viernes, 7 de julio de 2006

CENSORES DE PALABRAS


Escribía el otro día JC en la excelente bitácora “Lo que hay que oír” sobre las quejas del partido de los nacionalistas gallegos (BNG) por los usos despectivos que en ciertos sitios (Costa Rica y El Salvador) le dan a la palabra “gallego”. También de sus propuestas para fomentar el uso del idioma gallego en las lápidas funerarias y esquelas. Las asociaciones gitanas también andan queriendo depurar el idioma pues afirman que hay términos en el diccionario que son ofensivos y racistas para con los calés. Los judíos, las feministas, las asociaciones protectoras de animales, los inmigrantes de color o de ojos rasgados… Todos están haciendo cola para presentar alegaciones al Diccionario de la Lengua Española. O sea, para pulirlo y adelgazarlo del vocabulario que no aceptan por un exceso de “rigor censoris”.


Hay que ser memos para pensar que, en una situación de libertades, se pueden matar a las palabras porque a unos cuantos no les caen simpáticas. Sería tan absurdo como si el Puñetas, que aborrece los nacionalismos y los guisantes (cada vez que puede se cisca en ellos), pidiese a la Academia de la Lengua que las palabrejas que los nombran deben ser borradas de los diccionarios. Me quedaría anchísimo de careto pero cortísimo de cerebro. Pues así van por la vida esos meapilas del BNG y los compadres de cien mil raleas a los que les produce urticaria el uso de ciertos vocablos, como si estos tuviesen vida propia y no hubiese tras ellos una larga historia que, para bien o para mal, los justifica y alumbra. Pues nada, mamoncetes míos, o jugamos todos o ninguno. O sea, que el diccionario lo vamos a dejar más escuálido que una modelo de pasarela. Así que, desde aquí animo a otros colectivos a que se levanten en armas contra las viejas palabras, a ver si entre todos juntos hacemos en España la Revolución Ilustrada que nunca se pudo hacer por exceso de patanes y defecto de gente sabia.


El gremio de zapateros está que hecha las muelas porque su nombre coincide con el del Presidente actual de las Hispanias, y afirman que están hartos de que el personal les llame de todo. Las jirafas machos de nuestros zoos se van a declarar en huelga pidiendo ser llamadas “jirafos”. Los penitentes de la Semana Santa se niegan a que los llamen tontos de capirote. Los de la tercera vía sexuá repudian que se les sitúe siempre en la acera de enfrente. Las almejas se quejan de que los analfabetos las confunden con las almas pequeñitas. Los anoréxicos ansían acabar de una maldita vez con la expresión esa de "comerse a besos a uno". Y los boticarios van a hacer una huelga de medicinas caídas porque consideran horripilante el dicho ese de "como pedrada en ojo de boticario". “Sudar como un negro” o “trabajar como un chino” puede enemistarnos con la China mandarina y una patulea de pueblos africanos, amén de un montón de denuncias por injurias en los tribunales del Reino. La sopa a la jardinera deberá llamarse simplemente “sopa de verduras” para que no se sientan insultados los que cuidan de los jardines. Las chotas dicen que están hartas de estar siempre como una chota. Ya nunca más debería nadie “hacer el oso”, ni “aburrirse como una ostra” ni ser considerado “el último mono”. Las asociaciones protectoras de animales vigilan. Por supuesto, la ONCE está ojo avizor por si alguien usa el “dar palos de ciego” pues tal expresión la considera denigrante para los invidentes. Y no digamos si a alguien se le ocurre decir que Fulanito es “más feo que Picio”. Los herederos del zapatero que con el mismo nombre vivió en Granada allá por el siglo XIX, están con el abogado de guardia esperando el momento propicio de sacarse unos eurillos limpios de polvete y paja a costa de un deslenguado.


Y es que ya va siendo hora que el personal se lo piense bien pensado cuando se trata de darle a la sin hueso. Ya está bien de que cada vez que abrimos el pico nos estemos metiendo con alguien. Así que lo mejor será ceder ante tanto cagamandurrias lingüístico como pulula por la España pluraloide, tijeras en mano y cachiporra en la otra. Claro que viendo como a algunos (esos ignorantes del BNG, un suponé) les encanta joder la marrana mientras exigen la mudez al prójimo, nuestro habitual conformismo y dejar pasar puede trocarse cualquier día de éstos en militancia lingüística hasta derramar la última gota de saliva que nos quede vivita y coleando. Que a burros, con perdón de los muy asnos, no nos gana ningún pollino.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Navegando por la web me encuentro tu bitácora que me ha parecido estupenda. La paso a mis favoritos. Gracias.