Dado el elevadísimo número de accidentes de tráfico que tenemos en este país de conductores suicidas, conductores ineptos y conductores descerebrados, el próximo año se puede asegurar que un millón de jóvenes tendrán un accidente de automóvil o moto, cinco mil personas se irán al carajo y miles de ellas quedarán marcadas para el resto de sus días, física y mentalmente, gracias a esos cacharros tan maravillosos que anuncian mucho en la tele y que tienen más poder mortífero que un lanzagranadas o lanzamisiles, acrecentado exponencialmente por una conducción ajena en un elevadísimo tanto por ciento a las más elementales normas de conducción y de sensatez. Se puede decir, y nos quedamos cortos, que los conductores de este país –así, en general- son de novena regional y bajando. Así que hoy me pongo en plan profe repipi y sabihondo para refrescar un poco la memoria a todos estos locos al volante, recordando algunas normas de esas que parece que sólo están para cumplirse cuando uno va montado en el coche de la autoescuela.
• Cuando se accede a una autovía por el carril de aceleración HAY QUE CEDER EL PASO a los que vienen por la autovía y si vienen muchos, incluso habrá que parar. O sea, que no corresponde a los que vienen por la vía principal el pararse o que nos cedan el carril, si no a los que se incorporan.
• En las autovías de dos o más carriles DEBE CONDUCIRSE POR LA DERECHA y utilizarse los carriles de la izquierda para adelantar. La mayoría de los conductores son tan progresistas que sólo conducen por la izquierda, con lo cual el riesgo de accidente y el entorpecimiento que causan sobre el tráfico es monumental.
• Las rotondas no funcionan con el grito de ¡maricón el último! Las normas son más claras que el cacao mental de los conductores: tiene preferencia el que ya está metido en la rotonda y SIEMPRE, SIEMPRE, hay que ceder el paso al de la derecha. Muchos conductores subnormales ven una rotonda y se creen que es cuadrada.
• Los límites de velocidad en las autovías y autopistas están claros como el agua: 120/130 kms. Si el coche puede alcanzar 200 por hora, ese es su problema, no el nuestro. La mayor parte de los conductores, unos por necios, otros por torpes y los más por utópicos, se creen que son capaces de mantener el coche al estilo Fernando Alonso, sin contar los muy idiotas con que las carreteras tienen baches, curvas sin peraltes, aceite resbaladizo, chinos o piedrecitas y otras menudencias que en los circuitos no se dan. Por no hablar que el coche es una patata comparado con un Fórmula I y que ellos tienen menos reflejos en estado sobrio que un Schumacher harto de vino y guisqui.
• Hay unos gilipollas integrales en esto de la conducción: los chavalotes que tienen su primer coche, que van siempre con los cristales bajados, la música a todo trapo, las gafitas oscuras y el aire de creerse unos machotes porque llevan entre manos cuatro latas con un acelerador. Pobres imbéciles, no saben que el coche tiene mas inteligencia que ellos mismos. Así que menos presumir de coche (y de las tonterías que hacen al volante) y más imaginar que dentro de unos años les tocará ir descalabrándose en el asfalto. Aquí sólo se salva Dios. (No sé si es inteligente, pero sí sé que no conduce ni va de peatón por los pasos de cebra).
• Los frenos de los coches están pensados para utilizarlos de manera progresiva y no fulminante. Cuando uno se acerca a un semáforo que está en rojo o a un paso de peatones, debe ir frenando poco a poco, para que la velocidad del coche disminuya paulatinamente. La mayor parte de los peatones se horrorizan cuando están cruzando un paso de cebra y un imbécil viene a toda leche por la calzada y frena en los últimos metros. No los atropellan pero a punto están de matarlos de un infarto. HAY QUE HACER NOTAR AL PEATÓN QUE LO HEMOS VISTO DISMINUYENDO LA VELOCIDAD PROGRESIVAMENTE Y PARARNOS POR COMPLETO.
• El coche está pensado para desplazarse de un sitio a otro. Ni es una discoteca, ni un fumadero de opio, ni es un instrumento de placer (los majaderos de los publicistas y de los constructores así lo venden y a ellos compete también la enorme responsabilidad de tanto accidente de tráfico). EL COCHE SÓLO SIRVE PARA LLEVARNOS DE UN LUGAR A OTRO. Todo lo demás sólo nos distrae y estorba. Parece mentira que estas obviedades haya que contarlas, incluso a los propios fabricantes, que sólo se preocupan de vender y vender, aunque para ello al coche le tengan que poner televisor, sofá cama y retrete. (Todo llegará).
• UN COCHE TIENE MENOS PROTECCIÓN QUE UN NIÑO DE SEIS MESES. A ver si nos enteramos de una puñetera vez. Un tortazo a cincuenta por hora deja el coche hecho fosfatina y a cien por hora no queda de él ni la manilla de la puerta ni la aguja del indicador de la gasolina. Los ocupantes irán forrados en airbags, pero el latigazo cervical y corporal no se lo quita ni San Prepucio, por no referirnos al plano psicológico y emocional que les quedará para disfrutar durante el resto de sus días. Así que hablar de un coche seguro es una estupidez de los fabricantes y conductores. Creerse que uno saldrá inmaculado de un accidente porque el cacharro rodante lleva ABS, estabilizador electrónico, llantas de aleación, doscientos airbag y otras pijadas, es creer en la magia potagia. ¡Si hasta los camioneros se mueren en los accidentes!
• Aunque algunos lo traten como un ser humano, y le dediquen más atenciones que a la esposa y que a los hijos (según las estadísticas, un padre dedica por día unos cinco minutos para hablar con sus retoños), EL COCHE ES UN ARTEFACTO QUE NO TIENE SENTIMIENTOS NI EMOCIONES y que si puede te la pega ahora fallando el embrague, luego pirándose la batería y después jodiéndose la correa de transmisión. Nos cuesta un ojo de la cara al comprarlo y durante su corta vida acaba por quedarse con el otro ojo entre tasas, combustible, reparaciones, garajes e impuesto revolucionario de los gorrillas. En realidad habría que odiarlo pues NO HAY CACHARRO QUE NOS SALGA MÁS CARO y nos produzca más sinsabores, pero somos masoquistas y nos va la marcha. Desgraciadamente en miles de casos la marcha es… fúnebre.
Podría indicar más paridas respecto al tema pero como no quiero que todo el mundo me vea como un enemigo público (los conductores y los que viven del coche, que son una inmensa patulea de gente) termino aquí con mis iconoclastas reflexiones. Hasta los gobiernos ayudan a la compra de coches con el famoso plan Prever. En cambio comprar una barra de pan, unos pantalones, unos libros de texto o un empaste de muelas no tiene la más mínima ayuda del gobierno. Aquí lo único importante es el puñetero coche. Al menos deberían tener la vergüenza de obligar a colocar en el lateral de cada coche las siguientes palabras: “Yo mato”. Un “yo” válido para el vehículo y el conductor. Que aquí nadie que sea conductor podrá decir nunca que de "este agua no beberé".
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