miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA LIBERTAD DE LOS PERIFÉRICOS



Si hay algo que está cabreando sobremanera al Puñetas respecto al Estado de las Autonomías es que los diferentes gobiernos de éstas siempre salen de rositas en cualquier ocasión o circunstancia. Todos los varapalos de lo que ocurre en el Estado van dirigidos siempre al gobierno central, como si en realidad sólo fuese éste quien corta el bacalao en el país. Los diferentes poderes autonómicos han conseguido la cuadratura del círculo: sólo aparecen en las elecciones y para pedir pasta al Estado. Cuando vienen duras (casi siempre) quienes reciben todos los tortazos y concitan toda la responsabilidad son quienes gobiernan “desde Madrid”. Los más de 4 millones de parados parezca que sólo competen a Zapatero y sus cuates. De esa cantidad un milloncejo de nada son andaluces y alguna cuota debería de corresponderle al gobierno andaluz. Pues no… Para estos asuntos, no existe ni se le espera. El déficit público es galopante pero la responsabilidad exclusiva recae también exclusivamente en el gobierno central como si los señoritos que mangonean en los 17 rincones de Spain no tuviesen nada que ver con el asunto. Así es facilísimo gobernar, oiga.

A crear esta imagen completamente falseada de la realidad contribuyen los medios informativos “nacionales” que, radicados en Madrid, se ocupan sobre todo de la política “nacional” (gobierno central, Parlamento, etc) mientras que sólo se preocupan de la periferia cuando se produce un hecho luctuoso, corrupto o simpático. A su vez, los medios provinciales y autonómicos, al estar más cercanos al poder del terruño, se lo piensan mucho a la hora de linformar críticamente por aquello de que la presencia gubernamental local y autonómica les controla  más de cerca, de manera que el personal (que, además, se informa poco y casi siempre a través de los medios televisivos) acaba por estar en la inopia. Se da así la paradoja de que Periquillo Tuercebotas, ciudadano insigne de este país llamado no se sabe qué, conoce al dedillo los modelitos que cada día luce la vicepresidenta de la Vega/Vogue mientras que no sabe quién demonios le saca los cuartos y le rige su vida más cotidiana, sea en Hacienda, Educación o Sanidad. Periquillo sabe más del personaje Obama que del presidente de su Comunidad Autónoma. Así, ya digo, da gusto gobernar…

Si los dos casos que voy a referir a continuación tuvieran lugar en Madrid, tengan la seguridad de que hasta en las Bahamas se habrían enterado del percal, pero ocurren en la periferia autonómica así que de ellos sólo se han enterado los de siempre: los cuatro gatos que leen habitualmente con lupa al tiempo que se tapan la nariz con los dedos.

Cataluña. Una iniciativa popular quiere prohibir los toros en aquel terruño y, como es lógico, el Parlamento se ha puesto manos a la obra. A 180.000 firmas de gente a la que les da asco los toros, los políticos catalanes no pueden hacerle ascos, valga la redundancia y el cachondeo. Y es que son la mar de demócratas, los tíos. Claro que sólo en aquellos temas que les da la gana, pero eso es lógico pues nadie tira piedras contra su propio tejado, ¿no? Como más o menos la población mayor de edad en Cataluña debe rondar esos 180.000 ciudadanos cabreados con los toros (es que, señores,  les obligan a acudir a los ruedos cada vez que José Tomas torea allí!), de Montilla al último mono que trabaja en el Parlamento se han puesto manos a la prohibición. "Lo único que hace falta es que voten en conciencia y con sentido común, porque las estadísticas ya prueban que ni en Catalunya ni en España hay afición al toreo" –ha manifestado una tontaelhaba, dirigiéndose a los parlamentarios. Los amantes del toreo que se jodan por canallas y asesinos. Al fin y al cabo, la libertad es esto: que los que no aman la del vecino se la impongan con el más sonoro de los recochineos. En el futuro quizás prohíban el circo, el fútbol o el bingo, pero eso sí, siempre haciéndolo en nombre del pueblo, de la libertad y de la democracia, faltaría más. Claro que esto lo pueden hacer porque se trata de un Parlamento periférico y en un lugar que no es Madrid. Si la misma idea se les hubiera ocurrido a los que andan por el centro de la meseta, a estas horas ya habrían salido para el exilio tachados de cavernícolas, déspotas, fascistas y otros bellos adjetivos.

País Vasco.  Ahora no mandan ellos. Se supone, pero actúan igual que si el terruño fuese de su propiedad. El Peneuve acaba de sacar toda su artillería pesada (más bien pelmaza) criticando por tierra, mar y aire el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián. ¿Y qué pinta un partido político metiendo baza en una decisión de la Iglesia, en unos tiempos en que se supone que cada uno anda por su lado autónomamente? Pues está muy claro: todo lo que se mueva en el País Vasco tiene que pasar por el nihil obstat del PNV. Gobierne o no, ande de copichuelas o esté rezando en misa de doce. Se supone que la Iglesia es una institución privada que puede hacer de su capa un sayo en todo aquello que sea de su incumbencia, incluyendo los nombramientos de la jerarquía, pero esa presunción no entra en las obtusas mentes de los jefes y subalternos del PNV, que además de estar en misa quieren también tocar y repicar las campanas. ¿Acaso ellos, en justa reciprocidad, se dejan influir por la Iglesia al confeccionar las listas electorales o sus gobiernos? Esta feroz crítica, en la que el trigo debería estar separado de la paja, demuestra a las claras que al PNV la libertad ajena le importa tres pepinos. A lo mejor es que pensaban que el elegido debería haber sido el Padre Arzalluz, un suponé, y por eso se han cabreado tanto. Ahora, hagan este ejercicio de imaginación: si esta sandez de inmiscuirse en asuntos que no le competen la hubiera hecho en Madrid el Gobierno zapatético o la oposición rajounera, medio país –empezando por los alegres feligreses del PNV- se habría levantado en armas llamándoles de todo…

Total, que no hay nada como vivir en la periferia, alejado de los focos mediáticos, para tener bula y hacer uno –si es gobernante o aspirante- de su capa un sayo. Quiero decir, imponer a los demás sus santos bemoles sin que los cimientos de Papaíto Estado se conmuevan lo más mínimo ya que el susodicho sólo "vive" y "siente" en "Madrid".  Eso sí, todo lo que hacen, coaccionan y prohíben estos libertarios de pacotilla está siempre dentro del más absoluto y escrupuloso respeto a la democracia, la tolerancia, la libertad y patatín patatán. Y, además, lo hacen en nombre del Pueblo y del Padre en el que habitualmente  se ciscan todos los días.     

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