En la reciente cumbre de países hispanoamericanos celebrada en Salamanca y convocada por el adalid de las civilizaciones, el señorito Zapatero de la amplia y hueca sonrisa, estuvo ausente al final ese prohombre divino llamado Fidel Castro. Don Zapa se quedó con las ganas de ver en persona a uno de sus ídolos de la infancia y de su actual adolescencia. ¡Mala pata, hombre!
Yo también he de confesar mi enorme admiración por Castro. No sé qué tendrá este tipo que todo le sale bien. Le salió de diez la aventura de la revolución (en los tiempos de Maria Castaña) cuando otros, como el Ché, no pudieron decir lo mismo. Lleva más de 40 años siendo el capataz del cortijo cubano y no ha habido nadie hasta el presente que le haya puesto la mano encima. Tan bordes que son los americanos para estas cosas, teniéndolo a tiro de piedra, y todavía no le han montado ninguna guerra del Caribe, con lo baratita que les saldría. Se le murió de cáncer la mamá soviética y este hijo putativo aún continúa más fresco que una lechuga. Muchos años de boicot americano al país pero el tío sigue más tieso que una vela. Ni el Papa polaco consiguió barrerlo del mapa, y encima se murió antes. Y por si fuera poco, el dictador más antiguo del planeta –el muy capullo- tiene una salud de hierro que a este paso le llevará a centenario. ¿No es para envidiarle? Encima los progres de medio mundo le adoran a la chita callando, le mandan autobuses de segunda mano, ayuditas dinerarias, ordenadores, medicinas... y así lleva el mamoncete sobreviviendo y sobrematando la tira de años. ¡Joder, este sacamantecas es incombustible! Será ateo, pero todos los dioses del universo le protegen. Se morirá tranquilamente en la cama, ya lo verás. Su pueblo pasa hambre y vive míseramente. No pasa ná. Que medio país vive exiliado, no pasa ná. Que de vez en cuando fusila para matar el gusanillo de los viejos tiempos revolusionarios... no pasa ná. Más chulo que el punteras, todavía hoy se permite el lujo de ladrar. Recuerdo que hace un par de años promulgó una ley que decía: “Cuba prohíbe que la isla regrese al capitalismo”. El tío pretende seguir gobernando después de muerto. Y no veas el piquito de oro que tiene.
Le preguntas por la hora que es y empieza con el bla, bla, bla hasta que dan las doce en el reloj del campanario. Le preguntas a continuación que cómo va esa salud de hormigón y el tío nuevamente bla, bla, bla. Te vas a tu casa a dormir la mona y al día siguiente, cuando regresas, todavía anda el hombre amarrado a la dura perorata: BLA, BLA, BAL, BAAL, VAL, LAV, BAAL, BALA…. sigue balando el muy pesao.
Y yo que sólo le había preguntao por su salud... Desde luego, la patria de los cubanos es el mismísimo Cielo, porque se lo han ganado (los que huyeron y los que se quedaron en la isla) aguantando las parrafadas eternas de este payaso disfrazado de soldado llamado Fidelito Castro, alias “el Coñazo”.
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