Anda el Comité Olímpico Español detrás de los peseteros de la Sociedad General de Autores para que algún insigne miembro de ésta escriba una letra incolora, inodora e insípida con la que aderezar el himno nacional español, el cual no puede ser cantado ni tarareado por nuestros deportistas cuando se echan una competición con gentes de otros países. Mientras franceses, rusos, americanos, italianos, ingles o alemanes vibran de emoción y de adrenalina patriotera al cantar sus himnos respectivos, los españoles tienen que callarse como muertos porque su himno sólo tiene música. Con lo que nos gusta a nosotros hacer ruido… Así, claro, luego salen desmotivados a los campos de juego y no logran los triunfos que serían deseables en un país que está entre los diez primeros del mundo en cuanto a nivel de desarrollo y tal. Eso, naturalmente, no puede ser…
El problema de poner letra al himno (cuya música también habría que cambiar pues es horrorosa) es que los cuarenta millones de paletos que vivimos en el país común no nos pondríamos de acuerdo ni tan siquiera en los puntos y comas. De modo que el Puñetas ve más fácil que se eleven a la categoría de himno algunas de las canciones más famosas y canturreadas de nuestra historia: “Y viva España”, “Macarena”, “A por ellos, oé, oé” o el famoso Achilipú de aquella mujer bravía cuyo nombre ya presagiaba furia y lágrimas: Dolores Vargas, la Terremoto.
Achilipú,apú apú,achilipú apú apú, achili,achili achili chili, achilipu,apú apú…
¿Quién podría oponerse a esta letra tan racial y, a su vez, tan políticamente correcta? Ni los paletos nacionalistas tipo “abertzales neandertalensis”. Todo el mundo de acuerdo. Y si buscamos algo más melódico que pueda ser tarareado hasta por los niños de pecho siliconado, ¿qué tal aquel famoso “La, la, la” que nos abrió las puertas de la liberal Europa en 1968, cuando aquí vivíamos la negra noche del franquismo? “La, la, la, la, la, la….” Podríamos hacer –además- versiones en catalá, euskera, bable, andalú, valenciano y hasta en castellano-manchego, con lo que ninguna de las 17 autonomías tendría que sentirse despreciada o disminuida por el himno común.
Claro que si por mí fuera, arramblaría con todos los himnos y banderas, pero tengo la impresión de que en esto, como en tantas cosas, sólo soy una insignificante minoría.
2 comentarios:
Sólo nos faltaba eso. ¿Te imaginas a todos los soplapollas de nuestra "clase política" discutiendo acerca de la letra? Que si es discriminatoria con la mujer, que si no refleja el "hecho diferencial" de Pollagorda de los Negros Caños, que si es homófoba, que si no recoge las muy católicas raíces de la España, Una, Grande y Libre, que si tiene matices xenófobos, que si va contra la familia tradicional, que si no tiene en cuenta los derechos de los escarabajos peloteros, que si no hace referencia a la necesaria "alianza de civilizaciones", que si olvida las raíces judías, árabes, celtas, fenicias, griegas o cartaginesas, que si ...
Vale más que lo dejen como está, si es que no lo quieren tirar a la basura. Que, aunque seamos minoría, es donde mejor estaría.
Pues tiene la cosa toda la pinta de que hasta en el Congreso se líen a debatir sobre el tema, así que no andas muy desencaminado en tus apreciaciones.
En fin, que hagan lo que quiera, porque aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Quiero decir, que la música seguirá siendo igualmente birriosa, tenga o no letra.
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