Dedicado a Pere Navarro, director de la Dirección General de Tráfico.
Como soy un usuario habitual del cochecito leré (aunque procuro usarlo cada vez menos por aquello del incremento de cafres y suicidas que circulan por nuestras carreteras), todo lo que tenga que ver con el tráfico me interesa. Y, que yo sepa, nunca he levantado mucho la voz ante los responsables de la cosa en España, comprendiendo el duro morlaco con el que tienen que lidiar habitualmente.
Pero –horror- también la Dirección General de Tráfico se mueve por las apetencias e intereses políticos de unos y otros. Así que, con el desembarco de Rodríguez Zetapé en la presidencia del Gobierno de la España plural y tralarí, los máximos responsables de dicha Dirección General han debido de cambiar. Y a peor, porque en un añito hay que ver la de meteduras de pata y de coche que han hecho. No recuerdo en muchos años tanta cochambrería junta.
El nuevo jefe del Tráfico se llama Pere Navarro, conocido por todos los automovilistas porque en la Semana Santa pasada, a propósito de la presentación de los agentes camuflados para vigilar infracciones, salió con la escatológica expresión de que cuando los conductores se las viesen con estos agentes especiales, deberían saber que “la han cagado”. Llevar estas expresiones tan populares y vulgares al ámbito de la declaración pública y del gobierneo tiene el inconveniente de que a uno también se las pueden devolver, y seguramente con muchísima más razón. O sea, que aunque tarde, le diremos a don Pere (don Pedro en vulgar castellano) que él también la cagó cuando dijo semejante cosa.
Poco después (tengo la impresión que el caballero tiene la lengua algo larga y el pensamiento bastante corto), el perita nos salió con la ingeniosidad de que unos diez radares de los modernos podrían sustituir el trabajo de centenares de guardias de tráfico en el control de la velocidad. Aparte el mosqueo que ello originó entre su personal laboral, alguien debió decirle que quizás un vulgar ordenador personal tipo Pentium de 4oo € podría sustituirle a él también, con lo que ganábamos en eficacia gestora, ahorrábamos un alto sueldo y nos evitábamos el sonrojo y la vergüenza ajena.
Más tarde, se le ocurrió la genial idea de trasladar a la analfabeta opinión pública (es que don Pere es muy listo) que la solución de todos los problemas de atascos y jaleo en las vacaciones es que éstas se den por regiones, como ocurre en Francia. No dijo que hablemos en francés ni que tengamos los sueldos de los trabajadores franceses. No, sólo que imitemos a los franchutes en lo de la rotación de las vacaciones. No dijo ni como ni de qué manera. Tampoco si los franceses están contentos o echan las muelas por esta idiotez. Tan absurda debió de parecer su propuesta que los defensores de los valores eternos de los cortijos y cortijillos españoles (vulgo comunidades autonómicas) no salieron al trapo con aquello de que dicha medida habría que consensuarla con ellos, que atacaba las tradiciones o que iba contra la soberanía nacional de tal o cual lugar. Nadie le hizo ni puñetero caso. Punto en boca y se acabó la genial idea.
Ante este soberano fracaso de público, ahora don Pere se oculta detrás de su subalterno más próximo, un amigo al que también le debe ir la marcha (del tráfico ajeno, naturalmente). Así que el subdirector de Tráfico se descolgaba hace poco con la genial idea de que los atascos kilométricos del puente del uno de mayo se debieron al sol, a que hubo mucha gente que quería salir al mismo tiempo, que hay lo que hay y que jamalají jamalajá. Pero, como son chicos de Zapatero (Dios los cría y el de León los junta), tienen propuestas salvadoras y abracadabrantes aunque sean –como las de las vacaciones regionales- inoperativas, sonrojantes o chiripitifláuticas. Ahora nos salen con que la solución chachi para los atascos es dar un rodeo. Por ejemplo: para ir de Madrid a Valencia, sale usted hacia Barcelona y después gira a la derecha y luego a la izquierda. (Léanse las recomendaciones para evitar atascos y cogerán una cogorza de campeonato). Para viajar de Sevilla a Madrid, vaya por Ciudad Real. Para viajar de Castellón a Madrid, pase por Teruel. Ingenioso. También vale no salir de casa, ir en avión de Madrid a Toledo o exiliarse a otro país hasta que don Pere y sus brazos derechos se marchen con viento fresco de la D.G.T. Para ir desde Málaga hasta Barcelona tengo yo una ruta alternativa la mar de efectiva: trasponer hasta la Coruña, vía Portugal, bajar hasta Soria en burro y proseguir a Barcelona a través de los Pirineos. La cosa llevaría medio año pero no veas la cantidad de paisajes y experiencias vitales que tendríamos con tan suculento viaje. En el próximo concurso de ideas de la D.G.T. de don Pere Genialidad pienso presentarla. ¡Lo mismo gana el primer premio!
Pero –horror- también la Dirección General de Tráfico se mueve por las apetencias e intereses políticos de unos y otros. Así que, con el desembarco de Rodríguez Zetapé en la presidencia del Gobierno de la España plural y tralarí, los máximos responsables de dicha Dirección General han debido de cambiar. Y a peor, porque en un añito hay que ver la de meteduras de pata y de coche que han hecho. No recuerdo en muchos años tanta cochambrería junta.
El nuevo jefe del Tráfico se llama Pere Navarro, conocido por todos los automovilistas porque en la Semana Santa pasada, a propósito de la presentación de los agentes camuflados para vigilar infracciones, salió con la escatológica expresión de que cuando los conductores se las viesen con estos agentes especiales, deberían saber que “la han cagado”. Llevar estas expresiones tan populares y vulgares al ámbito de la declaración pública y del gobierneo tiene el inconveniente de que a uno también se las pueden devolver, y seguramente con muchísima más razón. O sea, que aunque tarde, le diremos a don Pere (don Pedro en vulgar castellano) que él también la cagó cuando dijo semejante cosa.
Poco después (tengo la impresión que el caballero tiene la lengua algo larga y el pensamiento bastante corto), el perita nos salió con la ingeniosidad de que unos diez radares de los modernos podrían sustituir el trabajo de centenares de guardias de tráfico en el control de la velocidad. Aparte el mosqueo que ello originó entre su personal laboral, alguien debió decirle que quizás un vulgar ordenador personal tipo Pentium de 4oo € podría sustituirle a él también, con lo que ganábamos en eficacia gestora, ahorrábamos un alto sueldo y nos evitábamos el sonrojo y la vergüenza ajena.
Más tarde, se le ocurrió la genial idea de trasladar a la analfabeta opinión pública (es que don Pere es muy listo) que la solución de todos los problemas de atascos y jaleo en las vacaciones es que éstas se den por regiones, como ocurre en Francia. No dijo que hablemos en francés ni que tengamos los sueldos de los trabajadores franceses. No, sólo que imitemos a los franchutes en lo de la rotación de las vacaciones. No dijo ni como ni de qué manera. Tampoco si los franceses están contentos o echan las muelas por esta idiotez. Tan absurda debió de parecer su propuesta que los defensores de los valores eternos de los cortijos y cortijillos españoles (vulgo comunidades autonómicas) no salieron al trapo con aquello de que dicha medida habría que consensuarla con ellos, que atacaba las tradiciones o que iba contra la soberanía nacional de tal o cual lugar. Nadie le hizo ni puñetero caso. Punto en boca y se acabó la genial idea.
Ante este soberano fracaso de público, ahora don Pere se oculta detrás de su subalterno más próximo, un amigo al que también le debe ir la marcha (del tráfico ajeno, naturalmente). Así que el subdirector de Tráfico se descolgaba hace poco con la genial idea de que los atascos kilométricos del puente del uno de mayo se debieron al sol, a que hubo mucha gente que quería salir al mismo tiempo, que hay lo que hay y que jamalají jamalajá. Pero, como son chicos de Zapatero (Dios los cría y el de León los junta), tienen propuestas salvadoras y abracadabrantes aunque sean –como las de las vacaciones regionales- inoperativas, sonrojantes o chiripitifláuticas. Ahora nos salen con que la solución chachi para los atascos es dar un rodeo. Por ejemplo: para ir de Madrid a Valencia, sale usted hacia Barcelona y después gira a la derecha y luego a la izquierda. (Léanse las recomendaciones para evitar atascos y cogerán una cogorza de campeonato). Para viajar de Sevilla a Madrid, vaya por Ciudad Real. Para viajar de Castellón a Madrid, pase por Teruel. Ingenioso. También vale no salir de casa, ir en avión de Madrid a Toledo o exiliarse a otro país hasta que don Pere y sus brazos derechos se marchen con viento fresco de la D.G.T. Para ir desde Málaga hasta Barcelona tengo yo una ruta alternativa la mar de efectiva: trasponer hasta la Coruña, vía Portugal, bajar hasta Soria en burro y proseguir a Barcelona a través de los Pirineos. La cosa llevaría medio año pero no veas la cantidad de paisajes y experiencias vitales que tendríamos con tan suculento viaje. En el próximo concurso de ideas de la D.G.T. de don Pere Genialidad pienso presentarla. ¡Lo mismo gana el primer premio!
1 comentarios:
Menudo jeta el Pere este. Con tal de diferenciarse de su predecesor (que sin ser perfecto, era y es un hombre serio) no hace y dice más que tonterías. Con tipos así uno ya empieza a pensar para que sirve la DGT, aparte el de entrenernos con los anuncios psicóticos de los paneles.
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