Me dicen algunos amigos que el próximo domingo habrá elecciones autonómicas en el País Vasco. Y yo les agradezco la información pero me interesan tanto como el Papa que salga del próximo conclave o el “amour fou” (amor loco) de la Camilla y el Carlitos Orejones, futuro rey de la Gran Bretaña.
Lo que pase en el 1,43 % del territorio español (por ahora) me importa tres pepinos. Lo que voten unos cuantos miles de vascos me la repampinfla. Como escribía el 14 de enero “nunca tan pocos dieron tanto por saco, hablando mal pero con sinceridad total”. Y como ahora se lleva mucho lo de la sinceridad, pues eso…
Hablar de elecciones en un lugarejo donde toda la oposición (los no nacionalistas) va con escolta, suena a timo. Pero nadie dice nada. Hablar de elecciones donde el árbitro del tinglado es la banda terrorista ETA, suena a claudicación total y a ausencia de moral y de vergüenza. Pero como lo importante es que haya elecciones, aunque la democracia brille por su ausencia, nadie se escandaliza. Una farsa en toda regla. Pero ya digo, que hagan lo que quieran y que con su pan se lo coman. Cuando aquellas tierras queridas vuelvan a la aburrida normalidad que da el vivir con cierta paz; cuando la valoración que se haga de cualquier ciudadano sea en primer lugar ser persona y no vasco; cuando se sepulten en el Valle de los Caídos tantos fantasmones decimonónicos como pululan por el cortijo euskérico, entonces quizás vuelva los ojos con sana curiosidad hacia aquel rinconcillo situado al norte de España y al sur de Francia.
Lo único que me ha interesado de estas pseudo elecciones ha sido el apaleamiento que los otros días le dieron en plena calle las bandas de proetarras y de violentos a varios militantes de la UCE (Unificación Comunista de España) cuando se encontraban repartiendo propaganda bajo el título de “¡Por la libertad y la democracia en Euskadi!”. Una escena típica de países en dictadura, con la diferencia añadida que, en el paraíso vasco, la policía se esconde y son los civiles armados (guardianes de las purezas raciales) quienes te reprimen violentamente, moliéndote a palos sin que nadie se lo impida. Palizas muy democráticas y libres, made in Euskadi, a la que todo el mundo está invitado a acudir para disfrutar de lo lindo y relajarse un rato.
En cambio si fundas un partiducho hace cuatro días y le pones “Partido Comunista de las Tierras Vascas”, no sólo te sacan a hombros como los toreros si no que todos te aplauden hasta con las orejas. Se ve que hay comunistas malos y comunistas buenísimos. Unos son malos porque hablan de España y los otros maravillosos porque no ven más que tierras vascas por todos lados. Y encima se permiten el lujo estos comunistas excelsos de ir diciendo por ahí que “el Estado español es un basurero”. Si ellos son las ratas, yo hasta doy por buena la frase. Por cierto que, en un lugarillo donde todo el mundo vive tan requetebién y el progreso se palpa hasta en los palillos de las tapas de los bares, resulta chocante que haya más partidos comunistas por kilómetro cuadrado que en la mismísima Rusia. No podemos olvidarnos de otro partido comunista, el de Madrazo, disfrazado en las siglas Izquierda Unida, aunque este más que comunista es un partido bebedor y chupador del presupuesto institucional gracias al apoyo que presta a papá Ibarreche Picapiedra, el mesías que promete la Tierra Prometida a todos sus feligreses cada vez que abre su boquita de piñón. Ese que afirma tan solemne que “Zapatero tiene una concepción medieval de la democracia”. Y lo dice él, que habla desde los arcanos de la prehistoria (concretamente, la edad de piedra). El curita que pontifica desde la sacristía-menhir.
En fin, ya digo que me estoy pasando por el forro informativo todo el montajillo del carajote vasquil aunque de vez en cuando no puedo tapar mis oídos a tiempo y oigo en la radio frases tan elegantes como las referidas más arriba. Mi deseo es que ganen los de siempre y que sigan en busca de El Dorado, donde hay una pléyade de psiquiatras esperando. Mientras les vaya bien en el negocio, carretera y manta. Menudo club de la comedia hay montado por allí arriba. Aunque el drama y la tragedia sólo les toque a los tontos de siempre. Que siguen haciendo el tonto en estas elecciones, claro.
Lo que pase en el 1,43 % del territorio español (por ahora) me importa tres pepinos. Lo que voten unos cuantos miles de vascos me la repampinfla. Como escribía el 14 de enero “nunca tan pocos dieron tanto por saco, hablando mal pero con sinceridad total”. Y como ahora se lleva mucho lo de la sinceridad, pues eso…
Hablar de elecciones en un lugarejo donde toda la oposición (los no nacionalistas) va con escolta, suena a timo. Pero nadie dice nada. Hablar de elecciones donde el árbitro del tinglado es la banda terrorista ETA, suena a claudicación total y a ausencia de moral y de vergüenza. Pero como lo importante es que haya elecciones, aunque la democracia brille por su ausencia, nadie se escandaliza. Una farsa en toda regla. Pero ya digo, que hagan lo que quieran y que con su pan se lo coman. Cuando aquellas tierras queridas vuelvan a la aburrida normalidad que da el vivir con cierta paz; cuando la valoración que se haga de cualquier ciudadano sea en primer lugar ser persona y no vasco; cuando se sepulten en el Valle de los Caídos tantos fantasmones decimonónicos como pululan por el cortijo euskérico, entonces quizás vuelva los ojos con sana curiosidad hacia aquel rinconcillo situado al norte de España y al sur de Francia.
Lo único que me ha interesado de estas pseudo elecciones ha sido el apaleamiento que los otros días le dieron en plena calle las bandas de proetarras y de violentos a varios militantes de la UCE (Unificación Comunista de España) cuando se encontraban repartiendo propaganda bajo el título de “¡Por la libertad y la democracia en Euskadi!”. Una escena típica de países en dictadura, con la diferencia añadida que, en el paraíso vasco, la policía se esconde y son los civiles armados (guardianes de las purezas raciales) quienes te reprimen violentamente, moliéndote a palos sin que nadie se lo impida. Palizas muy democráticas y libres, made in Euskadi, a la que todo el mundo está invitado a acudir para disfrutar de lo lindo y relajarse un rato.
En cambio si fundas un partiducho hace cuatro días y le pones “Partido Comunista de las Tierras Vascas”, no sólo te sacan a hombros como los toreros si no que todos te aplauden hasta con las orejas. Se ve que hay comunistas malos y comunistas buenísimos. Unos son malos porque hablan de España y los otros maravillosos porque no ven más que tierras vascas por todos lados. Y encima se permiten el lujo estos comunistas excelsos de ir diciendo por ahí que “el Estado español es un basurero”. Si ellos son las ratas, yo hasta doy por buena la frase. Por cierto que, en un lugarillo donde todo el mundo vive tan requetebién y el progreso se palpa hasta en los palillos de las tapas de los bares, resulta chocante que haya más partidos comunistas por kilómetro cuadrado que en la mismísima Rusia. No podemos olvidarnos de otro partido comunista, el de Madrazo, disfrazado en las siglas Izquierda Unida, aunque este más que comunista es un partido bebedor y chupador del presupuesto institucional gracias al apoyo que presta a papá Ibarreche Picapiedra, el mesías que promete la Tierra Prometida a todos sus feligreses cada vez que abre su boquita de piñón. Ese que afirma tan solemne que “Zapatero tiene una concepción medieval de la democracia”. Y lo dice él, que habla desde los arcanos de la prehistoria (concretamente, la edad de piedra). El curita que pontifica desde la sacristía-menhir.
En fin, ya digo que me estoy pasando por el forro informativo todo el montajillo del carajote vasquil aunque de vez en cuando no puedo tapar mis oídos a tiempo y oigo en la radio frases tan elegantes como las referidas más arriba. Mi deseo es que ganen los de siempre y que sigan en busca de El Dorado, donde hay una pléyade de psiquiatras esperando. Mientras les vaya bien en el negocio, carretera y manta. Menudo club de la comedia hay montado por allí arriba. Aunque el drama y la tragedia sólo les toque a los tontos de siempre. Que siguen haciendo el tonto en estas elecciones, claro.
1 comentarios:
Pues ya somos dos, Juan Puñetas. Porque mira que nos están dando la lata con estas elecciones. Y luego, cuando llegan las de Murcia, Cantabria, Asturias, Extremadura o Valencia (y otras que me olvido), ni dios dice nada ni informa. Como siempre aquí se lleva poner en las nubes al tío quer toca el tambor, aunque desafine.
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