domingo, 8 de noviembre de 2009

LA VIDA ES UN ANUNCIO CONTINUO


¡Qué más quisieran muchos que la vida fuese un anuncio! La vida, afortunada o desgraciadamente, no es tan cursi, mema, gilipollesca, edulcorada, propagandística y embustera como los anuncios que los sabuesos de todas las mentiras hacen desfilar ante nuestros ojos, casi siempre con un claro objetivo: engañarnos. O tomarnos por idiotas, que viene a ser lo mismo, para que compremos a ciegas, lo que sea y como sea.

Gracias a los descacharrantes anuncios, las vampíricas instituciones financieras (bancos y cajas) se convierten en altruistas oenegés a favor de los desvalidos y pobres de solemnidad; las grandes multinacionales de la energía, en idílicas empresas que convierten en lindas florecillas todo lo que mangonean de la Naturaleza; las telemierdas, en canales de cultura democrática en donde se forjan los genios de hoy y del mañana; las instituciones públicas más señeras (empezando por el “Gobierno de  España”) en entes cercanos al ciudadano, preocupadísimos por su salud, higiene y confort material; en fin, los coches no son cuatro latas si no la esencia del placer o la aventura y las colonias (no veas la que nos espera cuando se vaya acercando la navidad) dejan de ser agua mezclada con un poco de química olorosa para convertirse en experimentos de sensualidad que nos llevarán al éxtasis.

Sí, hay que reconocer que –audiovisualmente hablando- la mayor parte de los anuncios están muy bien logrados y cumplen su objetivo: engatusar al espectador, lector y oyente, haciéndole creer que en vez de un embuste le están contando una escena de las mil y una noches. ING titula un anuncio: “Esto es ahorrar”. Se refiere a que durante los 4 primeros meses abona unos intereses TAE del 3 % en su cuenta naranja, que no admite ni recibos domiciliados. ¡Qué bajo ha caído la palabra “ahorrar”! Y eso que esta gente es una de las que da unas cuantas migajas a quienes les ceden sus dinerinis. ¿Cómo deberíamos llamar a lo que hacen otros bancos o cajas, tan rácanas que a sus depositantes les cobran más de lo que les dan? La Caixa propaga ahora un anuncio la mar de bonico: “Creemos en ti”.  Está vendiendo unos microcréditos familiares fantásticos. Los anuncios no dicen a qué precio, pero eso es de lo de menos: la Caixa cree en nosotros, o sea, cree que ella es de fiar. Y para demostrarlo, afirma muy ufana que “más de 50.000 proyectos, sueños e ilusiones ya se han hecho realidad”. Jodé, si es que hasta dan ganas de llorar viendo el anuncio… Si es que parece que nos hable la mismísima Madre Calcuta o el padre Ferrer…

Sigamos con otras perlas. “La belleza no tiene precio pero puedes llevártela desde 19 €”. Nunca estuvo tan barata la cirugía estética para volverse uno guapo, piensa el lector al ver el anuncio. Pero, maldita sea, lo que se ve es un móvil de Telefónica. ¿La belleza representada por un móvil, capullos? ¡Iros a freír espárragos! Pero sigamos con los móviles. Orange anuncia a toda plana una bicoca: “Presume de tarifa… no de móvil: toda una tarifa plana por sólo 9 euros al mes”. La boca se le hace agua al lector. ¡No es posible! Cuando deja la letra gigante y se va a la pequeña (que hay que ver con una lupa),  los señores de Orange escriben que “Válido para nuevos clientes”, “Cuota de alta 17,40 €”. “Compromiso de permanencia 12 meses”. Lo mejor viene ahora: la tarifa plana va desde las 18 h a las 8 de la mañana. Pero todavía hay más desfachateces: se fija un límite de llamadas en 300 minutos al mes (o sea, diez minutillos al día) y en el resto de horario se colocan unos precios de robo a mano armada: 10,44 céntimos el minuto y 17,40 céntimos el establecimiento de llamada. En sólo un minuto de charla ya te han cobrado 50 de las antiguas pesetas. El tiempo, gracias a estos genios de las telecos, ya se puede decir que es ORO. ¿Y a todas estas restricciones y condiciones tienen los de Orange la caradura de llamarle “tarifa plana”? Tras el dolor de cabeza por leer letra tan pequeña, el Puñetas manda a la mierda (para qué vamos a usar eufemismos) a Orange y a quienes se cachondean del sufrido consumidor.



En fin, que ejemplos para desmitificar la publicidad y los anuncios que nos bombardean a todas horas por tierra, mar y aire, hay en cantidades industriales pero tranquilos, beibis, que para eso está el “Gobierno de España”, para protegeros de los troleros y trileros, para defenderos de los que quieren haceros papilla el cerebro y el bolsillo. Para ello, Don Zapatero y sus cuates se han sacado de la manga una Ley General Audiovisual que va a terminar con todas estas historias e histerias. Todavía está en trámite parlamentario pero saldrá adelante gracias al partido y a unos cuantos partidillos pesebreros arrimados al poder de turno (excepto cuando hay elecciones, en que todos se distancian por razones obvias). “Con el nuevo texto en la mano se podrían emitir hasta 29 minutos de distintas formas de comunicación comercial a la hora, cuando la norma de Bruselas impone 12 como máximo”.  Ya podemos contestar a la exclamación con que comenzábamos este panfletillo y, de paso, al título del mismo: para el Gobierno zapateril la vida es un anuncio continuo. Menos mal que uno de los objetivos de esta Ley era regular el “exceso” de publicidad que había. La han duplicado. Quiero pensar que se han equivocado en los números y en vez de darle a la tecla de dividir de  la calculadora le han dado a la de multiplicar y como luego no leen lo que escriben… Angelicos.

La realidad es que “hasta los anunciantes se quejan del exceso de publicidad porque los anuncios pierden eficacia”. No está mal la argumentación… Quiero decir que, como este gobierno vela por sus ciudadanos con un cariño de madre, quizás todo sea una sibilina estrategia para conseguir lo que muchos queremos: que el lavado de cerebro de los anuncios pierda efectividad. Y para ello, qué mejor que elevar su emisión hasta la enésima potencia. Dios, ya se sabe, aparentemente legisla con renglones torcidos. Por cierto que, ya de paso, la citada Ley “prohíbe la emisión en abierto de contenidos pornográficos o violencia gratuita” y considera ilegal "toda publicidad que no transmita una imagen igualitaria, plural y no estereotipada de mujeres y hombres". Si esto es verdad, el Puñetas quedará muy contento porque por fin se podrá acabar con las telecacas. Como comprenderá, lector, nada de esto pasará porque la ley –como tantas otras- sólo será cumplida parcialmente (en lo que interese a quienes tienen la sartén-ley por el mango). O sea, que seguramente estamos ante una nueva ley-anuncio. Lo propio de un gobierno-anuncio en un país-anuncio formado por empresas-anuncio y ciudadanos-anuncio. Sí, queridos cuates, para algunos la vida es un anuncio continuo… Quiero decir: una propaganda y mentira detrás de otra. 

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