lunes, 22 de diciembre de 2008

viernes, 19 de diciembre de 2008

OPOSICIONES PARA DIPUTADO

 

Como la clase o casta política funciona al margen de los cánones establecidos (pese a lo cual se autoproclama “representante del pueblo”), a nadie se le ocurre que al igual que a cualquier persona que va a ejercer un puesto de responsabilidad se le exigen una serie de requisitos intelectuales, psicológicos y profesionales, también a los políticos se les debería “examinar” en cierta medida, o exigir unos mínimos, de acuerdo a lo que las futuras señorías van a tener que hacer si salen elegidos en unas elecciones, sean generales o autonómicas.

Se ve -sin embargo- que para ir en una lista electoral la única exigencia es que el personal sea elegido por los jerifaltes del partido, gracias a cosas tan sustantivas como la amistad (a veces, desde la infancia), la guapura (en algunos casos) y, especialmente, el asentimiento total a lo que diga el capitoste supremo. Cosas tan elementales como un mínimo titulillo académico, cierta capacitación profesional en alguna área determinada y una cultura más o menos polivalente, son cosas excesivas para gente tan “ilustre”. ¡Con votar lo que les digan y con decir sí, señor, a lo que les propongan, van que chutan!

Dos ejemplos recientes (porque los han pillado en cueros) vienen a darnos la razón. El uno se ha dado en Valencia, donde por primera vez –por causa mayor- ha votado desde su casa una parlamentaria. Sería deseable que la medida se extendiese y así nos ahorraríamos un pastón en viajes, dietas y otros perendengues, pero parece que la cosa irá para largo pues los resultados de la experiencia han sido "catastróficos": la diputada psocialista ha votado hasta en seis ocasiones en coincidencia con el PP. Y es que su correo llegó antes de que se produjese la votación. Se supone que previamente le dijeron qué es lo que tenía que poner en el correo del voto, pero hete aquí que los acontecimientos en el Parlamento debieron ir por derroteros contrarios, así que lo que iba a ser “Digo” devino en “Diego”. ¡Vaya faena!  Según la portavoz psocialista “el experimento piloto ha evidenciado la necesidad de utilizar otro método en el que el voto sea simultáneo al del resto del grupo, con el fin de evitar problemas y disparidades de voto”. Su explicación refleja una realidad bastante patética: nadie sabe lo que va a votar hasta el instante en que se lo dicen. A esto le llaman “disciplina de partido”, con lo que sobra la funesta manía de pensar. Un concepto de la democracia la mar de sui géneris. Así les luce el pelo y por ello tienen menos credibilidad que un ciego pilotando un avión.

No extrañará que los diputados/as no precisen más requisito básico que el no pensar, no saber y no cuestionar nada. Al fin y al cabo su eficiencia laboral se mide en no equivocarse a la hora de apretar el preciso botón que otorga el voto preanunciado. Luego, un suponer, llegan los cachondos reporteros del programa Caiga quien Caiga, entrevistan con preguntillas de cultureta general a los diputados del Parlamento andaluz y salen los resultados esperables: suspenso total. Es el segundo ejemplo al que me refería.

A la pregunta de “¿Cuál es la tasa de paro en Andalucía?” sólo acertaron el Presidente de la Junta y el líder de la oposición. O sea, los capitostes. Preguntados sobre qué es el ADN, ni idea. Incluyendo al máximo mandatario que, balbuceando, sólo atinó a contestar: “Bueno, pues el ADN”. Como escribe Luis Miguel Fuentes, “que nuestro futuro dependa de esta caterva ignorante, pasota, infantil, impresentable y ridícula, que en ellos se digan depositadas nuestra democracia y nuestras esperanzas, es para echarse a temblar”. (Vean el video del final y entenderán).

Regresando al principio de esta parida es urgente, por regenerativo y saludable, que a los candidatos a la cosa pública se les realicen unas pruebas iniciales como garantía de que la ciudadanía no vamos a estar en manos de unos vulgares mercachifles: cultura general, mínima titulación (qué menos que el bachillerato), tests psicológicos, pruebas de resistencia física (estar sentados, calladitos y obedientes exige mucho aguante), etc. Yo hasta los pondría en fase de prácticas durante una temporadita. Al fin y al cabo, es lo que se le exige a  los ciudadanos cuando aspiran a desempeñar algún puesto de trabajo de cierta responsabilidad. ¿Por qué van a ser diferentes los diputados y diputadas, máxime cuando nuestras vidas, haciendas y bolsillos dependerán de lo hagan luego o de lo que les digan los jefazos que voten?

martes, 16 de diciembre de 2008

ESPERANDO AL DETECTIVE DE LA SGAE

“Señor psiquiatra: Desde que el gobierno zapateril dio carta libre a la SGAE para que hiciera de su capa un sayo con  el canon y el mamon (de mamoneo), andan los garrapiñeros chicos de Teddy Bautista la mar de detectivescos ellos. Lo mismo se cuelan en una boda ajena que meten la nariz en una caseta de feria, que se llevan la pasta obtenida en una gala benéfica. Se han convertido, de un tiempo a esta parte, en el terror de las nenas y nenes. Afirma la afamada Sociedad que el personal va de pirata perdido día y noche por lo que sus socios están perdiendo suculentos beneficios. Olvida que siempre ha habido piratas, especialmente entre los medios empresariales de la música, cine, editoriales y otras gaitas. Ahora los bucaneros se han socializado cantidad y ya hasta el niño de Primaria es capaz de bajarse de interné una canción sin encomendarse a dios, al diablo ni a las SGAE. Así que, desde lo del canon por narices (todos somos piratas en potencia, chorizos de Cantimpalo, y por tanto todos hemos de pagar por adelantado, aunque compremos una batería de cocina) estos tipos y tipas están en plan detectivesco a ver si nos sacan hasta los higadillos con cualquier fruslería". (...)

"Doctor, ando en un sin vivir en mí pues temo que cualquier día, al canturrear afeitándome, se me aparezca un detective de la SGAE saliendo del inodoro para ponerme una multa por derechos de autor impagados. O que abra la puerta de casa cuando esté yo fuera y se dedique a hurgar en mi cedeteca buscando canciones no originales, sin saber el muy subnormal que en mis tiempos me gasté una pasta gansa en vinilos y casetes, habiendo tirado todos a la basura tras digitalizarlos previamente con muchos sudores y esfuerzos. ¡Esto lo ha robado usted de internet, piratón! –sería el grito de guerra al llegar yo antes de tiempo y encontrármelo con la mano en la masa. Vamos, es que cada vez que tuerzo una esquina, en un lugar algo apartado o solitario, tengo miedo de  encontrarme con el detective de la SGAE dispuesto a sacarme los ojos del impuesto revolucionario a poco que me descuide. Y, claro, esto no es vida, doctor. No porque tenga algo que temer, que no, si no porque uno –como casi todo el mundo- anda sin derecho alguno como consumidor, al arbitrio de bancos filibusteros, telecos robaperas, petroleras bandoleras, vendedores sin escrúpulos que te venden como moto lo que no pasa de simple patinete. Y es que, hoy, donde todo se ha complicado cantidubi (vea el ejemplo de las  teles o las cámaras fotográficas), hay que ser un catedrático de la cosa para entender algo de los nuevos artículos tan tecnológicos que nos meten por las narices y evitar así que no le tomen a uno por imbécil, timándole alegre e impunemente. Ya sólo faltaba la Sociedad ésta de Autores, que directamente nos toma por sinvergüenzas, con la anuencia y complicidad del gobierno de turno, progresista él y primer defensor mundial de los derechos humanos. Será de los de sus miembros, miembras y compinches…" (...)

"Sí, doctor, ya sé que lo mío es incomprensible porque no voy al cine, no tengo tele, no compro un puñetero CD, el DVD lo tiré a la basura hace años y sólo escucho música clásica del siglo XVII. Paso de la cultura moderna que ampara la SGAE. Sólo leo a los clásicos, ya sabe Sócrates, Séneca, Bocaccio… Y es por eso que, no teniendo nada que temer, estoy muy  preocupado. Temo, psiquiatrilla mío, que el día que aparezca el detective de la SGAE me dé un arrebato y me ponga a su altura. Porque para esta gente yo, como todo el mundo, soy un ladrón sin presunción alguna de inocencia. Y eso me cabrea muchísimo y me pone de los nervios y me da un sinvivir que no vea, doctor. Y es que estoy resistiéndome, pero lo mismo me da un ataque de locura y pirateo hasta al lucero del alba y a la luna creciente. Si me toman por un chorizo y  me hacen pagar dinerini extra hasta por hacer una fotocopia del DNI, van a acabar porque al final lo sea de verdad, que uno vive en otro tiempo (donde la cultura no era esta mierda de cosa tan mercantilista que tenemos) pero no es un gilipollas. Así que, recéteme algo, psiquiatrilla mío, antes de que pierda la cabeza del todo y cometa una burrada”. (...)

ULTIMA HORA. (Diario El Mundo). Pepito Picatoste, ciudadano ejemplar, natural de El Porrosillo, Reino De Taifas Andalusí, acudió ayer a la consulta del afamado psiquiatra D. Jaime Cantamañanas. Cuando finalizó la consulta, al comprobar que el doctor llevaba una doble vida (en sus horas extras trabajaba como detective de la SGAE), la emprendió a golpes con el diván hasta dejarlo irreconocible. El doctor, tras llamar a la policía, fue ingresado en un psiquiátrico pues manifestaba gran alteración neuronal a consecuencia de las profundas emociones vividas minutos antes. Avisada la SGAE, don Picatoste fue contratado  ipso facto como detective sustituto del doctor hasta que éste vuelva a estar civilmente disponible. Gracias a esta labor tan filantrópica de la Sociedad de Autores nuestro ciudadano ejemplar ha podido superar sus traumas psiquiátricos. ¡Para que luego hablen mal de tan denostada Sociedad! 

sábado, 13 de diciembre de 2008

EL PUÑETAS VISITA EL PARLAMENTO

La semana pasada nos dio por hacer un viaje a Madrid para visitar el Parlamento español. Sinceramente, cuando llegamos, no esperábamos ver allí presentes a todos los diputados y figurantes. No faltaba ni uno, oiga. Y eso que llegamos tempranillo.

-Vamos a ver si cazamos a los absentistas, hacemos una foto de los escaños vacíos y escribimos un articulillo en plan denuncia.

Qué va. Allí estaban todos, bien vestiditos y peinados. Sospeché que mi visita había sido previamente filtrada por Jesusito, un amigo mío de altos vuelos y bajas camas. Habían actuado como cuando se sospecha la llegada de una alta autoridad a la oficina (el jefe, su señora o su querida) y todo el mundo llega antes de la hora, bien acicalado y con la sonrisa profidén para causar buena impresión.

En cualquier caso, allí estaban todos, más chulos que un ocho, enfrascados en un debate importantísimo para la salud del país.

-¡Y tú más! –escuché nada más llegar al Congreso.
-¡A mí no me dices eso en la sede de la soberanía popular!
-¡Mentira! Aquí la soberanía es socialista, no del partido popular! –clamó un camarada, levantando las gafas de las páginas del diario El País.
-¡Deja de leer el periódico, bellaco, y así sabrás de qué va el debate! –le reprendió un diputado pepero, rojo (con perdón) de ira.
-¡Esto no pasaría con un parlamento republicano! –terció un señor con una pegatina de IU en la solapa.
-¡Muera el Borbón! –se oyó proclamar, botella de güisqui en mano, a un tío con bigote parecido a Tejero, pero sin tricornio.
-¡Vale, señores, vale! ¡Haya tranquilidad! –Era el señor Bueno, perdón, quiero decir, Bono- No cambiaremos el mundo ni nada si no cambiamos nosotros los primeros.
 
Vi que en esos momentos el personal paró en seco, se puso a pensar y debió de decirse: “No he entendido lo que quiere decir el ghandi este, pero suena bien…”  Fue el momento en que todos reanudaron sus labores cotidianas: unos retornaron a la lectura de la prensa del día, otros empezaron a levitar (creo que eran los del PNV), algunos entornaron los ojos y los más empezaron a preguntar al de la claqueta lo que había  que votar a continuación.

Iba a aprovechar entonces para echar una ojeada a los urinarios (dime como tienes el meadero y te diré lo gorrino que eres) cuando una luz límpida y cegadora se cernió sobre mi augusta persona. Una silueta algo evanescente empezó a humanizarse ante mis propias narices. ¡Era don Zapatero! Su amplia sonrisa de piano de cola y su mirada marina me conmovieron. Quedé hipnotizado. Yo, que tengo más vuelo que toda la NBA junta, era todo un flan.

-¡Bienvenido, Puñetas, a esta tu casa! ¿Cómo estás? ¿Te apetece un cafelito? ¿Y la familia, necesita 400 euros? ¿Precisas un crédito blando al 2 %? Pídeme lo que quieras, amigo…
-Yo…, es que… -balbuceaba como si de pronto fuese un bebé.
-Ya sé que estás impresionado de verme y que la emoción te embarga, pero dime algo… Las cámaras están recogiendo la imagen, hay doscientos micros esperando una palabra tuya y como no digas nada vas a quedar como un idiota…

¡Qué tipo! ¡Qué psicología, qué mundo, cómo sabía provocarme cariñosamente para que aquello no quedase en fiasco!

-Me gustaría tomar un vaso de leche con colacao, un vasito de anís de El Mono y un bollo suizo  –dije, sacando fuerzas de flaqueza.

Todos rieron la salida, excepto Alfonso Guerra, algo envidiosillo. Nueve segundos más tarde  -cuando se acabaron las fotos- el Presidente se fue a una urgente reunión sobre el próximo partido Barcelona-Real Madrid. Volvió la normalidad a mi cuerpo serrano y pude por fin sentarme discretamente en el palco de invitados para presenciar la continuación del orden del día. Y allí estuve hasta que terminaron los discursos. Comprobé lo que ya sabía: que los unos y los otros afilaban las lenguas viperinas pero luego todo quedaba en dimes y diretes sin importancia. Gente civilizada, oyes, no como los vecinos de mi comunidad.

Cuando salí a la luz del sol dispuesto a recorrer las calles de Madrid -aún con el riesgo de encontrarme a Esperanza Aguirre contando una vez más su heroica salida de Bombay- giré la vista hacia los leones del Parlamento. Les guiñé un ojo de complicidad.

-Esos de ahí dentro son como niños pero no tenemos otros y los necesitamos. Vosotros, que sois gente del pueblo, cuidadlos, por fa.
-Sí –creo que quien hablaba era uno de los leones-, ahí dentro se mueve mucha carnaza  pero a nosotros nos tienen a palo seco, con zanahorias y cacahuetes.

Jodé. Llevo pensando en la dichosa frase toda la semana. ¿Qué coño querría decir aquel leoncete pueblerino?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

EL CONDÓN DEL CHIN PON CHIN PON

El Ministerio de Sanidad, con el ministro Soria (¿o es Palencia?) a la cabeza, acaba de lanzar una campaña publicitaria dirigida a los jóvenes para animarles al uso del preservativo en las relaciones sexuales ya que las tasas de embarazos entre las adolescentes aumentan que es un primor. Como el Ministerio debe tener en alta estima cultural e intelectual a nuestros jovenzuelos (los más preparados de la historia de España, al menos en el asunto de la jodienda), se dirige a ellos usando los más profundos tecnicismos y el lenguaje más directo, alto y claro que imaginarse pueda.

- Stop. Tronco, yo no corono rollos con bombo. O condon, o yo pongo stop. Como fosos, como pozos, somos dos. O con condon, o yo sobro, bombon. Yo propongo condon, como modo. Lo cojo, lo toco, lo pongo. Con condon yo floto pronto. Solo con condon, solo con coco.  (He quitado las tildes porque, francamente, afeaban la caligrafía).

Le he pasado la letra a varios conocidos. Un inglés de la Inglaterra, que está estos días tomando el sol por Andalucía, me dice: “Mí no entendé, mi español de la BBC no comprendé esas palabrotas”. Mi hijo y sus amigos afirman que ellos hablan como todo el mundo y que no conocen a ningún joven normal que hable así. Mi psicólogo de guardia, al que he acudido con inusitada urgencia, me dice que están todos locos: los del ministerio, los jóvenes, los condones y hasta Manolo el del Bombo. Un camarada, profesor del Instituto, se caga en las muelas de toda la parentela del Ministerio sanitario: “Treinta años enseñando a hablar y escribir correctamente nuestro idioma y vienen estos analfabetos y se mean lingüísticamente en los jóvenes y en el profesorado”. En fin, mi vecina la del quinto, del Partido Popular, se sube por las paredes y amenaza con pedir la dimisión y la cárcel a la plana mayor del señor Soria (sí, es Soria, y que los sorianos lo perdonen). Mi filósofo de cabecera, dándose cabezazos contra la tele de plasma: “Dos mil años de civilización (griegos, romanos, musulmanes…, ya sabes) para acabar con estos ladridos". Sí, “tronco” (tallo fuerte y macizo de los árboles), “bombo” (tambor muy grande que se toca con una maza”) o “coco” (árbol de América… y ecétera).  El borde del primero, actual presidente de la Comunidad de vecinos: “¿Qué cojones tiene que ver un tallo, un tambor y un árbol con los espermatozoides y óvulos?”

-No sea idiota, Calamidad. Si el anuncio hablara de vaginas y penes, una gran mayoría de jóvenes no se enterarían de nada…

Es mi vecino el del octavo, viejo psocialista anclado en sus imaginarias batallistas del mayo del 68, con el que siempre estoy discutiendo porque –como el Ministro de Sanidad- él también cree que los jóvenes de hoy día son gilipollas. O bebés, o analfabetos multifuncionales.

El Puñetas, el más objetivo, equilibrado, justo y sensato de cuantos bípedos campan por el ruedo nacional, espera sinceramente que esta novedosa campaña publicitaria sea todo un éxito y que la canción del anuncio alcance pronto el primer puesto en el hit parade de los 40 Principales. Además de a la agencia publicitaria que la ha realizado, a la que le ha tocado la lotería en tiempos de crisis, esperemos que a algunos jóvenes y jóvenas le haga el apaño y usen el tronco envainado en el condón preceptivo para que el bombo sólo sirva para mostrarlo (con su ombliguito, claro) en los días de carnaval y playa.   

- Jodé. Tronco, yo no corono rollos con bombo. O condon, o yo pongo stop. Como fosos, como pozos, somos dos… ¡Ahhhhhh, que me corrooooooooooooo! … ¿Y el condón? ¿Dónde coño está el puñetero condón?

domingo, 7 de diciembre de 2008

EL CALENTÓN Y LOS CALENTADORES

 
Siempre he opinado (y a estas alturas nadie me hará cambiar) que son muy poco de fiar los tipos y tipas que se “calientan” fácilmente. No hablo de sexo ni de gente friolera. Me refiero a todos los que se toman las cosas por la tremenda, que sacan los pies del plato a la menor contrariedad, que se irritan por cualquier menudencia, que abusan de su cargo o superioridad social para poner a parir a los demás o abusar. Con un nivel de irritabilidad y de prepotencia mezclados al cincuenta por ciento, son de temer porque sus reacciones primarias pueden ir desde el insulto al acto violento pasando por todo el arco intermedio de la mentira y la estupidez.

A menudo, tras “calentarse” se retractan o piden perdón, pero suelen volver a las andadas pues son así, si así os parece. El cabestro que hace unos días, con un permiso carcelario en la entrepierna, asesinó a su novia y fue a la caza de su anterior esposa y familia, debió tener un calentón pasajero, seguramente, pero los que sabemos algo de psicología cotidiana (sólo la imprescindible para andar por el mundo sin necesitar de psicólogos profesionales) afirmamos que los calentones no surgen de improviso si no que se rumian y rumian durante horas, días y años previos. No pueden argüirse como justificación ante la metedura de pata o de faca.

Francamente: estoy de “calentadores” hasta los mismísimos higadillos. No hay día que no tengamos a algún jamelgo o capullina haciendo de las suyas. A menudo la cosa queda en simple estupidez verbal (porque no pueden ir más allá, que si no…), otras el asunto se pone oscuro y tenebroso. Si mezclamos los calentones de personajes anónimos con los de gente afamada y conocida, se puede decir que en España –en los últimos tiempos- estamos achicharrándonos vivos con tanto hervor y calenturas. Gente culta y simpaticona como la Cristina Almeida hace poco echaba espuma por la boca afirmando su placer porque se quemaran los libros de determinados autores que a ella no le gustan nada. Otro día un político lenguaraz y pueblerino llamaba tontos cojoneros a los que votan a otro partido político y se quedaba tan ancho. “Me calenté” –afirmó poco después el camarada, pidiendo perdón, pero justificándose por el error. Casi por las mismas fechas los  bastardos de la ETA descerrajaban cuatro tiros a un empresario vasco, fruto sin duda de un calentón que les dura ya más de cuarenta años. Los hay que viven en un calentón perpetuo.

Imaginémonos al médico que, en plena operación, se calienta por un quítame allá el bisturí; o al bombero, que jugándose la vida en el incendio, tiene que aguantar a los mirones que le dicen lo que ha  de hacer; o al profesor de instituto al que le insulta en clase el niñato de turno; o la dependienta a la que ha puesto a cien esa clienta que ya le lleva pedidos quince pares de zapatos y al final se va sin dar las gracias. Si el personal anduviese “calentándose” cada vez que le tocan los cataplines o los ovarines de manera tan gratuita, esto sería Troya. Ocurre que la gran mayoría de la población suele tener autocontrol, es educada y reprime las ganas de armar bronca o responder ante los ultrajes o tomaduras de pelo que se le vienen encima. (Por supuesto, nunca saldrá en las televisiones dando gritos, haciendo el mono y cobrando). En cambio hay otro personal (políticos, famosuelos y gente que se cree imprescindible y docta) que andan con el calentón hora tras hora y, encima, presumiendo de ello. ¡Hasta se ganan la vida así…! (Ponle un micro a un  calentador algo bocazas y le subirá la temperatura en cuestión de segundos).

Desde aquí, muy modestamente, sugerimos que las duchas frías, los cubos de agua gélida y los cubitos de hielo sean subvencionados al cien por cien dada su capacidad de apagar calentones y ridiculizar a los calentadores bípedos. En nuestro caso, y sin cobrar un duro, estamos dispuestos a seguir bajando los humos de quien se tercie, llámese ilustrísima o don nadie. Es uno de los pocos placeres que nos van quedando y nos ayuda a elevar nuestra autoestima, defensas vitales y sentido del humor.  

== VIDEOTECA ==

GOLFISTA CALENTÓN - VIDEO BASTANTE PEDAGÓGICO.
Perdonen los insultos y barbaridades que se dicen en el video pero todo sea por el final de la historia.



JOAN BAUTISTA HUMET - QUE NO SOY YO
Esta semana falleció el cantautor. Siempre nos quedará su música y su bonhomía, tan alejada de los divismos y calentones de muchos de sus colegas de profesión.

jueves, 4 de diciembre de 2008

martes, 2 de diciembre de 2008

PEPIÑO EL CARIÑOSO


Están siendo muy comentadas en casinos, clubes de alterne y otros garitos de buen/mal vivir las declaraciones del vicesecretario general del Psoe, Pepiño Blanco, sobre la “huida” y el “sálvese quien pueda” de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, la inefable Esperanza Aguirre. Ya saben: la doña se encontraba en un hotel lujoso de Bombay cuando empezó un sarao de mil pares de demonios. En esas ocasiones, por muy echado palante que sea el personal, a cualquiera se le caen los palos del sombrajo y emprende las de Villadiego a la menor oportunidad, escapando de la quema de metralla, pistolas y sangre. En cuanto estuvo fuera del centro de batalla, doña Espe cogió un coche, enfiló hacia el aeropuerto e, India, si te he visto no me acuerdo. Horas después llegaba a Madrid y daba una rueda de prensa porque la ñora tenía muchas cosas que contar y no podía esperar a que todo el pifostio terrorista en suelo hindú hubiera acabado, incluyendo el regreso de todos los españolitos que fueron atrapados en semejante verbena. Doña Espera se ve que no quería esperar, tenía mono de micro y estaba impaciente por contar su inesperada batallita.

Los políticos son expertos en huir cuando otean el peligro. Suelen ser bastantes cobardes y la historia no alberga muchos ejemplos heroicos. En lo reciente recordamos a Salvador Allende en Chile, tras el pinochetazo, y en España, a Suárez cuando aquel carnaval del guardia Tejero y unos cuantos descerebrados nostálgicos del tío Paco. Poco faltó para que toda nuestra clase política en pleno, en aquel intento de golpe de Estado, se largase del país en horas, por tierra, mar y aire. El miedo, ya se sabe, es muy libre y hasta recomendable en según qué casos. Luego, muchos años más tarde, algunos de aquellos que se escondieron debajo de las alfombras tuvieron el mal gusto de presumir de que pararon el tejerazo lo cual, aparte de hacernos mucha gracia, consiguió  que nos crecieran los incisivos en cuestión de segundos para caer sobre la yugular de esos impresentables.

Fuera coñas marineras, como no estuvimos en la India con Aguirre en el hotel ni sabemos nada concreto de lo que allí ocurrió, el asunto nos trae al pairo y cerramos el piquito. Lo importante es que el personal al que pilló la refriega terrorista, unos antes, otros después, ya está de vuelta. Sin embargo hay tipos a los que les encanta meterse donde no le llaman. El señorito Pepiño Blanquiño, el vice psocialista, el poli malo del buenazo de don Zapatero, no podía dejar pasar la oportunidad de meterse en el lodazal. Tiene el amigo tres serios problemas, totalmente irresolubles. El primero es que ha llegado a su nivel de incompetencia ocupando un carguete demasiado importante y por mucho Derecho que estudie a través de la UNED no va a conseguir dejar de ser un político que escribe y habla con renglones demasiado torcidos y torticeros. Su segundo problema es la obsesión que tiene con todo lo que huela a PP. Si por arte de magia el PP desapareciera del mapa, a Pepiño le daba un patatús. Se le acabaría el espejo, espejito en el que se mira todos los días para poder decir lo guapos y buenos que son sus camaradas. El tercer problema lo tenemos muchos españoles de bien a los que nos importa una higa este hombre, pese a lo cual no hay día en que no nos sermonee, tomándonos por imbéciles, sobre lo que piensa acerca del vacío y la nada. ¡Y encima cobra por ello!

Duras palabras, Puñetas, me dirá algún lector compasivo. No tienen más intención que poner de manifiesto que con gente así vamos de culo y cuesta abajo en la historia, en la política, y hasta en la gramática. Y que un poco de discreción, sentido común y respeto por el respetable (que somos todos) no vendría mal. Si no dan buen ejemplo los “elegidos” del pueblo, estamos aviados… En el caso que comentamos, sus referencias a que la presidenta madrileña salió por pies de Bombay, además de mal gusto y de falta de información (¿acaso estuvo allí para ver realmente lo que ocurrió?) demuestran una malsana envidia. Así que, machote, en vez de irte a la Cuba de Castro como hiciste hace poco, donde todo es paz, armonía, solidaridad y muá, muá, te vas a Tailandia, Somalia, Afganistan o cualquier entretenido lugarejo de esos y haces un poco el héroe para que te veamos tus sacrificados y pacientes admiradores. Estamos segurísimos que sabrás estar al nivel exigido y que en los duros y dramáticos trances serás capaz de -cual Capitán Trueno- demostrar al paisanaje que tienes algo más que una boquita de piñón fijo.  Mientras llega la ocasión sería recomendable que hicieras unos ejercicios espirituales en alguna casa ilustre, manteniendo unos días la boca cerrada ante cualquier micro que te puedan poner por delante. Ahora que caigo, estar calladito unos días, ¡eso sí que sería una heroicidad por tu parte... y sin salir de casa!