo más lejos posible. Yo -un descastado total- lo prefiero, pues tiene la cosa más pros que contras. Sin embargo, con este modelo multiporciones, lo tenemos metido en la mismísima cama. Nos tienen controlados hasta los tuétanos de los huesos. Te controla el gobierno central. En lo que no puede o alcanza, toma el relevo el gobierno autonómico. Y si aún queda alguna parte de tu cuerpo que dirigir, reglar, legislar, saquear..., no temas, las diputaciones provinciales y los ayuntamientos locales te meterán mano hasta no dejar libre de contagio gubernamental ni un sólo poro de tu piel. Eso sin contar con la porción de mangoneo que se traen desde Europa y el control y vasallaje que ejerce el tío Sam. Y todo esto, no lo hacen gratis, no. ¡A pagar, panolis!

Al final va a resultar que en este país el único que mantiene un espíritu de carácter nacional y coherente en todas partes es EL CORTE INGLÉS. Compre usted en Galicia unos calzoncillos en uno de sus centros comerciales. Vaya a Cataluña y se los descambiarán por otros, si es que se dio cuenta después que no le entraba bien el paquete. Pásese ahora por Extremadura y pídales que le envíen tres pares más a su dirección de veraneo en la Comunidad Valenciana, y con puntualidad y eficacia suiza, todos sus deseos se habrán cumplido. Ahora haga la prueba, pero con un asunto oficial o burocrático, en las dependencias oficiales de los Gobiernos Autonómicos. Lo volverán loco, aparte de desangrarle el bolsillo. Eso si le entienden, pues deberá rellenar papeles en gallego, catalán, castellano…. Es caricatura pero no fantasía. La ventaja es que, pese a estar muy controlados, con este guirigay chiripitiautonómico, no nos aburrimos. El que no se consuela es porque no quiere. Lo malo (y lo bueno, pese a todo) es que no hay marcha atrás.

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