miércoles, 13 de enero de 2010

A LOS PECECILLOS LOS SANGRAN A MULTAS Y A LOS PECES GORDOS LES PONEN ALFOMBRA



El Ayuntamiento de Málaga (según se publicó en la prensa local y nacional a primeros de enero de 2010) puso una multa de 3.756 euros a una mujer por dar de comer a las palomas que revoloteaban alrededor de su edificio. Como las palomas (símbolo de la paz) no cultivan el buen hábito de acudir a defecar a los W.C. o hacerlo en lugares donde no molesten sus depósitos fecales a los humanoides (tan limpios por fuera pero tan guarros por dentro), los vecinos de la citada mujer ya estaban hartos de que la fachada del edificio se ensuciase por culpa de las palomas y de la comidita que le daba la aludida. Comida que, inevitablemente, atrae a los pajarracos y que –como todo veterinario sabe, y algunos vecinos quejicosos- provoca luego que éstos defequen donde más daño hacen: en las fachadas y en la cabeza de algunos. Y como el Ayuntamiento malagueño está para castigar actitudes incívicas (aunque, francamente, no se nota mucho, ni siquiera en la falta de limpieza achacable al pésimo sistema de recogida de basura que él mismo realiza, así como el ridículo baldeo de calles y otras menudencias del aseo), ni corto ni perezoso, encasquetó a la doña más de medio millón de las antiguas pesetas. Todo por unas migas de pan destinadas a unas destinatarias equivocadas. Nos enteramos también que ha sancionado con multas de 500 a 1.250 euros a cuatro personas por las molestias que causaban los ladridos de sus perros y otras multas de idéntico calado económico por casos similares.

Que conste que nos parece muy bien el palo y tentetieso a gente que desprecia la paz de sus vecinos y la limpieza de las fachadas, pero las multas deben ser proporcionadas al mal y molestias ocasionadas. Muy al contrario, parece que el criterio –común a otros Ayuntamientos y Administraciones- no sea el de una justicia o castigo proporcional sino simplemente el cobrar abusivamente, pasándose tres pueblos y medio. Así ocurre ya en muchas multas de tráfico, por ejemplo. A diferencia de lo que piensan los ediles y jerifaltes que las aplican, no son multas “ejemplarizantes”. Son multas abusivas, atracos a los ciudadanos, desmesuras intolerables porque no se corresponden con el mal realizado. La multa a esa mujer incívica por dar de comer a las palomas es de juzgado de guardia. Y si no lo es (que así piensan estos descerebrados administradores de la cosa multona), deberían aplicar esa proporcionalidad conforme sube la gravedad del incivismo. Si así lo hiciesen algunas empresas, comercios y hasta las mismas Administraciones no tendrían recursos económicos suficientes para abonar las millonarias multas que deberían corresponderles por prestar un pésimo servicio, reírse y abusar de los clientes o, directamente, estafarles y robarles. Sé de algunas promotoras de pisos, que se forraron haciéndolos hace unos años –cada mes que pasaba subían el precio de venta en un millón de pelas- y que ahora tienen grietas, goteras y todo tipo de desperfectos, para desesperación de sus propietarios, sin que nadie se atreva a meterles mano y multa por vía administrativa, aplicándoles penalizaciones multimillonarias pues si dar migas de pan a unas palomas se valora en más de tres mil euros, ¿cuánto debería valorarse el atraco a mano armada de esta gentuza de los pisos?

La justicia tiene muchas varas de medir en función de quién la aplique y, sobre todo, a quién se le realice. Esa verdad empírica, con cientos de años de antigüedad, sigue ejerciéndose por parte de gente que –encima- cree que les tenemos que estar agradecidos. Y sí. Quienes les están enormemente agradecidos son los peces gordos y medianos a los que permiten total impunidad y a los que –para evitarles el multón que se merecen- se les aplican todas las garantías legales y judiciales, a diferencia de lo que se hace con los pececillos corrientes y molientes, cuyo gran mal es que son muchos y un euro de éste y otro de aquél, al final suman auténticas fortunas. El pueblo llano (los millones y millones de pececillos) sabe desde la Prehistoria que trae más cuenta apropiarse del patrimonio de todos o robar miles de millones que dar de comer a unas palomitas de la paz (aunque muy cagonas) o descargarse por interné el último cedé musical de cualquier cantamañanas.

PD: ¡Qué miedo, vienen las palomas!

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