domingo, 4 de abril de 2010

BARRA LIBRE QUE PAGA EL CONTRIBUYENTE


La revista “Deportistas”, editada por la Federación Española de Municipios y Provincias, en  su  nº 32 de febrero/marzo de 2010,  informa que “El Consejero de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía presentó en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) celebrada en enero en Madrid los grandes eventos deportivos que albergará la región en 2010”.  Acto seguido se desglosan algunos de los eventos más importantes: el Open de España de golf en Sevilla, el Open de Golf Andalucía en Málaga, el Gran Premio de Motociclismo de Jerez, el Torneo Andalucía Tennis Experience…

Hasta aquí todo perfecto, maravilloso y olé los buenos gestores y políticos que se lo curran para que el nombre de Andalucía traspase Despeñaperros, los Pirineos, el Atlántico y lo que haga falta. La primera cruel pregunta que se hace el humilde contribuyente un poco crítico es la siguiente: ¿El papelón de las Administraciones Públicas –sean Centrales, Autonómicas o Locales- es organizar torneos de tenis, carreras de caballos, mundiales, olimpiadas y otros hierbajos? Porque no parece que ese deba ser su cometido. Y la segunda preguntilla igual de  cruel: ¿De dónde sale la pasta para pagar estos fastos? Porque el Consejero y la patulea de gente que trabaja en la Consejería no pondrán un duro de su bolsillo, eso seguro…

La primera sospecha, a bote pronto, es que nuestros administradores públicos confunden churras con merinas y torneos de golf con sanidad pública de calidad. Confunden propaganda y  gestión de los intereses públicos. La segunda sospecha, aún más gorda y cierta, es que los paganos de todos estos eventos tan chiripitifláuticos  seremos los contribuyentes, los curritos y currantes mayormente. Y esto será así porque casi todo el parné de los fastos y fiestas deportivescas que se anuncian procederá de las arcas públicas. Evidentemente, el que algo quiere, algo le cuesta. Y si los andalucitos queremos que nuestra tierra sea conocida en el mundo mundial y que vengan millones de turistas a ella a tomar lonchas de jamón de Jabugo, fino de Jerez, boquerones de Málaga,  a ver la Alhambra y la Mezquita y, en fin, todas las cosas buenas que hay por estas tierras, para ello lo mejor es que todos nos aflojemos el bolsillo y contribuyamos con nuestros impuestos a semejante obra de caridad. Porque, al final, de tanto ir y venir turistas por los aeropuertos, carreteras y estaciones de tren, los auténticos beneficiarios seremos “todos” los andalucitos. Desde el que vende melones en el mercadillo de los miércoles al policía que multa por aparcar en cuarta fila pasando por el fabricante de persianas de última generación. “Todos” seremos beneficarios., ji, ji. (Continúe, querido lector, con las risas).

Atentos a la explicación de porqué se organiza con pasta gansa mayoritariamente pública este tinglado deportivo-turístico-comercial: “La captación y organización de grandes eventos deportivos constituyen una prioridad dentro del Plan de Marketing turístico porque están íntimamente unidos a la puesta en valor del territorio y promueven la generación de rentabilidad turística para nuestros empresarios”. Más claro, el agua turbia.

Para organizar el tinglado, la Junta ha implantado un nuevo modelo de gestión consistente en la creación de eventos que incorporan en el nombre la marca “Andalucía” en lugar de patrocinar citas deportivas ya existentes, aunque eso no lo veo nada claro en el caso de la Vuelta Ciclista a España o el Campeonato motero de Jerez, pero en fin... Mas como estos chicos de la Junta Andalusí tienen la autoestima muy elevada -30 años chupando del bote gubernamental aportan muchas vitaminas al ego politiqueril- no pierden ocasión para señalar que su nuevo modelo ya está siendo estudiado por otras comunidades autónomas, es decir, que el modelo es magnífico ya que colegas de otras latitudes están perdiendo el culo por imitarlo. Sí, alguna iniciativa privada –empresarios amigos, mayormente- colaborará en el gasto pero el plato fuerte lo pagará el sufrido ciudadano que ve como con sus impuestos se abona o subvenciona ya casi todo. ¡Barra libre que paga el contribuyente a través del IRPF, el IVA, el IBI, el canon, los impuestos especiales, las tasas, las multas de tráfico y lo que nos inventemos en el futuro! 

Nunca pudimos imaginar que el famoso “Estado del Bienestar” consistiese en pagar a mansalva a un montón de gente que no tiene ninguna utilidad pública o que con el dinero de los impuestos se pagasen actividades privadísimas que deberían correr a cargo exclusivamente de quienes las realizan. Claro, luego no hay dinero para todo y hay que empezar a congelar sueldos, prestaciones sociales, subir IVAS, reducir puestos de trabajo (sobre todo los que atienden directamente a los ciudadanos), aumentar la edad de jubilación y otras menudencias. Todo menos dar un par de fuertes y radicales tijeretazos para cortar por lo sano: el dinero de los impuestos a lo fundamental (sanidad, educación, justicia, seguridad y administración pública) y todo lo demás que lo pague cada cual de su bolsillo. De paso algunos desgraciaos tendrían algo más de parné en el monedero y lo mismo podrían llegar a fin de mes con cierta holgura, decidiendo por ellos mismos donde se gastan su pasta en vez de que ahora lo decidan los tropecientos mil politiquillos que tienen por encima. ¡A ver, cocina, unos miles de eurillos para la cría del camarón en aguas del Estrecho! ¡Marchando otros miles de euros para que la Serena Williams venga a Marbella a pegar raquetazos! ¡Pues yo quiero una subvención para la ONG de mi primo, “Salvemos el botijo”! Y así hasta agotar el presupuesto, endeudarnos hasta las orejas, encima tener más paro que nadie e ir de cabeza hacia la bancarrota. ¡Bravo! (Ahora, lector, es cuando toca aplaudir la diarrea y melopea de estos genios de lo “público”).

“Nuestro modelo supone compartir riesgos y beneficios, en un sistema de lealtad, confianza mutua y suma de esfuerzos  con el sector privado para ser algo más que la sede de la competición”. ¡Olé el piquito de oro! ¡Olé la confraternización universal con un sector privado que hace aguas por todo el Mediterráneo gracias a que la Junta de Andalucía es el mayor empleador de toda la comunidad, bien a través de sus ramas administrativas, bien a través de sus ramas clientelares, bien a través de sus innumerables empresas públicas para usos privadísimos! En realidad quien pone casi todo el riesgo en los eventos (o sea, los dineritis) son los contribuyentes, auténticos mindundis de este modelo de gestión basado en el clásico dicho del “todos pagan y algunos se lo llevan calentito”. Bueno, eso de que “todos pagan” tampoco es cierto porque el fraude fiscal es de aúpa y el dinero negro, oh la lá.

Pero no seamos demagogos ni recelosos. Las cuentas están claras: “Andalucía acogió el año pasado 350 acontecimientos deportivos que supusieron un retorno económico de 120 millones de euros, reunieron a más de medio millón de espectadores y alcanzaron una repercusión mediática de 100 millones de personas”. ¡Ele las cuentas bien contadas! Sólo un pero: ¿cuánto costaron esos 350 acontecimientos deportivos, desglosados en dinero aportado por el erario público y por el sector privado? Ah, que todavía están haciendo las cuentas… Menudos cuentistas…


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