viernes, 29 de septiembre de 2006

LOS OSCARS NO QUIEREN A ALATRISTE


Tenía curiosidad por saber si la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España escogía como película española candidata a los futuros Oscar la película “Alatriste” de Díaz Yanes y Pérez Reverte o al ya habitual Pedro Almodóvar y su reciente “Volver”. Finalmente se ha decidido por un valor seguro, don Pedrito el cantamañanas, frente a la novedad de un film histórico, con un soporte literario detrás y con una visión absolutamente desmitificadora de la España de finales del XVI y principios del XVII, cuando el Imperio hispánico se fue definitivamente a tomar por saco. (De aquellos polvos vinieron los posteriores lodos, barros y cenagales que aún hoy día estamos padeciendo).


Era previsible que nuestros amigos del cine eligieran a don Pedro, el bocazas. A las Américas se va a ganar el Oscar Mayer y en ello el manchego tiene mucha experiencia. Encima actúa de estrella la Penélope Cruz, muy conocida en los USA porque estuvo liada con el Tom Cruise. Nuestros chicos y chicas de las Artes y las Ciencias Cinematográficas son bastante de izquierdas y críticos con los EEUU pero cuando se trata de los Oscar pierden el culo y lo que tienen delante por ganar la pedrea en una ceremonia a la que cualquier persona decente no norteamericana no acudiría ni aún con la presencia de 50 abogados. Los holivuyenses hacen todos los años una patochada azucarada sobre “su” cine, invitando a la mesa a 5 peliculillas extranjeras para concederle a una un premiecillo de conmiseración. Y allá que acuden como a panal de rica miel todos los faranduleros del resto del mundo, si les llaman. Les encanta sentarse en la mesa de la Meca del Cine aunque sea por unos cuantos días y en plan de pobres invitados.


Unos premios, los Oscar Mayer, donde casi nunca salen premiadas las grandes películas porque el gusto de los ñores y ñoras de su Academia suele ser siempre el mismo: mucha sensiblería, bastante azúcar diabética y demasiada corrección y analfabetismo político. A todo ello el cine de Almodóvar se presta como una mano a un guante, por mucha palabrería vana que don Pedro le eche al asunto.


Y claro, ¿qué pinta en los Oscar una historia como la de Alatriste? ¿Pero dónde se ha visto que al final de la película el héroe la palme? Y con tanto personaje histórico que aparece de pasada, no hay forma de enterarse de la trama, demonios. ¡Si hasta muchos críticos españoles han escrito que no se enteran de nada, pese a presumir de haberse leído antes los cinco libros! Y es que algunos esperaban que se hicieran hasta 5 películas sobre el famoso capitán, sin mezclar historias, todo muy plano para que hasta el tonto del pueblo se pudiera enterar perfectamente del asunto.


Para una vez que podíamos decirles a los listos de Hollywood: estudien, capullos, un poco de historia auténtica. Vean en qué quedó el famoso Imperio español, donde nunca se ponía el sol. (Porque nosotros también fuimos una vez como ustedes… y así nos va ahora…). Dejen por una vez de mostrarnos tropecientas mil veces las escaleras del Congreso, la cúpula de la Casa Blanca, los arbolitos de Central Park y el puente de San Francisco y deléitense con unos decorados que tienen mil años de existencia: Úbeda, Baeza, Madrid… Dejen de mirarse el ombligo con esas peliculillas donde nos cuentan cien mil veces la misma historia de siempre, con el héroe matando al malo en los últimos 30 segundos y largándose al final con la tía buena mientras que sale el the end. En España unos cuantos locos han querido contar una historia muy diferente, dura y amarga como un pepino prematuro, desarrollada en un tiempo y lugar donde “el robo y el engaño era moneda corriente y la justicia estaba sólo un poco más podrida que ahora” (dixit Reverte, el tío). Con unos poderes políticos corruptos que se gastaban el dinero a espuertas mientras tenían en la miseria al pueblo y ni siquiera costeaban adecuadamente a su soldadesca. Esa que se jugaba la vida en los campos de batalla por el capricho e ínfulas de poder y de figurar de sus hijoputeros gobernantes. (Más o menos como ahora, donde Flandes es Afganistan, Irak, Líbano...).


Para una vez que tenemos una peli de la que presumir, por Historia, escenarios, vestuario, diálogos, interpretación, música y hasta millones de pasta gansa invertidos, van los listos de la Academia de España y envían a los Oscar Mayer al mismo cromo de siempre: el almibarado Almodóvar y sus chicas de pitiminí. Si aún me quedaba alguna intención de visionar “Volver”, acaban de quitármela los muy conservadores. Y es que, una vez más, se les ha visto el plumero…

miércoles, 27 de septiembre de 2006

LO QUE NOS FALTABA: CONVERTIRNOS AL ISLÁM


Hace unos días aparecía en los medios de incomunicación una noticia la mar de curiosa: “El número dos de Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, ha llamado a los estadounidenses y a los occidentales a convertirse al islam”. Mi primera reacción al leer la noticia fue: ¡éramos pocos y parió el egipcio!


El tal Zawahiri, un señor con blanco turbante y luenga barba, debía estar ese día bastante cachondo. Cosa rara en especímenes de dicho calibre, pero quién no echa un borrón o cagada en su linda trayectoria. Tal que si Al Qaeda fuese una ONG, pedir a los americanos y a los occidentales que se pasen a la chilaba y se pongan de cara a la Meca, es como pretender que los jugadores del Real Madrid hablen en catalán. ¡Qué aburrido el que todo el mundo sea de la misma religión! Ese monopolio no interesa ni siquiera a los mismísimos dioses. Pero es que el tal Ayman desconoce que entre los occidentales hay muchos millones que no creen ni en el más allá ni en el más acá (el Puñetas, un suponé), y que si pasan de la religión católica en una sociedad con fuertes raíces y poderes cristianos, no digamos qué les parecerá la broma esa del Islam. ¿Y cómo vamos a perder nuestra independencia de criterio, nuestra visión racionalista de la vida, nuestro buen comportamiento por cuestiones morales y éticas en vez de por miedo al castigo divino? Sería como retrotraernos a la época de las cavernas. No, dejemos que sigan allí Al Qaeda y pájaros como el tal Zawahiri.


Con el trabajo que nos costó a muchos desengancharnos y desengañarnos de la comedura de coco, de la mentira, de la burricie que nos enseñaron en nuestros años mozos las gentes de iglesia, como para tener que volver a las andadas. ¡Anda ya, zarrapastroso! ¿Y por qué, ya puestos, no abrazas tú el camino de la duda, del agnosticismo, del ateísmo o de la mismísima razón? Me resultan muy “chocantes” los textos sagrados en los que beben las dos grandes religiones del mundo. (El budismo es otra cosa, mucho más seria). Unos libros que según porqué página los abras, así defenderán la libertad o la condenarán, justificarán la violencia o la negarán, tratarán a la mujer como a un animal o un ser humano. Están escritos de tal manera que todo es justificable con ellos: depende de en qué versículo o párrafo deposites tus ojos. Si hay algo que les define es el espíritu de la contradicción, donde lo negro y lo blanco se mezclan, se confunden y hasta admite interpretaciones. “Sírvase usted mismo”, que dirían en un buffet.


Menos mal que, ante tanta disparidad, se inventaron a sus exégetas. Gente muy preparada para indicarnos al resto de los mortales (unos tontícolas al lado de ellos) que “esto no hay que interpretarlo al pie de la letra pero aquello sí”, que “hay que situar la frase en el contexto histórico”, que “somos nosotros quienes sabemos el auténtico significado”… Con el Corán en la mano, por ejemplo, se está matando a gente inocente hoy día –y se gana el cielo- mientras que otros, con el mismo libro, defienden que quien obra así no es un buen musulmán. Y si hablamos de la Biblia, qué decir que ya no sepamos tras cientos de años de historia ocurrida cerca de casa.


Así que a ver si todos estos clérigos de casulla y chilaba, los de las dos orillas, cierran el pico y se dedican a rezar en silencio para la salvación de su pecadora alma. Y que dejen al resto del personal que crea en lo que les dé la gana. Estamos hasta los cuernecillos de tanto tío listo al que se le ve el puñal tras el birrete o el turbante. Cierto que en la actualidad hay que temer más a los de la media luna, pero como la historia tiene una enorme debilidad por repetirse, a nadie le extrañaría que cualquier siglo de éstos los de la santa cruzada también vuelvan a las andadas. ¿Y qué culpa tienen millones de humanoides a los que repugna estar en el redil de un dios que ni sabe, ni contesta ni se le espera? ¿Qué culpa tienen de no ser creyentes, ni heterosexuales, ni futboleros, ni admiradores de la caja tonta, ni patriotas, ni piratas, ni votantes del primer partido político que pasa por ahí?


Con su estúpida petición el egipcio ese se ha retratado. El día que afirme que le encanta el cochinillo asado acompañado con un vasito de Rioja, prometo que el Puñetas se pondrá la chilaba y echará unas lagrimitas en honor de Mahoma, Alá y quien haga falta. El muy idiota nos toma por idiotas.

viernes, 22 de septiembre de 2006

HASTA EL GORRO DE LA PASARELA CIBELES



Todos los años por estas fechas los medios de incomunicación, esos que apenas nos informan sobre lo importante pero que se hartan de hacerlo sobre lo insustancial, nos dan la paliza en torno a la Pasarela Cibeles, un mercadillo de la moda para gente extravagante y con pasta, mostrando al pueblo cateturrio cómo tiene que vestirse, aunque la experiencia nos dice que la gente corriente suele tener mejores gustos y, sobre todo, que lo que no tiene es un puto duro para comprarse esas vestimentas y esas zarandajas.


Este año el circo cibelesco ha estado muy entretenido gracias al famoso índice de masa corporal de las modelos.


-¡Anoréxicas, no, gracias! – han dicho los organizadores del evento, pasándose por la piedra de la báscula a todas las posibles desfilantas.

-¡En bruto, 42 kilos y en canal 39! ¡Devuelta a los corrales!


Algunas tops han dicho que a ellas no las pesa nada más que el pediatra y se han negado a acudir a los madriles para mostrar su palmito al respetable. Ellas se lo pierden.


En verdad os digo que el espectáculo ha sido, como todos los años, clamoroso, glamouroso y empalagoso. Ver a esas chicas escuálidas trotar encima de la pasarela como lo haría un caballo de Domeq, luciendo menos tela encima que papeles un inmigrante cayuquero, es que da más para un “señorita, la invito a cenar una fabada en mi cuadra particular” que para una admiración por lo bien que lleva el ropaje sobre la percha. Los vestidos suelen ser muy monos la mayoría de las veces, pero uno supone que acabado el desfile los pasarán al reciclado porque es que en mis muchos años de gente de pueblo jamás he visto un modelito de estos llevado por una persona “normal”, salvo en los bodorrios de reyes y pelagatos famosuelos, donde sí se suelen lucir adefesios semejantes. Deduzco, además, que los trapos valen un potosí por lo que a ver quien es la guapa que los compra o el guaperas que los regala. Si ya una camisita y un canesú fabricado en China con hojas podridas de abedul cuesta un ojo de la cara, habrá que ver cuantos ceros debe llevar el cheque que pague uno de esos modelos que, entre trote y trote caballuno, las modelos de la Cibeles y de otras pasarelas mundiales portan sobre sus muchos huesos y flacuchas carnes.


Eso sí, hemos visto muchos pezones satinados y gasificados y muchos culos verbeneros desfilando en plan marcial, que es a lo que se reducen al final los desfiles de moda más famosos: un pretexto para que en los telediarios y en horario infantil se puedan ver los bellos atributos (aunque, ojo, que la tele engaña mucho y todo lo engorda) de esas señoritas y algunos señoritos que ganan un pastón por lucir osamenta bajo unos focos, sin tan siquiera adornarse con un cantar por soleares o unas palabritas en forma de madrigal o soneto. Y encima llaman “evento cultural” a estos mercadillos de ropita. Los hay exagerados.


Lo más gracioso es que en ellos los diseñadores y otras gentes sabias nos dicen qué colores debemos llevar en la próxima temporada, si los pantalones portarán florecillas estampadas o autógrafos de futbolistas famosos y si las bragas deben ser de lana o de esparto. Naturalmente que nadie les hace caso porque el sector cutre de la sociedad (el 95 % de los homínidos) está más preocupado por otras cosas, como ver quien gana la Champion Li. Somos borregos pero no borregazos.


Total, que acabó la Pasarela Cibeles y nos hemos quedado descansando. Más no hay que preocuparse, que pronto llegará otra paliza modil pues con cuatro sayos y unas cuantas fotos o imágenes se elaboran lindos reportajes que cuestan una minucia y en cambio permiten rellenar cientos de horas y páginas de los mass media. Es de lo que se trata: de mostrar lo insustancial para que lo verdaderamente importante quede siempre en el armario. Y así vamos, de moda en moda, buscando el despelote integral: nada en el cerebro, nada en los bolsillos, nada en la entrepierna. Borregazos.

martes, 19 de septiembre de 2006

PORCA MISERIA TELEVISIVA


Veo tan escasa televisión que, por mí, podrían irse al garete todas las cadenas. No las echaría en falta. Lo malo de ello es que millones de mis semejantes enloquecerían o se deprimirían y el espectáculo no sería nada gratificante. De modo que mejor dejar las cosas como están: ellas, con su basura audiovisual a cuestas, y el menda, con mi indiferencia cuasi total. Esta rareza mía no impide que más o menos esté al tanto de lo que se cuece por las tropecientas cadenas del WC a través de artículos periodísticos, comentarios del prójimo y visiones ultrarrápidas a la caja tonta cada vez que paso por delante de ella, sea en casa o en un escaparate. Sólo el deporte en directo me atrae de vez en cuando hacia las telecacas, aunque la mayoría de las ocasiones salgo perdedor en la batalla, aburrido y violentado por K.O. técnico.


Y, sin embargo, hubo un tiempo en que el Puñetas disfrutaba con la telele. Sólo había una, todavía las imágenes eran en blanco y negro y –pese a la censura imperante- se podría decir que con aquella televisión hasta se aprendía. (Hoy las telecacas, con toda la libertad del mundo, son incapaces de hacer una programación educativa o sugeridora de aprendizajes; lo suyo es la escuela violenta, esquizofrénica y amodorrante). Me ha recordado aquella televisión de mi niñez y adolescencia un comentario de Alvaro García en EL MUNDO, edición de Málaga: “Llevo años sin televisión y no ha pasado nada. La tele, más o menos, me educó en los años 70. (…) Por cierto, ¿puede educar la tele? Puede educar la tele. Yo de niño veía sin saberlo a clásicos franceses, a Jardiel, el diario de Ana Frank, las cejas de Conchita Montes, Joseph Pla y Cortázar con Joaquín Soler Serrano…”


Como el periodista, el escribiente ha disfrutado en su mocedad con decenas de obras de teatro (aquel famoso "Estudio-1"), unas clásicas, otras humorísticas, todas de enorme calidad: Moliére, Lope de Vega, Schakespeare, Dostoievski, Mihura… Aquellas entrevistas a personajes del mundo, amplias, sin prisa. Concursos con los que aprendías refranes, gramática… o en los que competían para demostrar sus saberes colegios e institutos de toda España. Programas divulgativos sobre el motor y educación vial. Comedias y series blancas para abrir la imaginación o despertar la curiosidad… Y, por encima de todo, la Clave, un coloquio de Balbín con gente sabia y entendida para discutir en profundidad –tras la proyección de una película alusiva- sobre grandes temas humanos o de actualidad. Qué lejos queda todo, no porque hayan pasado muchos años, sino porque ahora no hay nada que ni por el forro se le parezca.


Un erial. Tierra quemada. Bazofia pura y dura. Eso son en la actualidad el 90 % de los contenidos televisivos. Todas las cadenas repiten las mismas noticias, idénticas imágenes, parecida palabrería y vicios comunes, con un desaprovechamiento casi total de esa libertad que teóricamente tienen a manos llenas (y que, ay, nos faltaba entonces), pero que no les sirve nada más que para embrutecer al tele-espectador. Es tanta la falta de escrúpulos, de vergüenza, de saber, que cualquier persona que haya visto algo de televisión hace veinte años (y no sólo en España) tiene que sentir por fuerza asco y aversión a este enputecimiento actual. Qué pena que un medio que podría ser una auténtica palanca para ayudar a mejorar a la gente (al tiempo que sacia parte de su ocio) se haya convertido en una auténtica fábrica de alienación y de estupidez.


Tan poca creatividad hay en las teleles (también en el cine, la música o el arte, para qué cerrar los ojos) que –como en el caso de Antena 3- se dedican a hacer remakes de programas antiguos infumables, como “El precio Justo”. Educación para el consumo, je, je. Al parecer, sus creativos tienen todas las cualidades menos una: la creatividad. Debates –cuando los hay- en que el interviniente sólo tiene 59 segundos para dar la opinión o le cortan en medio de la frase. En ellos, hasta Sócrates parecería un cretino. Series y películas en que predomina la violencia gratuita y el “dejá vu”. Humor: ¿qué es eso? Humor inteligente: ¿mandeeee? Da pena ver a ilustres actores que en mi juventud representaban a personajes clásicos, hacer ahora el ganso como secundarios en cualquier patochada nocturna: Luis Varela o Amparo Baró, por ejemplo. Programas cagarruteros en los que juntan a un montón de gente para ir eliminándola una a una y ver quien es el vago o el tonto que gana el premio gordo a la burricie.


En fin, que si las telecacas son reflejo del mundo y la sociedad en que vivimos –y, en cierta medida, lo son- “parad el mundo, que me bajo”, que dijo el clásico. El pobre (o la pobre) tuvo que quedarse como estaba porque por mucho idealismo y protesta que le echemos al invento, el mundo seguirá funcionando hasta que lo destruyamos definitivamente. Estamos en ello y las telecacas las primeras. ¿Quo vadis, meningíticas?

viernes, 15 de septiembre de 2006

HISTORIA INCENDIARIA CON UN BOCAZAS AL FONDO


El camarada se hizo muy famoso en toda España el 26 de enero de este año, si bien en algunos sitios ya era algo conocido por sus cosillas teatrales y, sobre todo televisivas, al haber representado con cierto éxito al choricillo macarrero Makinavaja, una creación de un genial humorista que apenas sabía dibujar llamado Ivá.


Aquel jueves de enero el artista tuvo un calentón de boca en un programa de TV3, la televisión catalana. Eran tiempos de Estatut y toda crítica hacia éste era asumida por sus defensores como un ataque a Cataluña. Pepe Rubianes la emprendió con una ristra de insultos y descalificaciones groseras hacia España que a muchos les provocó una enorme indignación y a unos pocos, como al que esto escribe, una tremenda tristeza. En primer lugar porque Rubianes demostraba que el personaje que más ha influido en su vida de actor ha sido Makinavaja, cuando a lo largo de su dilatada carrera ha representado papeles muchísimo más importantes. De su paso por el mítico Dagoll Dagom y hasta un ratito en El Joglars, se ve que no aprendió nada de nada. Y en segundo lugar porque nadie sensato podía esperarse que un hombre de su posición famosil y pública despotricase de manera tan soez y barriobajera.


Ahora (y lo que te rondaré, morena) empieza a recoger los frutos sembrados por su mayúscula estupidez de aquel día. Resulta que Rubianes tiene una obrita para representar titulada “Lorca eran todos” (pobre Lorca, si levantara la cabeza y viera cuantos impresentables se ganan la vida a su costa). Y como tiene un amigo que dirige el Teatro Español, de titularidad pública, en Madrid, pues allá que se fue a estrenar el invento a la capital de España. Mas siempre hay gente rencorosa y no olvidadiza que te la tiene guardada. Así que cuando muchos se enteraron del asunto teatrero del camarada en los madriles pusieron el grito en el cielo y en el infierno: persona non grata, fuera de aquí, nos insulta y encima quiere que le paguemos las entradas y la cerveza…


Total: escándalo garantizado y al final, cagadito de miedo, don Pepe se la ha envainado, ha dicho que lo suyo aquel día de enero fue un calentón boqueril, que no se explicó bien y que no va a representar la obra, para evitar males mayores. Como es imaginable, en Madrid las esquinas están repletas de gente llorosa porque Rubianes no ha podido estrenar su cosa teatrera en la capital del reino. Y como por las Españas todos los impresentables de la política y la farándula juegan a lo que juegan, no han pasado ni 24 horas en que otro Ayuntamiento (esta vez el de Tarragona) ha echado más leña al fuego contratando a nuestro personaje no por su valor cultural, que es cero, sino como medida de desagravio político-nacional. Eso sí, no le paga el alcalde sino las arcas municipales. En unas cuantas horas ya se han agotado las entradas para ver al mártir Rubianes, porque en ciertos sitios la gente es muy obediente y hace siempre lo que le dice su alcalde. Pero como el fuego tiene que seguir bien encendido (lo hispánico y catalánico coinciden en su amor al incendio) las Juventudes Socialistas de Cataluña han montado un tenderete de ropa con el eslogan “Rubianes somos todos”. Y se están sumando y enfrentando a ellas todos los pirómanos de una y otra condición para que la quema adquiera más fuerza y virulencia. La cuestión a debatir ahora es que en Madrid, o sea, España, se ha impedido ejercer su libertad de expresión a don Pepe y a Cataluña. Así que cualquier día de éstos tenemos montado un descomunal pollo España-Cataluña, al que lo mismo tiene que mandar tropas de interposición la Unión Europea.


Y todo este follón a cuenta de un bocazas, de un mal hablado sin ingenio ni inteligencia, al que una noche se le soltó la espita del gas en un programilla de televisión y masculló para todo el orbe lo que sólo debería haber dicho en la intimidad, que es donde se dicen ciertas cosas. También las podía haber insinuado de manera subliminal, indirecta, irónica, satírica…, pero el cacumen de don Rubianes se ha quedado anclado en la barriobajera palabrería del macarra Makinavaja.


Al Puñetas le importa una higa todo este espectáculo, pero a menudo por estas idioteces se monta un cristo o una escabechina. Un gilipuertas saca la mecha y luego otros cientos o miles de incendiarios acuden raudos a encenderla por todos lados. Ya tenemos armada la marimorena. Eso sí, lo único que no consiento es que digan que Pepe Rubianes es un bufón como Boadella y que, por tanto, sus palabrotas y obscenidades hay que justificarlas y contextualizarlas. Los que lo dicen insultan gravemente a Boadella (el único bufón de este país, inteligente, ingenioso, crítico con todo y todos, capaz de jugarse el cuello en la dictadura y en la democracia) y demuestran una supina ignorancia. Si “Pepe Rubianes somos todos”, vamos de culo, amadísimos jóvenes socialistas de mi querida Cataluña. Lo primero que tendríais entonces que hacer es aprender a hablar correcta y educadamente en público. Don Pepe, a su edad, ya no lo conseguirá, pero la gente joven todavía está a tiempo.


Señor, señor, qué país, qué paisitos, qué tropas y qué nuevo mártir de la democracia...


PD: El vídeo del momento glorioso de Rubianes en TV3 está colgado en numerosos sitios de interné. Por ejemplo, éste en Youtube. Lo más “fuerte” está al final del mismo.

martes, 12 de septiembre de 2006

TONTOS DEL CULO


La expresión que inicia este comentario me parece más ilustrativa que la de “asnos”, “estúpidos” o cualquiera de los cientos de nombres que nuestro sabio diccionario dispone para llamar a esa gente que piensa y actúa no con la cabeza sino con el trasero. En las sociedades desnortadas en que vivimos es difícil escapar a no ejercer de tonto del culo a tiempo parcial, casi sin querer. Pero aquí nos interesan esos especímenes que ejercen de tontucia durante días, semanas y años, de manera voluntaria porque eso es lo que les da de comer, les divierte o las dos cosas a la vez.


Aunque no sé idiomas, creo que en inglés la expresión suena mejor: jackass. Algo más fino y horterilla que el vulgarote “tonto del culo”, pero qué le vamos a hacer si tenemos un castellano que es así de expresivo y mal hablado. Cada vez abundan más los vídeos en la interné en que los tontos del culo se juegan su integridad física sin ningún rubor o hacen majaderías por amor a la burricie. En nuestras fiestas y festejos populares los tontilocos abundan como setas, jugándose el pescuezo delante de un toro o de una gachí. En las telecacas cabe distinguir dos tontos del culo: los que las dirigen y programan, auténticos profesionales de las cipotadas, y aquellos que buscan la familla y el momento de gloria haciendo el ridículo más espantoso ante miles o millones de espectadores: grandes hermanastros, currillos de operaciones triunfales, periodistos de lengua bífida que hurga en bragas y calzoncillos ajenos, supervivientes de la nada o presentadores de programas mentecatos. Pero al menos esta patulea de tontainas se forran los bolsillos o ganan unos chavos para poder echarse al buche una caja de botellas de güisqui.


El colmo de la tontoculería son todos esos pazguatos que hacen mamarrachadas por placer, aunque pongan en riesgo su vida o integridad física. Gente capaz de pegarse los mayores trompazos jamás imaginados, mujeres que pelean en el barro, viajeros a lugares exóticos donde viven los más diversos peligros, ejecutivillos que en sus ratos de ocio descargan adrenalina haciendo la guerra de mentirijillas, millonarios japoneses que van a trabajar unas horas en la recogida de las uvas de Jerez para vivir esa magnífica experiencia vital (y fotografiarla, claro).


Los tontos del culo ejercen como tales siempre en pequeños grupos o en manada. Se potencian unos a otros, se jalean y animan. En nuestros centros educativos cada vez aparecen más chavales que disfrutan peleándose entre ellos, al tiempo que se graban en el móvil para después deleitarse varias veces con la visión repetida de la jugada. Otros, todavía más borricos, se golpean con todo tipo de objetos para probar la resistencia al dolor y baremar su nivel de idiocia. Los jackass –escribamos en plan finolis- realizan todo tipo de acciones arriesgadas con el único propósito de divertirse y de provocar carcajadas, los muy majarones. Incluso hay grupos organizados de estos cabestrillos que graban en vídeo sus locuras desde hace unos años y ya se han forjado un burrículum la mar de cochambroso con sus tontoculadas. Una vez oí rebuznar a uno de estos cabestros afirmando que para él tirarse por un tobogán o abrirse la cabeza era lo más del flipe.


El colmo de la estupidez es (en Japón hay cierta tradición) en juntarse varios al objeto de suicidarse tan ricamente en medio de risas y cachondeos. Sus antepasados eran más listos: se hacían discretamente el harakiri en soledad y santas pascuas. Pero hoy, en que la publicidad es la reina del mambo, hay que epatar ante los demás para demostrar que a tontos del culo no nos gana nadie. Así que se vomitan unos sobre los otros, se clavan chinchetas en la cabeza, se beben chupitos de lavavajillas o se cuelgan del cuerpo más chatarra de la que suele vender una modesta ferretería.


En fin, que entre los tontos del culo profesionales (una minoría mayoritaria medra en la política), los ocasionales y los que unen a su tontez el estar como una chota, no tenemos tiempo de aburrirnos. Porque es que, los muy cipotes, lo hacen todo por nosotros. ¡Mira qué bien!


Y colorín, colorado, este tontícola comentario se ha acabado.

viernes, 8 de septiembre de 2006

ZAPATÉTICO


Hoy vamos a echarnos unas risas a costa del actual presidente del gobierno de la Cosa, el señor Zapatero. ¡No siempre va a ser él quien se ría!


Viene el cachondeo a cuento porque el otro día el buen hombre se adelantó como pudo a la visita ya programada de la selección española de baloncesto ante el Rey para celebrar la victoria en el Mundial, y con un hábil regate (más bien, zancadilla), citó a los jugadores deprisa y corriendo, una hora antes que el monarca. Como era previsible, allí estaban las cámaras, recámaras, fotógrafos y refotógrafos para inmortalizar tan histórico momento: el Presi chupando balón a costa de los mozalbetes de la canasta. “Eres un ejemplo de ejemplos” –le dijo a Gasol con la voz engolada habitual. Y se quedó tan ancho. Hace ya tiempo que a este hombre no se le entiende nada de lo que dice, aunque lo peor es que cada vez se le entiende menos lo que hace. “Cuando queráis nos echamos unas canastas” –vino a decirles en la despedida, más o menos como si el amigo fuese una estrella de la NBA.


Lo que llama la atención de cualquier ateo de la merdé política es que, con la misma facilidad con que don Zapa sacó el careto para sonreír ante los medios y los chicos del básquet, lo escondió para evitar ser el primero –como correspondía- en informar en el Parlamento que se va a enviar a un millar de soldados al Líbano para destilar por aquellas tierras “paz, amor y solidaridad”. Y que viajan superfelices y megacontentos, claro. Don Zapa sólo está presto para lo que relaja, divierte y no chamusca el morro. Para todo lo demás están los subalternos de rigor: el ministro de Defensa, del Interior, del Exterior o del Quinto Pino. ¿Que hay que hacer gestiones, viajar, presionar a otros países y pasarlas canutas? Para eso está la vicepresidenta, la pobre mía. Cualquier día de éstos De la Vega se licúa dentro de uno de sus conjuntados modelitos de última generación y no queda de ella ni la columna vertebral. Aunque la señora tenga una endiablada fuerza interior y una capacidad laboral de superwoman, ya digo, si su Jefe sigue endosándole todos los marrones, no nos llega sana y salva al final de la legislatura. No hay más que ver que la pobre se está quedando en el triste chasis. Tengo para mí que don Zapa es un poco vago y que todo aquello que le puede dar algún quebradero de cabeza o una mala imagen se lo deja a sus subalternos o no le hace puñetero caso. Lo suyo es recibir en la Moncloa sentado en el sofá, jugar al baloncesto en Lanzarote o ir a ver actuar a su señora en el extranjero gracias a que la depauperada Junta de Andalucía de don Manolón Chaves la ha colocado peloterilmente en una orquestilla clásica que pagamos espléndidamente los andaluces con varios milloncejos de euros.


Con estas y otras chumineces, Zapatero está derivando a Zapatético. Se aplica a la ley del mínimo esfuerzo y así vamos como vamos: hacia el Presidente Cero. Creo que ha manifestado en algún segundo de autodelirio que preside el mejor gobierno de la historia de España. Lo mismo dijeron sus dos anteriores predecesores en el cargo, así que la originalidad no es su fuerte. A este hombre daría gustirrinín tenerlo de conserje en mi urbanización, tan cordial, tan amable y sonriente, dándome los buenos días, comunicándome que España ha ganado el mundial de baloncesto o invitándome a casa para oír los gorgoritos de su señora. Pero, francamente, al frente de la Cosa, es que… me da la risa, ja, ja. No puedo, je, je, es que se me dobla el espinazo, jo, jo.


¿Y no estará usted criticando por exceso? –pensará tal vez algún lector bonachón, de esos que creen que todavía el campo es verde, los pájaros cantan y el cielo se levanta. No, lo del Puñetas no es ni falta de respeto, ni enfermedad mental, ni exceso de crítica o cachondez. Lo nuestro es pura autodefensa. O sea: que no somos tontos de capirote, que no nos tragamos las milongas del poder, que tenemos unos ojitos que serán miopes pero disciernen perfectamente entre el día y la noche. Es más: estamos tan hartos de los cuentos que nos han contado en 50 años de existencia los de derechas, los de izquierdas y los mediopensionistas, que ya no somos capaces de tragar ningún cuento más. Ni siquiera el del simpático Bambi. Son tantas las memeces que atiborran nuestra ya larga memoria histórica, que no cabe ninguna más.


Si la mayoría del personal de a pie supiese y conociese sólo un 5 % de las andanzas y destemplanzas de nuestro mastodóntico ejército actual de políticos de todas las calañas (los que estuvieron antes ya no nos interesan), la salida de cayucos desde España hacia Senegal, el Congo y otros exóticos lugares, iba a dejar pequeña a la que ahora procede de allá.

martes, 5 de septiembre de 2006

CUATRO COSILLAS DEL VERANO



Me pongo a echar la vista atrás al verano (donde uno se desentiende bastante de la información cotidiana) y ahora mismo es que sólo me acuerdo de cuatro cosas. No sé si por amnesia, despreocupación o porque todavía andan las neuronas de vacaciones.

En primer lugar, la quema de media Galicia. Sabemos que por aquellas tierras cualquier tonto, cuando no tiene nada que hacer, se dedica a prender fuego al monte. Así que cada año, desde hace décadas, suele haber centenares de fogatas adornando las noches galaicas. Lo que no sabíamos, pero hemos aprendido este verano, es que todos los incendiarios y pirómanos son del Partido Popular, según ha manifestado alguna gente sabia del gobierno gallego y un par de intelectuales de medio pelo que escriben en el diario más aburrido de España: “El País”. Aquí empiezas comiendo en el pesebre oficial y acabas más zumbado que las maracas de aquel angelito negro llamado Antonio Machín. Un gobierno gallego la mar de contento por lo bien que lo ha hecho apagando fuegos (gracias a tan buena labor sólo han ardido cien mil hectáreas), una oposición que critica lo que ella no supo hacer tampoco cuando estuvo en el poder durante varias legislaturas. Y una cosa fantasmal llamada “Nunca Mais” que uno pensaba que nació para defender a Galicia de todos los habituales desastres que la asolan cotidianamente, tras inflársele las narices con lo del Prestige aquel, y ahora resulta que lo suyo es mirar para otra parte cuando la crítica hay que cargarla hacia un lado del espectro político. Miserables gentes esas que, bajo el pretexto de causas solidarias, manifiestan un seguidismo ideológico y partidista que atonta el sentido. El de ellas, claro. Conmigo que no cuenten. Nunca mais.


Cambiamos de barrio. Barcelona. Aeropuerto del Prat lleno hasta la bandera. Una tropa de trabajadores de tierra de Iberia okupa (ojo, no hay error ortográfico) las pistas de aterrizaje y despegue y monta un cipote de cien mil pares de narices. Las de los pasajeros que en varios días sufren las consecuencias de una salvajada laboral más pues aquí no eres nadie en el mundo del trabajo si no montas un cirio estilo hollywood. Unos se lo curran cortando carreteras y quemando neumáticos por un 3 % de subida lineal; otros sitian ciudades por una mejora de su convenio colectivo y ahora ya tenemos a los más imaginativos: huelga salvaje en plena pista de aterrizaje y despegue y a correr. Con un par. Porque aquí sacas el careto diciendo que eres de Iberia y la policía te deja volar a tu aire. Una frase se me quedó grabada de aquellos días. Un huelguista afirmaba muy serio que su puesto de trabajo era más importante que las vacaciones de miles de personas. El muy garrulo, reina por un día, parece que desconoce que precisamente porque la gente viaja en vacaciones él tiene empleo.


El conflicto de Israel con esos otros okupas del Líbano llamados Hezbolá (a quienes pagan los recibos del gas y del misil esos regímenes tan democráticos llamados Siria e Irán) ocupó parte del verano, siguiendo la tradición de que por Oriente Medio el personal se aburre si no está en guerra. Sólo llegará la paz cuando los unos y los otros se hayan destruido mutuamente. Quizás cuando Irán tenga armamento nuclear (está en ello) estemos por fin más cerca de la solución final a tan eterno conflicto. Israel ya también podrá usar el suyo y aquí paz y después gloria, nada por aquí, nada por allá. El Oriente Medio a tomar por saco. Había que resolver un problema y se hizo: Oriente Cero.


Pero lo gordo del verano, pa qué vamos a andarnos con rodeos, ha sido el fiasco de los Rolling Stone en su viaje a las alcantarillas hispanas. Sus cuatro conciertos en España tuvieron que ser cancelados uno detrás de otro. Mucho morro el de la banda del morritos, ese adonis que responde al nombre de Mick Jagger. Entre afonías del jefe, un irresponsable que no sabe cuidar su garganta sabiendo que más de 50.000 personas le esperan en cada concierto, tras pagar legalmente entre 82 y 345 euros, y accidentes paradisíacos de un subalterno, que se cayó de la hamaca en las islas Fiyi cuando hacía cosas indebidas, a estos Rolling ya no los ve en directo ni el lucero del alba. No hacen una buena canción desde que eran unos bebés, viven del cuento y encima se cachondean de sus fans. Habría que enviarlos al paro (tienen ahorros suficientes para no morirse de hambre por falta de güisqui y coca), aunque me temo que seguirán dando el timo del concierto mientras sus acólitos y fieles seguidores se crean todas sus trolas. Allá los unos y los otros.


Y colorín, colorado el veranillo se ha acabado. A partir de ahora empieza lo bueno…

viernes, 1 de septiembre de 2006

PARECÍA AYER Y YA ESTAMOS A HOY


Parecía ayer, el 11 de julio, cuando echábamos la persiana a este kiosquillo de paridas grillescas, y ya estamos a hoy, uno de septiembre, fecha del retorno a estas lides puñeteras. Nos citábamos por estas fechas “con permiso de Zapatero y sus cuates” (afortunadamente ha estado missing todo el verano, aunque cobrando del erario público), “de Alá y sus acólitos” (que montaron varios cirios, el más importante con los israelíes como antagonistas), “de los pilotos del Sepla” (que tras amargar la vida a numerosos veraneantes fueron claramente superados en desvergüenza torera por el personal de tierra de Iberia del aeropuerto del Prat de Barcelona) “y de los incendios forestales” (cuya excesiva muestra gallega nos ha quemado hasta el alma). No es que el Puñetas sea un adivino, es que nos conocemos el percal más de lo que quisiéramos.


Siguiendo la máxima gubernamental de turno, hemos realizado unos arreglillos al tenderete para que parezca que algo cambia cuando, en realidad, todo sigue igual. Hemos hecho unos ligeros retoques al diseño gráfico redistribuyendo los contenidos fijos (aunque algunos, como la “Casa de citas”, se renovarán todas las semanas), manteniendo unos tonos suaves y relajantes para que no se diga que no cuidamos los ojos del personal amigo. En los contenidos seguiremos con nuestras múltiples neuras cínico-satíricas que tantos dolores de cabeza nos quitan pues estas dos apariciones semanales bitacoriles tienen un poder calmante superior al ácido acetilsalicílico y al paracetamol. Entra dentro de lo inevitable que pongamos como un perejil a todo bicho viviente (incluido el menda), pero siempre con la delicadeza debida y el humor que aprendimos en nuestros años mozos. Si lo nuestro fuese sadismo nos habríamos apuntado desde hace tiempo a un partido político y hasta es posible que ya estuviéramos provocando calamidades desde alguna poltrona. Más lo nuestro es puro y duro entretenimiento en plan ajo y agua, sin ánimo de lucro ni de enmienda así que seguiremos dale que te pego con nuestra manía de poner de vuelta y media al planeta entero (y parte del extranjero). Eso sí, tan constructivos y dicharacheros como siempre, porque encima es que no tenemos agüela.


Aunque procuramos evitarlo, nos enrollamos más que las persianas pero el Puñetas es de esa vieja guardia en vías de extinción acostumbrada a leerse hasta la última línea de los prospectos de las medicinas. En unos tiempos en que las ideas se acortan a los tres renglones y medio, aquí seguimos enganchados al troglodítico discursete del folio completo, con su preámbulo, nudo y desenlace clásicos. Qué le vamos a hacer si somos así de carcamales…


Será inevitable recordar algunas de las miserias habidas en el verano (sólo las tres o cuatro que aún retenemos en la cocorota), pero eso será a partir del próximo día. Hoy, como bien nacido, es cosa de de decir “¡hola, qué tal!” y emplazar al amable lector a que pase unos buenos y críticos ratos con las paridas grillescas que se le vayan ocurriendo al Puñetas a lo largo de esta tercera temporada internetera. Que nos sea leve y usted que lo vea…