Ya estás en la sala de embarque. Aquello tiene un bullebulle que no veas: anda más transitado que las taquillas del Bernabéu en día de Champion. Miras a las pantallas y tu vuelo sigue en stand by. Mosqueado, preguntas a una señorita que pasa por allí.
-¡Oiga, yo sólo soy la señora de la limpieza…! –te recrimina indignada.
Empiezas a mosquearte. La hora de embarque está cercana y todavía no hay ni rastro de tu vuelo. Parece que no eres el único. Allí todo el mundo anda de cabeza averiguando sobre lo suyo.
-¿Tiene usted la amabilidad, señorita, de indicarme –si no se le sabe mal y entra en su sueldo- dónde cojones está escondido o perdido el avión que tenía que tomar ayer por la tarde con destino a Jabalcuerno del Porrosillo?
La dama ni se digna contestar. A la susodicha, Iberia (un suponer) no le paga para resolver las dudas de los pasajeros. Además, a ella tampoco le informan sus superiores, así que aquí no hay tío páseme usted el río. En vista de lo cual no tienes más remedio que intervenir, suplantando a la susodicha.
-Oiga, señor, me parece que usted se ha equivocado de edificio. Lo suyo corresponde a RENFE y a una estación del ferrocarril.
Entonces el tío se pone hecho un basilisco creyéndose que eres el jefe del aeropuerto, cuando a ese nadie le ha visto nunca el careto. Al final, con el cabreo del ignorante y el tuyo, estáis a punto de hacer un asalto de lucha libre, pero la campana os salva.
-¡Din, don! Aviso a los pasajeros del vuelo 75.689 de la compañía JIJI-AIR, con destino a Groenlandia. Tengan la amabilidad de pasar al iglú nº 7, desde donde serán embarcados ipsofacto. Repetimos ahora el aviso, pero en el idioma de los pingüinos: ¡Brrr, aggg, piffff!
Todo mentira. Piensas: mentira podrida. Se inventan un vuelo ficticio para que la gente se crea que todo funciona normalmente menos en el vuelo que a ella le ha caído en desgracia. Vuelves a mirar la pantallita de marras y compruebas que pone algo. Retraso, claro. Dos horitas de retraso para ir abriendo boca, porque luego añadirán otro par y así hasta que tu ansiado pajarraco metálico aterrice procedente de su anterior destino. La gente acude en masa a los mostradores de información donde se da de todo menos información. ¡Estás en un aeropuerto, macho, ciudad sin ley en donde se pierden los aviones, las maletas, los pasajeros, los bocadillos de tortilla y hasta la policía! Si tienes suerte te darán un vale para que te compres un periódico (atrasado, claro) y puedas adelantar doscientos trece puestos en la cola del WC.
Te entretienes mirando la cristalera que da a las pistas. De pronto ves a tus cuatro maletas encima de un motocarro. Las reconoces porque las pobres están llorando de pena y claman tu nombre y apellidos. No hay nada que hacer. Ahora las agarran y, pumba, las tiran brutalmente a otro motocarro que, a continuación, se las lleva a un avión cercano. Lloras como un bebé viendo su desgracia. De pronto, caes en la cuenta: no puede ser que ellas lleguen a Cuba antes que yo…. Sí, sí, a Cuba… A China se las llevan, por equivocación o porque allí las pagan más caras.
Seis horas más tarde tienes una intuición: tu avión acaba de aterrizar, listo para llevarte a tu caribeño destino. Lo has adivinado porque una bandada de pajaritos (vulgo, pasajeros) ha acudido en tropel al mostrador de la hipotética puerta de embarque.
-Tranquilos, señores y señoras. Yo sólo soy el marido de la hermana de quien tenía que estar aquí. Mi cuñada está de baja médica y me ha pedido que le recoja el cortaúñas que se dejó el otro día al lado del micrófono. ¡Buen vuelo, señores y señoras!
Otro fiasco. Pero la esperanza es lo último que se pierde y cuando menos te lo esperas, salta la liebre en forma de buena noticia:
-¡Din, don! ¡A ver, los pasajeros del vuelo 89.385! ¿Se puede saber qué demonios hacen ustedes? ¡La tripulación les estamos esperando en el avión desde hace la friolera de ocho horas! ¿Pero por qué son tan irresponsables? ¡Llevamos ocho horazas tirados en el frío compartimento del Airbus 969 esperando su embarque y ustedes, hala, dale que dale mirando las pantallitas y preguntando a cualquier hijo del aeropuerto! ¡Si es que dan ganas de abandonar esta bendita profesión con viajeros así! ¡Leñe, vayan al mostrador 92.376, donde les está esperando nuestra más guapa azafata y nuestro más musculoso azafato!
Y qué vas a hacer tú y todos los que te acompañan en busca del vuelo perdido. Pues agachar la cabeza, coger otra vez más el equipaje de mano (callos tienes ya en las manos de tanto moverlo de aquí para allá y de allá para aquí) y buscar el mostrador indicado. Con un poco de suerte lo mismo hasta aparece. Y entonces, sí, por fin, habrás conseguido lo que te proponías, chaval: ¡volar y tirarte una semanita de plácidas vacaciones en otro rincón del mundo gracias a tu compañía aérea favorita! (¡Pero qué inocente sigues siendo, capullo!).
-¡Oiga, yo sólo soy la señora de la limpieza…! –te recrimina indignada.
Empiezas a mosquearte. La hora de embarque está cercana y todavía no hay ni rastro de tu vuelo. Parece que no eres el único. Allí todo el mundo anda de cabeza averiguando sobre lo suyo.
-¿Tiene usted la amabilidad, señorita, de indicarme –si no se le sabe mal y entra en su sueldo- dónde cojones está escondido o perdido el avión que tenía que tomar ayer por la tarde con destino a Jabalcuerno del Porrosillo?
La dama ni se digna contestar. A la susodicha, Iberia (un suponer) no le paga para resolver las dudas de los pasajeros. Además, a ella tampoco le informan sus superiores, así que aquí no hay tío páseme usted el río. En vista de lo cual no tienes más remedio que intervenir, suplantando a la susodicha.
-Oiga, señor, me parece que usted se ha equivocado de edificio. Lo suyo corresponde a RENFE y a una estación del ferrocarril.
Entonces el tío se pone hecho un basilisco creyéndose que eres el jefe del aeropuerto, cuando a ese nadie le ha visto nunca el careto. Al final, con el cabreo del ignorante y el tuyo, estáis a punto de hacer un asalto de lucha libre, pero la campana os salva.
-¡Din, don! Aviso a los pasajeros del vuelo 75.689 de la compañía JIJI-AIR, con destino a Groenlandia. Tengan la amabilidad de pasar al iglú nº 7, desde donde serán embarcados ipsofacto. Repetimos ahora el aviso, pero en el idioma de los pingüinos: ¡Brrr, aggg, piffff!
Todo mentira. Piensas: mentira podrida. Se inventan un vuelo ficticio para que la gente se crea que todo funciona normalmente menos en el vuelo que a ella le ha caído en desgracia. Vuelves a mirar la pantallita de marras y compruebas que pone algo. Retraso, claro. Dos horitas de retraso para ir abriendo boca, porque luego añadirán otro par y así hasta que tu ansiado pajarraco metálico aterrice procedente de su anterior destino. La gente acude en masa a los mostradores de información donde se da de todo menos información. ¡Estás en un aeropuerto, macho, ciudad sin ley en donde se pierden los aviones, las maletas, los pasajeros, los bocadillos de tortilla y hasta la policía! Si tienes suerte te darán un vale para que te compres un periódico (atrasado, claro) y puedas adelantar doscientos trece puestos en la cola del WC.
Te entretienes mirando la cristalera que da a las pistas. De pronto ves a tus cuatro maletas encima de un motocarro. Las reconoces porque las pobres están llorando de pena y claman tu nombre y apellidos. No hay nada que hacer. Ahora las agarran y, pumba, las tiran brutalmente a otro motocarro que, a continuación, se las lleva a un avión cercano. Lloras como un bebé viendo su desgracia. De pronto, caes en la cuenta: no puede ser que ellas lleguen a Cuba antes que yo…. Sí, sí, a Cuba… A China se las llevan, por equivocación o porque allí las pagan más caras.
Seis horas más tarde tienes una intuición: tu avión acaba de aterrizar, listo para llevarte a tu caribeño destino. Lo has adivinado porque una bandada de pajaritos (vulgo, pasajeros) ha acudido en tropel al mostrador de la hipotética puerta de embarque.
-Tranquilos, señores y señoras. Yo sólo soy el marido de la hermana de quien tenía que estar aquí. Mi cuñada está de baja médica y me ha pedido que le recoja el cortaúñas que se dejó el otro día al lado del micrófono. ¡Buen vuelo, señores y señoras!
Otro fiasco. Pero la esperanza es lo último que se pierde y cuando menos te lo esperas, salta la liebre en forma de buena noticia:
-¡Din, don! ¡A ver, los pasajeros del vuelo 89.385! ¿Se puede saber qué demonios hacen ustedes? ¡La tripulación les estamos esperando en el avión desde hace la friolera de ocho horas! ¿Pero por qué son tan irresponsables? ¡Llevamos ocho horazas tirados en el frío compartimento del Airbus 969 esperando su embarque y ustedes, hala, dale que dale mirando las pantallitas y preguntando a cualquier hijo del aeropuerto! ¡Si es que dan ganas de abandonar esta bendita profesión con viajeros así! ¡Leñe, vayan al mostrador 92.376, donde les está esperando nuestra más guapa azafata y nuestro más musculoso azafato!
Y qué vas a hacer tú y todos los que te acompañan en busca del vuelo perdido. Pues agachar la cabeza, coger otra vez más el equipaje de mano (callos tienes ya en las manos de tanto moverlo de aquí para allá y de allá para aquí) y buscar el mostrador indicado. Con un poco de suerte lo mismo hasta aparece. Y entonces, sí, por fin, habrás conseguido lo que te proponías, chaval: ¡volar y tirarte una semanita de plácidas vacaciones en otro rincón del mundo gracias a tu compañía aérea favorita! (¡Pero qué inocente sigues siendo, capullo!).
CONTINUARÁ...
4 comentarios:
Buona sera, caro amico:
Otra vez, y de forma vitriólica y jocosa, mete su certero dedito en uno de los problemas más comunes de este pais: El abuso al que se somete al ciudadano por instituciones, empresas públicas, empresas semipúblicas, monopolios "de facto".
Un detalle muy curioso al respecto: Quienes detentan el poder político y que elegimos para controlar y eliminar tales abusos, resulta que nos dicen todos los días..."que están trabajando intensamente..y bla,bla."
Cuando algo falla, se apresuran a buscar al "responsable",que suele coincidir con cualquier pobre desgraciado en una ventanilla, en control de operaciones,...nunca en el gestor o pseudogestor que ellos han nombrado o "colocado".
¿Y la causa o causas?...Nada, la mezclan con las responsabilidades en un mix infumable producto de no querer o no saber disociar causa de responsabilidad.
Y..¿qué decir de los atracos aeroportuarios?...una birra, 4 euretes de nada, Wifi como si fuera 30 minutos de placer en una casa de lenocinio, etc. Y,aun así, no son rentables.
A propósito de acceso gratuito WIfi, en la mayor parte de los aeropuertos que visito lo es...menos los de mi España.
Disculpe, pero cada vez estoy más convencido que este país es una porquería y no porque las cosas sean así, si no porque, sin consumir drogas o emborracharse, un elevado número de conciudadanos están contentos así.
Pues....¡qué disfruten¡.
Usted lo ha dicho: el abuso, la falta derechos ciudadanos, el tomar al consumidor como rehén. Cuarenta y cinco mil afectados en Barajas a causa de la nevadilla que cayó los otros días. Gentes que pasaron en el aeropuerto hasta 3 días, tirados y abandonados como colillas porque ni Fomento, ni Aena, ni Iberia ni el coño de la Bernarda consideran entre sus prioridades el atender e informar a los pardillos que se atreven todavía (sí, es ineludible en muchos casos) a subir a un avión. ¿Tanto trabajo cuesta -don Freixo- hacer las cosas bien? A mí sólo se me ocurre pensar que no saben qué hacer cuando surge algún problema, que hay una mayoría de incompetentes colocados en lugares no aptos o que les encanta fastidiar al prójimo. Que este país es una porquería va a misa, aunque hay mucha gente que con poco se conforma (una subvención, un subsidio, una jubilación anticipada, un décimo del gordo, salir en la tele contando sus miserias íntimas...). Mientras que los abusones sigan en este plan, no nos quedará más remedio que seguir deféndiéndonos como podamos. Legítima defensa, creo que se llama ésto...
¡Qué le puede decir,amigo, quien ha sido sujeto activo en tantos y tantos procesos similares a los que se ha venido en llamar eufemísticamente "incidencias".
Le voy a decir como sigue la cosa entre bambalinas de la organización/empresa/organismo directamente implicado (suele ser casi siempre uno solo o casi solo, el resto,con no hacer nada, ya potencian en sinergia):
1) Se intenta por todos los medios "echar el muerto" (y,si no se puede, ver de implicarle)a otra empresa u organismo. Se evita por todos los medios implicar a un sector o dependencia de "la casa", pues, a veces se vuelve la cosa contra uno como un "boomerang". Luego..
2) Se arma el alboroto y aparecen los que ordenan "una comisión de investigación". Se reunen de modo precipitado, con datos insuficientes y algunos de los participantes con instruccoines de sus jefecillos de "oir y callar". Al político se procura decirle lo que quiere escuchar y se aguantan sus constantes llamadas interesando extremos imposibles de conocer a corto plazo. A los medios se les entretiene como se puede a base de "chorradas" o se les desvía a "instancias superiores" (ergo:políticos)
3) Como lo que importan son los resultados inmediatos aunque sean en papel, aparece precipitaddamente en menos de cuatro o cinco días un llamado "informe preliminar" que dice muchas cosas inconexas, se vislumbra un responsable (eso,eso,lo más importante") y se proponen unas medidas muy costosas organizativa y económicamente. Además, un simulacro.
4) Se procura que el "responsable" tácito, esté ya cesado, muerto o sea un candidato ya previsto para "cosas de la calidad, medio ambiente o desarrollo sostenible" (o sea,previsto ya quitárselo de en medio).
5) El simulacro debe de tener un gran impacto mediático para "domar a la sociedad". Que figurantes y demás, sean de "la casa" o del "sistema" para que la cosa no dé "la cantada". Si con "gente de la casa" evacuamos en 1 minuto a 20 afectados, pues consideramos siempre 20 afectados,no importando que mañana sean en parte ancianos,niños,histéricos,etc.y no se fijen coeficientes correctores en puro pragmatismo.
6) Se dice siempre "revisar y, en su caso, modificar los protocolos". Como los protocoles, normalmente encargados a una consultora amiga del político de turno que no tiene ni quiere tener ni idea del tema, suelen ser algo difícil de llevar a la práctica en forma de logística y comunicación integral, no se dice lo que se tendría que decir: No sirven y mejor preparar unos nuevos. basados fundamentalmente en retorno de experiencia y que sean posibilistas.
7) Los profesionales metidos en el "ajo", desmoralizados y viendo que, hagan lo que hagan, para nada sirve, deciden "pasar" para poder cobrar sin complicarse la vida.
8) Y así, hasta el siguiente, y viendo ya preventivamente, como "apartarse de estos asuntos" (largarse del sector de operaciones al de marketing estratégico, recursos divinos, formación permanente, etc.)
Este es el panorama, caro amico, y no me extiendo más.
Obrigado por soportarme,esperando que este rollo ilustre un poco más el tema que tan jocosamente comenta.
Coincido plenamente en la secuenciación expuesta, que se basa en un axioma de partida y de final: tomarás al contribuyente-usuario-cliente como un perfecto gilipollas. Y, en efecto, lo somos. Siempre nos las dan en el mismo carrillo, una y otra vez, no aprendiendo.
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