Burla burlando acaba de pasar un año desde que el PSOE y su Mesías, el Sr. Zapatero, está al frente del gobierno de la nación española tras la despedida (bombazos incluidos) de los 8 años de mangoneo del señor Aznar. Y, claro, en fechas tan señaladas, toca balance. Para la oposición política, con esa falta de imaginación que siempre le caracteriza, todo ha sido un desastre, un horror y una pena. Debe ser que chupar ahora menos del bote les vuelve depresivos y sólo ven el lado oscuro de la luna. Para el gobierno y sus adláteres (los nuevos chupones) todo ha sido como la Nocilla: una maravilla.
A estas alturas de la película ya nos sabemos la historia. Que la oposición ladre porque no cabalga, es normal. Pero que quienes gobiernan afirmen sin que se les caiga el rimel de los ojos, que todo lo están haciendo chachi piruli, es de una vergüenza que apesta. Sencillamente porque no hay gobierno perfecto. Ni siguiera hay gobierno bueno. Hay, simplemente, gobernantes que hacen lo que pueden, lo que quieren y lo que les dejan y que por mucho diálogo de boquilla que le echen al asunto, siempre fastidian a medio país y engañan al otro medio. La primera mitad se cabrea y la segunda se ríe muy contenta viendo como a la otra le duelen las muelas. Y los que ni nos cabreamos ni nos reímos falsamente (no porque seamos más listos que nadie, si no porque dudamos hasta de nuestra sombra ya que nuestro reino no es de este mundo, je, je), nos quedamos patidifusos viendo el mostrenco espectáculo de los unos y de los otros.
Don Zapatero (un vulgar Rodríguez llegado a más gracias a su baraka y a la telefonía móvil) acaba de largarnos un besamanos en el que todo huele a las mil maravillas (gracias a él, claro): la economía está mejor que nunca, el Estado de Derecho cada día es más fuerte, su gobierno nos va a poner en los mejores momentos de nuestra historia (o sea, que volveremos a ser un Imperio donde nunca se pondrá el sol), va a invertir en I+D y educación la releche de euros, el plan de infraestructuras que tiene montado va a ser la repera, las mejoras sociales y económicas ya han comenzado y no van a parar porque es un tren que no lleva frenos. En fin, acaba de decir lo que ya hemos oído decir en otras ocasiones a los presidentes del gobierno que le precedieron y que, meses después, aplicaron las rebajas del Corte Inglés a tanta promesa vacilona. Sólo he notado una diferencia no banal: mientras los anteriores presidentes esperaron a contarnos milongas un par de añitos tras su llegada al palacete de la Moncloa, este señor tan estupendo nos las ha contado cuando aún no ha tenido ni tiempo de poner sus lustrosos zapatitos en el parquet de todas las habitaciones de palacio. O es muy autosuficiente, o es un echao palante que se la va a pegar a la primera ocasión (lo malo es que el tortazo lo recibiremos los ciudadanos de uno y otro pesebre) o es un lenguaraz y cantamañanas que se cree que todos somos tan felices como él. Que cada uno escoja lo que le apetezca. (Yo escojo las tres razones).
¿Qué tendrá el poder que vuelve a quienes lo poseen unos mentirosos compulsivos, unos inconscientes relamidos, unos autosatisfechos acríticos y unos tontos del haba? Cierto que algunos ya lo son antes de llegar a sentar su culito en una poltrona importante (véase si no el caso de los/las ministros/as Pepito Blanco y Carmencita Calvo), pero en general suele producirse un cambio tan radical que yo no sé como no figura obligatoriamente en la plantilla gubernamental un psiquiatra, disponible las 24 horas. Curiosamente, cuando dejan el asunto y regresan al hogar, poco a poco van recobrando el sentido juicioso, cierto espíritu crítico y hasta alguna comprensión objetiva de la realidad. Claro que ya es tarde.
De modo que don Zapatero me parece que está siendo bastante precoz en la adquisición de los malos hábitos que otorga el disponer de la vida y hacienda del prójimo y el tener a su lado una selección de pelotilleros que sólo saben decir amen al jefe, qué guapo eres, se rompió el molde cuando naciste y qué arte tienes. Precisamente porque el nuevo presidente ha cogido demasiado pronto esa clásica enfermedad llamada popularmente “Todo lo hago bien porque soy un genio”, es por lo que empieza a caerme a estas alturas más gordo que sus predecesores y le adivino (nos adivino) un porvenir de lo más oscuro y tenebroso que tendremos que lidiar los que no tenemos culpa de nada. Mientras tanto, aquí van mis felicidades por su primer cumpleaños y a ver si se cuida el cabello, porque lo está perdiendo a pasos agigantados. La cosa no es baladí porque si el nuevo Pastor se está quedando calvo, adivina adivinanza cómo acabarán quedándose sus ovejitas luceras. ¡A ellas no les va a quedar ni pelos en el culo!
A estas alturas de la película ya nos sabemos la historia. Que la oposición ladre porque no cabalga, es normal. Pero que quienes gobiernan afirmen sin que se les caiga el rimel de los ojos, que todo lo están haciendo chachi piruli, es de una vergüenza que apesta. Sencillamente porque no hay gobierno perfecto. Ni siguiera hay gobierno bueno. Hay, simplemente, gobernantes que hacen lo que pueden, lo que quieren y lo que les dejan y que por mucho diálogo de boquilla que le echen al asunto, siempre fastidian a medio país y engañan al otro medio. La primera mitad se cabrea y la segunda se ríe muy contenta viendo como a la otra le duelen las muelas. Y los que ni nos cabreamos ni nos reímos falsamente (no porque seamos más listos que nadie, si no porque dudamos hasta de nuestra sombra ya que nuestro reino no es de este mundo, je, je), nos quedamos patidifusos viendo el mostrenco espectáculo de los unos y de los otros.
Don Zapatero (un vulgar Rodríguez llegado a más gracias a su baraka y a la telefonía móvil) acaba de largarnos un besamanos en el que todo huele a las mil maravillas (gracias a él, claro): la economía está mejor que nunca, el Estado de Derecho cada día es más fuerte, su gobierno nos va a poner en los mejores momentos de nuestra historia (o sea, que volveremos a ser un Imperio donde nunca se pondrá el sol), va a invertir en I+D y educación la releche de euros, el plan de infraestructuras que tiene montado va a ser la repera, las mejoras sociales y económicas ya han comenzado y no van a parar porque es un tren que no lleva frenos. En fin, acaba de decir lo que ya hemos oído decir en otras ocasiones a los presidentes del gobierno que le precedieron y que, meses después, aplicaron las rebajas del Corte Inglés a tanta promesa vacilona. Sólo he notado una diferencia no banal: mientras los anteriores presidentes esperaron a contarnos milongas un par de añitos tras su llegada al palacete de la Moncloa, este señor tan estupendo nos las ha contado cuando aún no ha tenido ni tiempo de poner sus lustrosos zapatitos en el parquet de todas las habitaciones de palacio. O es muy autosuficiente, o es un echao palante que se la va a pegar a la primera ocasión (lo malo es que el tortazo lo recibiremos los ciudadanos de uno y otro pesebre) o es un lenguaraz y cantamañanas que se cree que todos somos tan felices como él. Que cada uno escoja lo que le apetezca. (Yo escojo las tres razones).
¿Qué tendrá el poder que vuelve a quienes lo poseen unos mentirosos compulsivos, unos inconscientes relamidos, unos autosatisfechos acríticos y unos tontos del haba? Cierto que algunos ya lo son antes de llegar a sentar su culito en una poltrona importante (véase si no el caso de los/las ministros/as Pepito Blanco y Carmencita Calvo), pero en general suele producirse un cambio tan radical que yo no sé como no figura obligatoriamente en la plantilla gubernamental un psiquiatra, disponible las 24 horas. Curiosamente, cuando dejan el asunto y regresan al hogar, poco a poco van recobrando el sentido juicioso, cierto espíritu crítico y hasta alguna comprensión objetiva de la realidad. Claro que ya es tarde.
De modo que don Zapatero me parece que está siendo bastante precoz en la adquisición de los malos hábitos que otorga el disponer de la vida y hacienda del prójimo y el tener a su lado una selección de pelotilleros que sólo saben decir amen al jefe, qué guapo eres, se rompió el molde cuando naciste y qué arte tienes. Precisamente porque el nuevo presidente ha cogido demasiado pronto esa clásica enfermedad llamada popularmente “Todo lo hago bien porque soy un genio”, es por lo que empieza a caerme a estas alturas más gordo que sus predecesores y le adivino (nos adivino) un porvenir de lo más oscuro y tenebroso que tendremos que lidiar los que no tenemos culpa de nada. Mientras tanto, aquí van mis felicidades por su primer cumpleaños y a ver si se cuida el cabello, porque lo está perdiendo a pasos agigantados. La cosa no es baladí porque si el nuevo Pastor se está quedando calvo, adivina adivinanza cómo acabarán quedándose sus ovejitas luceras. ¡A ellas no les va a quedar ni pelos en el culo!
2 comentarios:
Acabo de leer todas sus webbloggs.......es Vd.
- buenísimo.
- atinado.
- escandalosamente realista
- jocoso hasta caerse al suelo
Muchas gracias, amigo. Enfrascarme unos minutos tres días a la semana en la escritura de la bitácora me resulta la mar de entretenido y grato. Si encima algún lector ocasional también se lo pasa bien durante un ratillo, miel sobre hojuelas. Y estos beneficios mutuos sin canon a la SGE, pago de IVA, comisión del 3 % o TAE del copón.
Cordiales saludos.
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