¡Cómo me gustaría que este puñetero país en el que vivo fuese un lugar pacífico, normal, gris, anodino, tranquilo…! Ya que todos los problemas se quieren resolver endilgándoselos a las escuelas (de eso hablaremos un día de éstos), no estaría mal que se impusiese como asignatura obligatoria en todo el sistema educativo la práctica del yoga y la relajación. A ver si así conseguíamos que las futuras generaciones sean más libres, vivan más pendientes de la vida que del reloj, consuman menos telecaca y aborrezcan a tanto mercachifle dirigente como venimos padeciendo desde hace ya una reata de siglos.
Tenemos un ejemplo reciente bien ilustrativo. Resulta que un diputado de la derecha del PP ha ido a Cuba por aquello de fastidiar al dinosaurio Castro, anunciando previamente que intentaría hablar con algunos de los pocos opositores que aún no están exiliados o entre rejas. (Puestos a fastidiar, lo suyo hubiera sido no anunciar nada y entrevistarse realmente con quien quisiera, pero se ve que lo que más interesaba al diputado era que Castro supiese a lo que iba. Para que lo echase, se entiende). Así que el viaje ha sido en balde. Vamos, que salió del avión por una puerta y los militares cubanos le volvieron a meter por la otra para que iniciase el regreso en un santiamén, sin derecho ni a bocadillo ni a polvete. Pero junto al diputadín español viajaban dos diputados holandeses, que también fueron devueltos a los corrales de donde procedían. Y ahí es donde se nota el tener un país y un gobierno serio, normal y esas cosas y el pertenecer a un lugarejo algo bananero con un gobierno repleto de zafios e indocumentados.
Mientras que el Gobierno holandés puso el grito en el cielo, convocó inmediatamente al embajador cubano y emitió una nota en la que indicaba claramente que el ministro de exteriores de los Países Bajos y el gobierno estaban indignados por el incidente, el gobiernillo español y el partido que lo sustenta han jurado en arameo contra el diputado del PP echándole la culpa del asunto, catalogándole de “provocador”, de “montar números de circo” y otras lindezas que no reproducimos porque este comentario está autorizado hasta para los lectores menores de edad.
En muchos casos aseguro que pagaría la mitad de mi sueldo por ser holandés unas cuantas horas al día. “El diputado Moragas ha buscado deliberadamente su expulsión de Cuba”. “El PP está organizando con este incidente un circo político para convertir a Moragas en una especie de héroe nacional”. “Es un problema de carácter burocrático, provocado por el político popular, quien debería haber solicitado un visado acorde al carácter político de la visita que iba a realizar a la isla”. Son algunas de las besugadas que se han dicho en España por parte de jefecillos y mamoncetes actualmente en el poder. En Holanda a nadie, ni del gobierno ni de la oposición, se le ha ocurrido ni por asomo decir algunas de estas tonterías. Han hecho lo normal: defender a sus diputados y poner a parir al matarife castrista. Es la diferencia entre un país y otro. Entre el desmadre de aquí y la seriedad y el sentido común de allá. Lo que va de un remedo de país donde la sangre hierve y la mente está recalentada a todas horas por falta de riego sanguíneo (que lo da la cultura y la sensatez) y otro en que parece que por las venas circula horchata y donde pocos sacan los pies del tiesto, salvo en las grandes ocasiones.
Decía Machado aquello tan triste de “españolito que vienes al mundo, te guarde dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Seguimos con la misma cantinela, sea cual sea quien mamonee desde el poder. Y así nos va, bendita Holanda.
Tenemos un ejemplo reciente bien ilustrativo. Resulta que un diputado de la derecha del PP ha ido a Cuba por aquello de fastidiar al dinosaurio Castro, anunciando previamente que intentaría hablar con algunos de los pocos opositores que aún no están exiliados o entre rejas. (Puestos a fastidiar, lo suyo hubiera sido no anunciar nada y entrevistarse realmente con quien quisiera, pero se ve que lo que más interesaba al diputado era que Castro supiese a lo que iba. Para que lo echase, se entiende). Así que el viaje ha sido en balde. Vamos, que salió del avión por una puerta y los militares cubanos le volvieron a meter por la otra para que iniciase el regreso en un santiamén, sin derecho ni a bocadillo ni a polvete. Pero junto al diputadín español viajaban dos diputados holandeses, que también fueron devueltos a los corrales de donde procedían. Y ahí es donde se nota el tener un país y un gobierno serio, normal y esas cosas y el pertenecer a un lugarejo algo bananero con un gobierno repleto de zafios e indocumentados.
Mientras que el Gobierno holandés puso el grito en el cielo, convocó inmediatamente al embajador cubano y emitió una nota en la que indicaba claramente que el ministro de exteriores de los Países Bajos y el gobierno estaban indignados por el incidente, el gobiernillo español y el partido que lo sustenta han jurado en arameo contra el diputado del PP echándole la culpa del asunto, catalogándole de “provocador”, de “montar números de circo” y otras lindezas que no reproducimos porque este comentario está autorizado hasta para los lectores menores de edad.
En muchos casos aseguro que pagaría la mitad de mi sueldo por ser holandés unas cuantas horas al día. “El diputado Moragas ha buscado deliberadamente su expulsión de Cuba”. “El PP está organizando con este incidente un circo político para convertir a Moragas en una especie de héroe nacional”. “Es un problema de carácter burocrático, provocado por el político popular, quien debería haber solicitado un visado acorde al carácter político de la visita que iba a realizar a la isla”. Son algunas de las besugadas que se han dicho en España por parte de jefecillos y mamoncetes actualmente en el poder. En Holanda a nadie, ni del gobierno ni de la oposición, se le ha ocurrido ni por asomo decir algunas de estas tonterías. Han hecho lo normal: defender a sus diputados y poner a parir al matarife castrista. Es la diferencia entre un país y otro. Entre el desmadre de aquí y la seriedad y el sentido común de allá. Lo que va de un remedo de país donde la sangre hierve y la mente está recalentada a todas horas por falta de riego sanguíneo (que lo da la cultura y la sensatez) y otro en que parece que por las venas circula horchata y donde pocos sacan los pies del tiesto, salvo en las grandes ocasiones.
Decía Machado aquello tan triste de “españolito que vienes al mundo, te guarde dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Seguimos con la misma cantinela, sea cual sea quien mamonee desde el poder. Y así nos va, bendita Holanda.
2 comentarios:
Ennuestro pobre país hay muchísima pobre gente, estén en el poder o no, que aún no sabe distinguir entre "víctimas" y "verdugos". Vamos, que tiene una cacao mental y una falta de luces que no se cura ni con una tonelada de penicilina.
¡Sigue así, Juan Puñetas, opinando lo que te sale de los higadillos!
El tal Moragas debe ser más tonto que un melón. A Cuba hay que ir a hacer turismo sexual y no a charlar con los tibios opositores a Castro. Para lo primero tienes todas las facilidades del mundo por parte del viejo. Ya se sabe, dólares, pasta,money... Para lo segundo tienes garantizada una patada en el culo. Algunos es que todavía no se enteran. Y así les va.
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