martes, 30 de mayo de 2006

HACIENDA SOMOS LOS MISMOS TONTOS DE SIEMPRE


Llevo varios años metido en esto de las bitácoras y hasta hoy no le había hincado el diente a la cosa de la contribución a Hacienda. Algo inexplicable por cuanto a pesar de que el Puñetas ve imprescindible la contribución generalizada al erario público para sufragar los principales gastos que nos afectan a todos, la desvirtuación de este objetivo por parte de los gobiernos sucesivos y los escándalos frecuentes de tipo financiero ya debían de haberle incubado alguna parida grillesca más o menos iracunda. Porque es para ponerse de uñas, leñe.


Pasan los años y por más cuentos que nos larga el gobiernillo de turno, los sufridos ciudadanos seguimos siendo tratados como el betún: con nosotros se restriegan los zapatos los más sabios y poderosos del país. Da vergüenza ajena (dicho finamente, claro) que gentuza que preside bancos, grandes corporaciones industriales o comerciales, y políticos que gastan de su bolsillo menos que un sordo en cedés, paguen menos al fisco que cualquier currante de tres al cuarto. Que si desgravaciones, que si compensaciones, que si bonificaciones… Decenas de economistas y paniaguados trabajan durante todo el año para dejarles la declaración fiscal como una patena de limpia. Luego están ese montón de profesiones liberales, de comerciantes poco escrupulosos, de expertos en el mamoneo que declaran lo que les sale del cuerpo: lo mínimo para no causar sospechas. Médicos privados que nunca emiten facturas y que afirman tener menos pacientes que enfermeras a su cargo. Fontaneros y electricistas chapuceros que te joden el calentador más de lo que ya estaba o te funden toda la instalación, pero de cuyas hazañas no queda constancia ni en los juzgados de guardia, ni en la asociación de consumidores ni en Hacienda. Tenderos, mecánicos, farmacéuticos… a los que sacarles una factura es más difícil que conseguir el primer premio de la lotería.


Eso sí, si formas parte de la morrallita, señor, esa gente que se gana la vida a través de una nómina mensual más o menos legal, entonces estarás controladísimo por Hacienda. Tanto que, desde hace unos años, se permite el lujo de enviarte un borrador a casa diciéndote lo que tú todavía no sabes: cuánto has ganado, qué descuentos te han hecho, qué dinero te ha sisado el banco, lo que te costó la contribución del tugurio en que malvives, etc. Controlado hasta los tuétanos… para pagar. Ni los chorizos y delincuentes más habituales están tan supervigilados y controlados como el ciudadano medio de cara a Hacienda. Y es que la pasta fácil es lo primero y para qué vamos a emplear recursos y medios desaforados intentando averiguar los enormes pufos y mentiras que gente importante nos hace, si con lo que le sacamos a los curritos de la clase media y obrera ya tenemos bastante para el negociejo.


Da igual que gobiernen los que ocultan que son de derechas como los que presumen de ser de izquierdas, cuando en realidad son unos vivales cantamañanas. En lo único que coinciden es en sacarles los cuartos a los de siempre. Así que pasan los años y sólo algún buen día se dan cuentan que los directivos de una tal Afinsa están haciendo prácticas económicas fraudulentas o que los sucesivos dirigentes de Marbella se están poniendo las botas y el chalé con la política urbanística. El único pelotazo que controla férreamente nuestra Hacienda (de ellos) es el que se garantiza todos los años con la cosa de la Renta aplicada a quienes no tienen ninguna posibilidad de triquiñuela y corrupción alguna: los que chupan de nómina. Si al menos se gastasen todo este parné en cosas útiles…, pero todavía está por nacer el alcalde que se dedique a iluminar toda la ciudad en vez de tirar el dinero en la construcción de un faraónico Palacio de Congresos y Ferias al que no acudirán ni las ovejas del lugar. Todavía está en el limbo el presidente gubernamental que se gaste el dinero de los “nominados” (los elegidos para pagar) en mejorar sustancialmente los presupuestos de educación, sanidad y seguridad. El gran pastel público se suele repartir privadamente en forma de subvenciones, ayudas, jamalajás y jamalajús, entre una patulea de gente, organizaciones y entidades que sólo están ahí para eso: para chupar del dinero del biberón público. Incluidos quinientos mil politiquillos de todas las categorías, cuya labor más provechosa –véase el reciente debate de la Nación- es masturbarse en público, es decir, darse placer a sí mismos mediante el autobombo y la egolatría. Sólo existimos para ellos en dos momentos gloriosos: en la declaración anual de la renta y en las votaciones electorales cada equis años. Y en ambos acontecimientos nos tienen perfectamente maniatados a los tontos de siempre. Si te pasas un día de la fecha de pago, te crujen con una multa. Si votas a alguien del partido que no va en la lista (¡listas abiertas, ya!), te declaran nulo el voto. Las reglas están claras: a tragar la mayoría para que unos pocos mamen a dos carrillos. Y así año tras año.


Más como aquí somos la mar de optimistas, diremos que menos mal que en otros sitios están peor. Por ejemplo, esos casi mil negritos que arriban a nuestras costas cada día en el cayuco de turno, huyendo de los señores de la guerra o de la miseria de sus respectivos países. Desde luego, el que no se consuela es porque no quiere o … porque es imbécil.

viernes, 26 de mayo de 2006

DE PIRATAS Y PÍCAROS



La piratería siempre ha existido. Es más, las grandes corporaciones y gobiernos vienen ejerciéndola desde que el mundo es mundo. Otra cosa es la picaresca de la plebe, de la canalla, que intenta evitarse gastos superfluos a través del siseo, del fino mangoneo o del copieteo. ¿Qué va a hacer un estudiante, que no suele tener un duro, con ese libro técnico que cuesta 50 euros y del que el catedrático le pide memorice el capítulo 4? Pues irse a una fotocopiadora y merendarse el capítulo. ¿Qué puede hacer el aficionado al fútbol que ve anuncios de Digital Plus diciéndole que es gratis la Liga y la Champion? (La letra pequeña no se ve en pantalla, esa por la cual cuesta 50 pavos mensuales la suscripción a la cadena de pago). Por ese precio, el hincha se compra una paella y un descodificador chino, la pone en la terraza y ve tan finamente los partidos que quiere, aunque sea a costa de quedarse ciego. Hay adicciones a las que renunciar sería una tragedia. Y qué decir de esa canción de moda que durará en el candelero algo más de una semana. ¿Se compra la chavalilla todo el CD para escuchar sólo esa canción pegadiza y al módico precio de 20 euros? Si a la semana siguiente ya nadie se acordará de tan famoso éxito… Pues se la baja de interné o se la copia de una amiga. Y cuando pasan los 7 días la tira a la basura o la borra.


Ya digo, una cosa es la piratería y otra la picaresca. Pero los chicos de la SGAE y muchos de sus representados pretenden banalizar ambos términos, equiparándolos. Para acción pirata, la del cantautor de una sola canción de éxito, de la que podrá vivir toda su vida sin rascar más bola que la que rascó cuando en un acto de inspiración divina –el único que tuvo en vida- le vino al caletre la melodía y el ritmo. Siempre ha estado más cerca del pirateo el rentista que el alquilado. De modo que cada vez que a alguien se le ocurra escuchar una sola nota de la canción inolvidable del famoso cantautor, a ingresar en caja, según la SGAE. Aunque la cosa se haga en una función a beneficio de los muertos de risa. Y tampoco es eso. Aquí, cariñitos míos, hay que ganarse el pan todos los días y no con un día de trabajo comerlo todo el año.


Toda obra intelectual tiene que tener su recompensa económica, si lo vale. De ella sólo deben aprovecharse crematísticamente quienes la crean, confeccionan y difunden, pero desgraciadamente la realidad no siempre es así. Cuántos preclaros personajes de la vida política y, sobre todo, económica se ganan bien la vida a costa del trabajo ajeno y andan por ahí con la cabeza bien alta. Pero fotocopiar una página de un libro o grabar de un amigo una canción de éxito tampoco es para ponerse como se ponen los señoritingos de la SGAE y del Gobierno. Considerar que todo medio grabable debe ser cannonizado (un sobreprecio compensatorio) porque va a ser usado por la chusma para “piratear” algo, es tan absurdo como considerar que toda escopeta o navaja será destinada para agredir físicamente al prójimo. No sabría decir el Puñetas quien se excede más, si los sgaelianos que ven delito en todo lo que no sea pasar por caja o los que almacenan en casa 500 cedés grabados de música que jamás escucharán por falta de tiempo, ganas y organización. A la avaricia absurda de los segundos, los primeros responden con un afán recaudatorio que sólo da ganas de pagárselo no comprándoles ni una sola piruleta audiovisual.


Por esas cosas de la actualidad, el encontronazo cantaril Ramoncín-Sabina que nos deleita estos días, refleja los dos modos de proceder ante esta cuestión. El primero, un tipo más serio que el copetín, que no vende un disco ni harto de gaseosa y mendiga musicalmente de las escasas glorias que le quedan de cuando era el rey del pollo frito, ocupa un puesto directivo de la SGAE y vive de sus tertulias y lo que le cae del partido psocialista. El segundo –vagueras y cachondo- cuando saca un disco se lo curra por toda España a través de decenas de conciertos y actuaciones que amenazan con finiquitar la escasa voz que le queda de tanto fumar y abusar del bebercio. El primero vive del cuento musical (es un rentista) y el segundo se lo curra cuando quiere engordar la cartera, como suele hacer todo hijo de vecino. El burócrata contra el currante. La cigarra contra la hormiga.


De modo que estando todos de acuerdo en que el aprovecharse económicamente del trabajo ajeno –como hacen los del topmanta y los que trafican con DVDs y CDs- debe ser perseguido por la justicia, el simple copieteo para uso privado a través de un amigo o de la interné no pasa de ser una actitud pícara para no pagar un precio exageradísimo por un producto que normalmente no lo vale y que suele ir al cubo de la basura al cabo de un par de días. De ahí que algunas empresas estén empezando a cambiar el chip en lo que se refiere a la venta de la música (pruebe antes de comprar, compre sólo las canciones que necesita o desea, la canción la paga para tres días y al cabo de ellos se autodestruirá en cinco segundos, etc). La cosa funcionará. Los burócratas y vividores de la música y el cine no pueden pretender que unas horas de trabajo les garanticen una renta vitalicia. Tampoco un exceso de picaresca por parte de compulsivos coleccionistas interneteros puede desembocar en nulos beneficios para los creadores y autores (suponiendo que todavía quede alguno vivo). Por mi parte, el Puñetas se quedó en la época del disco de vinilo y la casete. Dichos soportes se oyen peor y son más incómodos, pero aquello era música y no la birria de ahora…

martes, 23 de mayo de 2006

LA PALABRA MÁS BELLA



Durante el mes de abril una Escuela de Escritores convocó a los internautas hispanohablantes a elegir la “palabra más bella” de la lengua castellana. Durante 21 días, 41.022 internautas de todo el mundo respondieron a la iniciativa y enviaron 7.130 términos diferentes explicando porqué los habían elegido. Como era previsible, en unos tiempos donde la imaginación está en las catacumbas cerebrales, sepultada por toneladas de propaganda, videojuegos, pelis de acción y programas telebasurientos, la palabra elegida entraba dentro de lo previsible desde el primer día. El Puñetas se dijo cuando conoció la convocatoria:


-Me apuesto la cabeza del ministro de Defensa Bono a que la palabra elegida saldrá entre “amor”, “libertad”, “solidaridad”, “vida” e “igualdad”.


Oye, que gané la apuesta. Al final la palabra elegida ha sido “amor” y, como consecuencia, el ministro Bono se ha largado del Gobierno zapateril para irse a hacer vida familiar. De repente le han entrado al buen hombre unas ganas enormes amorosas de estar con su esposa e hijos. Échenlo en la cuenta de mi fácil apuesta a lo seguro.


Elegir la palabra más bella de un idioma por lo que teóricamente significa, resulta bastante tramposo. Las personas más buenazas, tolerantes, comprensivas y desprendidas no son forzosamente las más bellas y hermosas. No sé a qué viene aplicar el cuento contrario a las palabras. Pero es que –además- la trampa es doble, porque entre lo que teóricamente representan las palabras “agraciadas” y la realidad practicada, hay una distancia a menudo sideral. El amor será muy bello, pero del dicho al hecho hay muchos años luz. Se nos podrá llenar la boca de “igualdad”, “solidaridad” y “patatín patatán”, pero en la inmensa mayoría de los casos la cosa no deja de ser una tomadura de pelo. El Puñetas está hasta el tupé (si lo tuviera) de tanta palabreja muy hermosa por fuera pero hueca por dentro, manoseada hasta la náusea. Oir hablar a los poderosos (gobernantes, grandes empresarios, manipuladores de opinión, etc) de palabras otrora tan emblemáticas como “solidaridad”, “igualdad”, “obrero”, “socialista”, etc es que me hace vomitar. Menudo morro tienen algunos. Y si descendemos a la plebe, casi se repite la misma cantinela. Así que a uno ya hasta empieza a escandalizarle el uso prostituido, hueco y ruín de estas y otras teóricamente hermosas palabras, cuando se ponen en boca y manos de según qué gentuza. Menos palabrería y más hechos. Menos rollos macabeos y más dar el callo en la vida cotidiana, arremangándose hasta caer rendido.


Qué bonita sería la palabra “justicia”, pero cada vez se acerca en el significado a esta otra menos agraciada: “jódete”. Algunas sentencias de los últimos tiempos así lo corroboran. Qué linda sería la palabra “verdad”, pero habitualmente suele utilizarse como sinónimo de “mentira”. Hay gente (empezando por el presidente del Gobierno y acabando por los Rolling Stone) a la que el Puñetas interpreta lo contrario de lo que afirman. De modo que uno esperaba que los internautas eligiesen una palabra bella por su melodía, o por su gracejo, o por su estética pero hablar de armonía, humor inteligente o fina estética en esta putrefacción en que vivimos, no deja de ser una utopía la mar de utópica.


-¿Y qué palabrejas hubiera votado usted, eh, listo? –preguntará algún lector quisquilloso que no conozca el percal que tiene enfrente.


Yo creo que –manteniendo la línea de lo votado- la palabra “humor” es bella. Y “finura”. Y “árbol”. Y “salud”. Pero uno hubiera planteado otras palabrejas menos rimbombantes de contenido, pero más bellas desde el punto de vista formal, aunque muchos opinan que la belleza es muy subjetiva. Así que aquí dejo unas cuantas palabras dignas de haberse presentado al Festival de lindas palabras castellanas. No se hubieran comido una rosca, pero ni falta que les hace: “mojiganga”, “camelo”, “almendrón”, “zoquete”, ”cachete”, “cabriola”, “chiripa”, “pacotilla”, “cocorota”, “pataleta”, “cucurucho”, “pupa”…

viernes, 19 de mayo de 2006

CUENTECETE POPULAR CON CIRCO AL FONDO



He seguido con cierto detalle (por querencia intelectual y familiar) el devenir de la política catalana desde las últimas elecciones, esas que aún dando la victoria a los de siempre –CIU-, por esa cosa de las alianzas postelectorales de las que nadie habla antes de las elecciones, permitieron la subida a los altares del filosocialista don Pascual y su trouppe. En el circo que se montó –un remedo de lo que posteriormente está llegando al resto del paisaje- había de todo: equilibristas, payasos, malabaristas, domadores de serpientes y hasta un oso. Los nuevos inquilinos del circo habían decidido juntar sus fuerzas para echar tripartitamente a la calle al antiguo dueño convergente. También se juramentaron que el espectáculo –por primera vez- no se iba a limitar al estrecho margen del territorio habitual, si no que iba a procurar ganarse también adeptos en territorio comanche, para lo cual era imprescindible dejar morir por inanición al antiguo capataz de éste: el PP.


-A los chicos del exbigotes Aznar, ni pan ni agua ni gaseosa...


Y empezó la función. Pronto se vio que los guionistas ponían buena voluntad, pero que su intelecto e imaginación no daba para muchos folios. Así que se limitaron a idear un solo número circense: el Estatut. Al principio aquello resultaba simpático y hasta emocionante, pese a que el personal esperaba más variedad temática.


-Oiga, ¿qué hay de mi Carmelo?

-Eso se cura con el Estatut

-¿Y qué hay de lo mío, que la Caixa no me quiere perdonar un préstamo como ha hecho con el tito Montilla?

-Unas pastillas de Estatut, mucho sol y un 3 % de paciencia, hermano…


Aquello empezó a llamarse “el coñazo del Estatut”. Pero como sólo había uno, todos arrimaron el hombro por si el número fracasaba, el circo se hundía y tenían que irse nuevamente al paro o a la segunda vivienda. En el territorio comanche, el Cabo con mando en plaza (un inexperto aprendiz de brujo al que momentáneamente la suerte le sonreía) pensaba que el numerito del Estatut le venía de perlas para dejar atado de pies y manos al antiguo capataz (otro inexperto Cabo, también aprendiz de brujo, que acabó quemándose las manos en Irak) y a sus herederos, a quienes no gustaba ni el Estatut ni nada que no hiciesen ellos mismos. Entre gente egoísta y sosa, sólo puede mandar uno y al otro mejor enviarlo a galeras por lo que pueda pasar. En eso estaba el nuevo Cabo. Así que durante meses siguió el espectáculo circense a toda pastilla hasta que los artistas de la pista empezaron a desavenirse ya que se acercaba el final y no se ponían de acuerdo en como terminar aquello. De modo que, antes de que se cayesen los palos de todo este sombrajo, el Cabo chusquero decidió recurrir al antiguo dueño del circo a través de su ahijado "Mas" próximo. Y en una visita al extinto mundo de Pujolandia lo logró. ¡Albricias, se decía la mar de sonriente! Pero el cipote que se montó entre los tripartitos no se lo esperaba, especialmente la rabieta del que más cobraba, un tal Carod, que de la extrema pobreza había pasado en un par de años a permitirse muchos lujos y hasta creerse el rey del mambo (o sea, de la sardana). Tanto se cabreó el caro amigo que decidió no participar más en el numerito del Estatut, boicoteando todas las modificaciones que el Cabo y su nuevo ayudante Mas habían acordado para que no se hundiese el tinglado. El delegado del Cabo (un ancianete ya chocheante que dirigía la función tripartita con mano casquivana y maragalliana), no tuvo más remedio que expulsar a su primo Carod.


La función (tras meses de representación) ya se la conocía de memoria todo el mundo. Sólo quedaban unas cuantas sesiones más y decidir si el numerito había sido del agrado de todos los espectadores, de unos pocos o de casi nadie. Tras el dictamen final de los espectadores (que debería ser positivo), ya pensarían en montar otro espectáculo más global, variado y atractivo para poder seguir manteniendo el chalet adosado, la finquita en Pedralbes o la Diagonal y el carné de socio del Barça. Pero para ello sería condición indispensable al menos un aprobado de la ciudadanía local. Sin éste, se corría el riesgo de que regresase el antiguo dueño del circo, ahora representado por su ahijado Mas. El aprobado, ni siquiera por los pelos, no estaba nada fácil porque aunque le tenían de quintacolumnista aliado, el excéntrico primo Carod se oponía al mismo por despecho, coincidiendo también en el NO con los expulsados del Paraíso catalán (los herederos del Aznar pepero-iraquí), que también estaban decididos a poner un cero patatero a los examinados por ningunearlos tras las últimas elecciones.


Así que los socios mayoritarios del circo no tuvieron más remedio que hacer trampas preelectorales para alcanzar su objetivo. Desde acudir a pedir ayuda al equipo de fútbol de sus amores –algo más que un club, según cuentan las viejas crónicas- hasta echar la culpa de todos los males de la exPujolandia al desterrado PP. Lo que ocurrió finalmente es cosa que sólo saben los dioses pues del futuro no entendemos los humanoides, pero sigan atentos a la pantalla que muy prontito saldremos de dudas. Mientras tanto, como todo se pega menos la hermosura, en otro territorio colindante llamado Chaveslandia (Andalucía, para algunos), empezaron a renovar la función circense (más de veinte años con la misma sintonía ya aburría hasta a los más adictos) incorporando nuevos y atractivos números musicales de karaoke (el presupuesto no daba para un montaje tan grandioso como el del circo catalán) pretendidamente parecidos a los que en la Maragallandia actual se han practicado en los últimos tiempos. En cuanto los veamos y oigamos en directo a pie de pista, contaremos qué sopor nos producen. Y es que el Puñetas gusta más de espectáculos solitarios como la lectura que de multitudinarios numeritos circenses que sólo engañan a los que ya están engañados. Y colorín colorete…

martes, 16 de mayo de 2006

CUATRO AÑITOS NO SON NADA



Haciendo limpieza de papeles, me he encontrado dos perlas bienhumoradas que escribí por estas fechas, pero en 2002. Un poco nostálgico, las recojo hoy aquí. En la primera aunaba la lógica exigencia de los ciudadanos de más servicios y mejores infraestructuras con el uso a menudo bastardo que solemos darles. En la segunda confrontaba mi imaginación calenturienta con la cruda realidad, que siempre suele imponerse frente a la fantasía más exigente.

POR PEDIR QUE NO QUEDE

¡MÁS JÁRDINES PÚBLICOS EN NUESTRAS CIUDADES… para llenarlos con mierda de nuestros perros! ¡MÁS VIVIENDAS SOCIALES…. a construir en suelo forestal! ¡NO AL ADELANTO DE LA HORA DE CIERRE DE LOS BARES…. nos gusta emborracharnos hasta bien tarde ! ¡LIBERTAD TOTAL DE EXPRESIÓN!... todas las paredes son nuestras. ¡POR UNA MAYOR SEGURIDAD CIUDADANA!...que el Ministerio de Hacienda sustituya al de Interior. ¡MEJORES AUTOVIAS Y CARRETERAS!...¡queremos matarnos más deprisa y más cómodamente!

NOTICIAS CACHONDAS

Hoy me ha dado por inventarme algunas noticias, a ser posible divertidas y originales pues veo que la prensa cada vez está más lóbrega, más triste, más taciturna. Ahí van algunas de mis originales noticias para pasar un buen rato:

“Un guineano agrede a su mujer por entrometerse en la conversación”. “La mitad de los jóvenes malagueños se creen capaces de conducir tras beber alcohol”. “Inventa un secuestro para ocultar a su mujer una noche loca con prostitutas”. “Un párroco adopta a un niño” . “Suspenden una operación por una pelea entre dos cirujanos en el quirófano”.

¡Demonios! Acabo de comprar varios periódicos y veo que alguien se me ha adelantado en la invención de las noticias. Y yo que las creía originales…Por cierto, llaman a la puerta. Regreso en un momento. (Pausa por razones obvias)

Perdón, era el cobrador del frac. Venía a que le pagara los 150 euros que debo al kiosquero de la esquina. Le he dicho que no puedo pagar la deuda porque tengo un problema de tesorería, que estoy haciendo el máximo esfuerzo para pagar a los acreedores que llevan más tiempo sin cobrar y que todo se debe a problemas de “desajustes”. El tipo me ha arreao un castañazo en toda la cara y promete que la próxima semana vendrá y saldará cuentas definitivamente.

Abro el diario EL MUNDO por la página 8 del suplemento de Andalucía del día 28 de mayo (tengo lectura atrasada) y ¡demonios!...

“El consejero de Salud Francisco Vallejo, reconoció ayer que existen “desajustes” en el pago, por parte del Servicio Andaluz de Salud (SAS) a sus proveedores y dijo que Hacienda está realizando “el máximo esfuerzo” para pagar a los acreedores que llevan más tiempo sin cobrar. Vallejo dijo que éste es un problema de tesorería, no de presupuesto. (…). Añadió que se está manteniendo reuniones con los proveedores para conseguir que no haya ningún efecto negativo”.

Decididamente, he perdido mi genuina y sagaz originalidad. Por cierto, ¿visitará el cobrador del frac al Sr. Vallejo? Más bien creo que el propio Vallejo es el cobrador del frac y si no que se lo digan a algún afamado médico malagueño que recibió sus “caricias” hace algún tiempo por denunciar varias muertes a consecuencia de las largas listas de espera para someterse a operaciones.

viernes, 12 de mayo de 2006

MONTILLA, QUÉ PESADILLA



Por más méritos que le busco, no le encuentro ninguno al camarada Montilla, Ministro de Industria, Turismo y Comercio del Gobierno central, nombrado por el presidente Zapatero no se sabe para qué. Tiene el amigo una cara que despide huéspedes, como corresponde a la tipología del burócrata de partido, ese que corta el bacalao en la trastienda con tijeras y mano de hierro, más vulgar que un huevo frito pero al que su mediocridad y pocas luces le hacen pintipirado para el carguete. Es el encargado de hacer el trabajo sucio de los jefes y éstos, en justa correspondencia, le suelen conceder algún que otro premio, sacándole a la luz de los focos para evitar su apolillamiento, antes de retornarle a la oscuridad del segundo plano. Eso le acaba de suceder al ínclito Montilla, qué pesadilla, desde hace algo más de un par de añitos. Conocido en su barrio (Cataluña) a la hora de comer en el PSC (buen amo de casa, logró que la Caixa perdonase al partido unos milloncejos de nada), tras demostrar que lo suyo no es la oratoria, el pensamiento ni la intelectualidad si no sólo el maniobraje y el devolver favores, se hizo famoso cuando apalabró (y sigue en sus trece hasta que lo consiga) la OPA de Gas Natural (empresa ligada a la Caixa) sobre Endesa. Por cuatro pesetas (todavía queda bien referirnos a la antigua moneda) el amigo pretendía que sus amigos perdonapréstamos se quedasen con la compañía rival, a pesar de que ésta es mucho más poderosa.


Desde entonces el Montilla no da puntada sin hilo barriendo todo lo posible para el hogar. Incluso algunos lo perfilan como sucesor de Maragall para las próximas elecciones a la Generalitat de Cataluña. Una solemne mentira porque, aún en su chochez, don Pascual le da sopas con ondas al ministro, aunque cosas más raras se han visto por las Españas en sus largos siglos de historia. Aunque el hombre nació en Córdoba, o sea, que teóricamente sería andaluz, sólo le queda de su tierra de nacimiento el apellido, mal que le pese.


Ahora nos ha salido el amontillado progresista, de izquierdas y nacionalista catalán con que hay que parar los pies al desarrollo de la energía eólica, en la que en España somos punteros en general y en Andalucía en particular. Expone el burócrata –que en el fondo sigue haciendo lo de siempre, barrer para casa, o sea, para Gas Natural y la Caixa- que las comunidades autónomas deben reducir los megavatios de potencia a instalar, ya que ello desbordaría la absorción del sistema eléctrico. Su pretensión es que no se instalen más de 20.000 MW, frente a los 36.000 previstos para el periodo 20006-2010. Todo ello, aparte el bofetón que significa para el desarrollo de esta básica energía renovable, sin que le preocupen mucho las pérdidas de inversión empresarial y los miles de puestos de trabajo ya previstos, en un marco general en que “España es el país europeo más dependiente del petróleo, donde más crece la demanda de energía y el que más incumple el Protocolo de Kyoto de reducción de gases invernadero. Con este panorama y con el precio del petróleo a 73 dólares el barril, deberíamos ser los más interesados en fomentar las energías renovables: ahorran divisas, son limpias e inagotables, palían el cambio climático, generan riqueza y empleo, son vitales para el medio rural y propician nuevas tecnologías en un sector emergente” (diario "Málaga Hoy"). A Andalucía le quiere recortar la producción desde unos 4.000 megawatios previstos a 2.075. El objetivo del gobierno andaluz de incrementar el autoabastecimiento energético y disminuir las emisiones a la atmósfera a través del desarrollo de las eólicas, se puede ir al garete porque don Joselito Montilla pretende (esto lo digo yo) seguir ayudando a sus amigos a que hagan negocio y compensen el perdón-regalo que le hicieron del préstamo.


Naturalmente que todos los partidos andaluces (menos el PSOE, que ya veremos) han puesto el grito en el cielo. Y pronto saldrán a la luz los alaridos de otras comunidades autónomas perjudicadas, una vez que los periódicos comiencen a preocuparse del tema, cosa difícil pues ya se sabe que lo único importante son los chismorreos de la política, el fútbol y los famosuelos y famosuelas en paños menores. Mientras tanto, el Puñetas va a comenzar la práctica del vudú con el ministro Montilla a ver si lo ponen milagrosamente en el puesto de Maragall en las próximas elecciones catalanas y nos lo quitamos así del gobierno de España. El siguiente paso sería que los votantes catalanes demuestren una sobrada inteligencia y lo manden al paro, pero hasta ahí no llega mi sabiduría vudulera, je, je.

martes, 9 de mayo de 2006

EL HORROR DE SER VÍCTIMA



El 3 de abril de 2003, la doctora Noelia de Mingo, médico residente de la Fundación Jiménez Díaz, mató a tres personas e hirió a siete más en los pasillos del Centro con un cuchillo kilométrico. La doctora estaba como una cabra: “padecía de esquizofrenia tipo paranoide con delirios de persecución que afectaba a todo tipo de relaciones sociales y laborales y limitaba parcialmente su capacidad volitiva e intelectual” – en palabras del fiscal, pese a lo cual andaba tan campante por el hospital, sin que los rectores del mismo hicieran mucho asco a lo que compañeros y pacientes de la doctora denunciaban. Cuando quisieron empezar a tomar medidas, llegaron demasiado tarde.

Hace unos días acaba de empezar el juicio y conforme voy escuchando las declaraciones de los testigos y víctimas sobrevivientes, más claro tengo que estamos ante un ejemplo paradigmático sobre la pobre y lamentable justicia que nos rodea. Ni siquiera lo disimulan: la asesina está siendo tratada con una sensibilidad exquisita por parte de los jueces. El primer día ya afirmó más chula que un ocho que no le daba la gana de hablar. Todo lo que fueron diciendo en la sala los primeros testigos (algunos de ellos, protegidos por una mampara) le entró por un oído y le salió por el otro, de tan escasa atención como prestó al asunto. En la segunda sesión ya ni siquiera compareció en la sala pues en palabras de su abogado defensor “todo lo que Noelia oiga a lo largo del proceso podría afectar al desarrollo de la enfermedad mental que padece y al tratamiento que sigue para recuperarse”. Ojito con que la pobrecita asesina pueda oír de boca de los que presenciaron su bárbaro y alevoso ataque homicida cosas que la puedan enrojecer o avergonzarse, no vaya a ser que empeore y la palme.


Y mientras tanto, todas las víctimas y testigos que sobrevivieron a la matanza, están echos polvo. Oír sus declaraciones ante los jueces pone la carne de gallina a cualquier persona con una mínima sensibilidad. Algunas de ellas permanecerán enfermas el resto de sus vidas. Pero no importa mucho: son víctimas y en este país, lo guay del paraguay para algunos no son las víctimas si no los criminales. Que los pobrecicos descansen, no sufran, tengan todos los cuidados necesarios y gratis total. Una testigo, destrozada pero con una dignidad impresionante, ha tenido el detalle de considerar la ausencia de la acusada en la sesión como una falta de respeto hacia las víctimas. ¡Qué menos, digo yo, que la asesina escuche las opiniones y vea las consecuencias de su criminal conducta! Pues nada de eso, no vaya a ser que a la madame le patinen nuevas neuronas. ¡Es que debería ser una obligación que el delincuente dé la cara ante su víctima! Y un derecho el de ésta a -si así lo desea- mirarle a los ojos, hablarle y preguntarle en presencia de los jueces y abogados, quienes parece que tienen la exclusiva de cortar el bacalao y decir blanco o negro en el tinglado judicial. La víctima, para ellos y los legisladores, es un simple pasmarote.


Siempre había oído una frase horrorosa a la que no le encontraba la más pequeña justificación: “Odia el delito y compadece al delincuente”. El menda pensaba que a quien habría que compadecer, en todo caso, sería a la víctima o víctimas del delincuente, pero se ve que ya viene de antiguo este “aprecio” hacia el chorizo, ladrón o criminal (su valor, su presteza, su reivindicación…). ¿Y por qué esta mimosidad con el delincuente –la cual se multiplica por mil si por en medio aparecen “justificaciones políticas”-, mientras las víctimas se retuercen de dolor, sufren el olvido, se les silencia y muy frecuentemente se les victimiza de nuevo cuando al delincuente –si es condenado- se le saca de la cárcel en menos que canta un gallo? El Puñetas lo ve clarísimo: el delincuente y criminal da de comer a mucha gente (psicólogos, policías, carceleros, abogados, jueces…) mientras que de los muertos sólo comen los gusanos. Así de lamentable y así de triste. A esto le llaman justicia. Ju, ju, jo, jo, ji, ji, je, je, ja,ja… Tururú.


Por último. Seguramente algún lector comprensivo afirmará que la doctora era una persona enferma y, por tanto, nulamente responsable de sus actos. Quizás tenga razón, pero –a diferencia de muchos amantes del género policiaco, que se pirran por las historias personales de los delincuentes- al Puñetas le llegan antes al corazón y la razón las desgracias y realidades de las víctimas que las del chorizo o criminal de turno. ¡Qué le vamos a hacer!

viernes, 5 de mayo de 2006

FALTA INTELIGENCIA Y SOBRA ESTUPIDEZ



El profesor Montoro, uno de los mayores expertos en Educación Vial que existen en España, lo decía el otro día: mientras no consigamos conductores inteligentes, esto de la masacre automovilística en las carreteras no tendrá solución. Su respuesta se corresponde con la mía -más modesta-, ya declarada hace una decena de años, cuando la sangría continuaba pese a la mejora ostensible de las carreteras, en aquella fiebre de autovías de los años 80-90. Inteligencia… Elemental, querido Watson… Pero conducir con inteligencia no se adquiere con el aprobado del carné, ni por arte de magia. La inteligencia tiene que estar ahí, en nuestra mollera y sentimientos, en la vida, en nuestras actitudes cotidianas, reflejándose en cada instante de nuestro comportamiento habitual y rutinario. Y ahí es donde chocamos con lo evidente: falta inteligencia y sobra estupidez.


Cierto que a veces hay vida inteligente pero se aparca cuando uno se encierra entre las cuatro latas del coche, o se deja varada a las puertas del estadio o polideportivo, o se escapa al menor contratiempo o adversidad. Pero la inteligencia habitual, la de andar por casa y por la vida, suele aprenderse y practicarse sin olvidos ni remilgos. Ahí ya pinchamos en hueso. ¿Dónde y cuándo tenemos oportunidad de practicar y desarrollar nuestra inteligencia natural y/o adquirida? No será viendo las telecacas, a las que la mayoría de los mortales dedicamos los mayores de nuestros afanes. Tampoco en la mayor parte de los divertimentos al uso, con ese cine repleto de refritos actualizados, esos deportes de masas que más que gratificar, alienan al personal, esos botellones juveniles donde se malgasta la salud y el cerebro… Quizás podamos recurrir al sistema educativo, habitual sistema de transmisión de valores, conocimientos y actitudes. Jo, no me sea inocente, caro Puñetas. Los profesores –unos adelantados a su tiempo, pues trabajan con las futuras generaciones y saben, por tanto, qué porvenir nos espera…- hablan y no acaban sobre la burricie de la gran mayoría de los jóvenes que calientan las actuales aulas. Nunca una sociedad como la actual dispuso de tantos medios económicos y culturales con el objeto de formar e informar al personal y nunca se desaprovechó tan buena oferta. Sí, creamos a una élite super-preparada, pero que se ahoga en el mar de una masa amorfa, sin criterio, que hace, piensa y actúa según le inoculan los grandes medios de masas, empezando por los gobiernos, siguiendo por las teleles y acabando por el sistema productivo dedicado a inventarse mayoritariamente banalidades y cosas que no sirven para nada (y que encima duran un suspiro).


El profesor Montoro, con sus reflexiones sobre la necesidad de inteligencia para la conducción me ha recordado que, desde hace más de diez años, vengo sosteniendo que no todo el mundo está capacitado para conducir, que llevar un coche entre manos es una cosa muy seria (y no ese cachondeo con que nos anuncian estos locos cacharros), que basta un segundo de distracción para que nos vayamos a hacer puñetas al otro barrio o a una silla de ruedas, que por nuestra mala cabeza podemos acabar con el inocente prójimo. Conducir es divertido, nos dicen los sátrapas de turno. ¡Sería cuando había pocos vehículos y sólo cuatro gatos se lo podían permitir! Ahora cualquier tonto-del-haba tiene la posibilidad de pisarle al acelerador, aunque no tenga una neurona sana. El problema es que la situación no sólo no es mejorable si no que cada vez irá a peor. Por muchos sádicos anuncios de la DGT (ja, unos anuncios van a solucionar el problema…). Por muchos carnés de puntos que se inventen. En un país en que se premia la basura como programación de calidad –Telepingo acaba de tener un buen porrón de beneficios-, en que los profesores se deprimen o huyen, en que el modelo de ciudadano triunfal es un mangante que hace gorgoritos o una calientabraguetas siliconada, en que las pasiones habituales son el fútbol, las procesiones semanasanteras y el torrarse panza arriba hasta agarrar un cáncer de piel que no se lo salta un galgo, en un país o países así, ya digo, la inteligencia está de capa caída, por muy optimistas que nos pongamos. Claro que, afortunadamente, no estamos solos, si bien en sociedades similares a la nuestra hay más autocrítica y sensatez, sea en los jóvenes franceses -capaces de echarse a la calle a miles para protestar por sus malas condiciones de trabajo- o en la mismísima clase dirigente británica, capaz de exigir a su líder Blair para que fije una fecha exacta para su dimisión o si no lo largan ellos mismos.


Y ahora, disculpen, porque tengo cita con el psicólogo para hacerme un test de inteligencia a ver qué tal. Espero algún día alcanzar el coeficiente intelectual de mi perro Guau-Guau.

martes, 2 de mayo de 2006

UNA DE PIRATAS Y OTRA DE ANUNCIOS MILAGROSOS





















UNA DE PIRATAS

Ya no quedan piratas como los de antes. Esos que se echaban a la mar a por los tesoros que otros llevaban en los barcos, se jugaban la vida en conseguirlos y mantenían en bastantes casos cierta deontología profesional. Aquellos piratas que ni eran todos tuertos ni tenían la pata de palo, volaron con la modernidad. Los piratas de ahora son de variados pelajes, pero los auténticos –los de pata negra-están localizados en el sector de las telecomunicaciones y nuevas tecnologías. Son los Memosoft, Timofónica, Launa, Sogeplus… Compañías a las que tienes que pagar para poder ponerte en contacto con ellas aunque la razón se deba a un fallo o incumplimiento imputable a su servicio. Pedirles información equivale a perder cinco, diez o más minutos escuchando mensajes de espera, música ambiental mientras se huele el morro y la risa que sus gestores se traen con esta situación. A más espera, más recaudan. Piratas sin moral que no saben darte una respuesta satisfactoria en la mayor parte de los casos. Embaucadores profesionales que te venden humo a precio de oro y que lo hacen porque no tienes otro remedio o alternativa. Trileros que a todas horas te restriegan por los medios masivos de propaganda que son maravillosos y que tu vida está en sus imprescindibles manos. Gentuza que te roba en relación al deficiente servicio que te prestan y a la que -encima- debes de estarles agradecido. En una sociedad en que el pirateo popular alcanza cotas de Guinnes, no está mal recordar el de esta tropa, que ese sí que es de Champion. Claro que no sé quienes son más piratas impresentables: si estas compañías o los gobiernos que toleran sus prácticas torticeras.


LOS ANUNCIOS MILAGROSOS

Muchos de nuestros gobernantes y gentes de bien vivir han encontrado la solución a todos los problemas: hacer anuncios.* Que la gente no abre un libro ni en la sala de tortura: anuncio en las teleles contando lo feliz y contenta que se pone la gente leyendo. “¡Lee, burro, y verás como te desaparece el acné!” Y ya todo está solucionado: la gente se pone a leer hasta la extenuación.* Que el personal se espachurra en las carreteras por exceso de confianza, prisa o distracción: anuncio en las televisiones y asunto solucionado. “¡Entérate que la vida es puro accidente!”. Ya está, un problema menos. Los conductores aprenden el mensaje y la lección y cuando se ponen al volante se acuerdan del anuncio y se vuelven muy modositos y tortugueros.* Que los maridos y novios pegan o matan a sus parejas: anuncio al canto indicando que eso está muy mal y que la vida de la mujer es sagrada. Y ya está todo solucionado. De ahora en adelante, cuando al energúmeno le entra el pronto y agarra la navaja para cortar en rodajitas a la parienta, se acuerda del anuncio ese de la tele y se la clava a sí mismo en profundo acto de arrepentimiento y justicia. * Que cada vez más jóvenes le pegan al canuto y al pincho… pues anuncios, cientos de anuncios diciendo que hay que engancharse a la vida, que es muy maravillosa y que no veas lo que te pierdes. Varios días más tarde la mayor parte de los bares juveniles de la movida y el botellón hacen suspensión de pagos y todos los jóvenes y jóvenas se hacen socios de la Liga Antialcohólica.Esta creencia de que con hacer unos anuncios y echarlos miles de veces en las teles ya se resuelven los grandes problemas sociales es tan absurda como pensar que con hacer una ley la realidad cambia por arte de magia. Pero el sistema ahí está, no funciona pero muchos viven estupendamente del cuento. Como dijo el clásico, “la vida es un anuncio detrás de otro y a ti te encontré en el televisor”. (Aristóteles Cebolleta).